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Catalina Delgado, una vida de lucha y trabajo

La candidata a concejala repasa las razones que la llevaron a militar. Ingresó a la política tras el asesinato de su hermano en la crisis de 2001

Catalina Delgado es la candidata del SI a concejala de la lista Adelante Rosario de cara a las Paso. Su militancia política se inició tras el asesinato de su hermano en las jornadas trágicas de diciembre de 2001.

Delgado transmite alegría apenas comienza a hablar, una energía positiva que contagia a su entorno e invita a escucharla, a pesar de que muchas de las experiencias que relata de su vida están atravesadas por las carencias económicas y la vulneración de sus derechos.

Nació en Esquina, Corrientes, y junto a su madre y hermanos, Juan e Isabel, se vinieron a vivir a Rosario, el verano de 1986. “Yo en realidad vivía en Buenos Aires y, cuando fui a visitar a mi mamá, ella decidió venir para acá. En ese momento también cuidaba chicos. En realidad, no sé quién cuidaba a quién”, se ríe con un dejo de ironía la mujer que trabaja desde que tiene 8 años. Se instalaron en barrio Tablada y trabajaron vendiendo pan casero y “cara sucia” y de la recolección informal de residuos.

“Después pasaron un montón de cosas”, resume en pocas palabras una etapa de su historia personal cargada de nacimientos, pérdidas y redenciones.

“Quedé embarazada, me junté, enviudé a los 23 años con dos hijos. Tuve otra pareja, con la que tuve dos hijas más. Y me separé, me fui de mi casa por violencia de género. Cuando vos no podés ni sentarte a la mesa a comer no se puede seguir, tus hijos no pueden ver eso. Un día dije nos vamos”, cuenta con la misma determinación que tuvo hace siete años, al abandonar su propia casa. Hoy trabaja como empleada doméstica y niñera, también es peluquera y maestra mayor de obra: “Hice un curso de albañilería, hice mi casa y la de mi mamá, donde hoy vivo. Donde vivía antes, en Belgrano, me iba a las cinco de la mañana todos los días para levantar los cimientos”.

Esa alegría y energía se apagan cuando recuerda uno de los días aciagos de diciembre de 2001, en el que su hermano Juan fue asesinado por los agentes policiales muy cerca de su casa, en el barrio La Sexta. “A mí me cuesta muchísimo hablar de mi hermano. Para mí Juan era mi hermano, mi hijo, mi compañero. Tenía 28 años, la vida de él fue muy dura. Los pibes no tienen la posibilidad de estudiar; si vivís en la villa, como vivo yo, la sociedad te margina”, explica Catalina los motivos profundos de su ausencia.

Los vecinos, que estaban con él a la espera de que regalaran mercadería en el supermercado, según el rumor que había corrido, le contaron que la Policía llegó junto con el dueño en un camión y comenzó a disparar. “Juan tenía una bala 9 milímetros en la pierna y estaba tirado y golpeado en el piso y, cuando se quiso levantar, le dieron un escopetazo”, recuerda la mujer lo que le contaron los testigos del hecho. Ella llegó a la escena cuando lo subían a la ambulancia y vio cómo un policía le hacía una seña al chofer de que lo pasearan. Siguió al vehículo, que circulaba sin sirenas, en su recorrido incoherente hasta que finalmente ingresó al Hospital de Emergencias; por eso está convencida de que su hermano murió arriba de la ambulancia esperando por atención.

Lo sucedido durante esas jornadas que sacudieron al país, en el medio de una crisis social sin precedentes, llevó a Catalina a participar en forma más firme y consecuente en la militancia política, a través de la organización social que formó junto a otros familiares de víctimas de la represión del 19 y 20.

El interés y el compromiso por temas comunes, vinculados con la violencia institucional y los derechos humanos, la acercaron a la diputada Alicia Gutiérrez y a su partido, Solidaridad e Igualdad, con el que viene trabajando desde hace varios años en proyectos que apuntan a promover la inclusión social y la igualdad de oportunidades para las personas que pertenecen a los sectores más vulnerables de la población. “Ahora lo que se necesita es ver las necesidades de las personas que viven en el barrio; por que seamos pobres no significa que no tengamos capacidad, somos gente que tenemos la capacidad de hacer un montón de cosas y necesitamos una oportunidad”, sostiene con su vehemencia habitual la precandidata a concejala por el Frente Progresista en la lista Adelante Rosario que fundamenta su argumento con su propio ejemplo.

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