El Hincha

El dolor de ya no pertenecer

Demasiados protagonistas para una historia humillante. Por Gabriel Pennise

por Gabriel Pennise

Los rostros desencajados, el alma partida, los ojos irritados de tanto lagrimear, son la imagen de la más pura y sentida tristeza. Así terminó el hincha de Central uno de los peores domingos de su prolífica vida. Se puede recapitular el montón de críticas emitidas a lo largo de un proceso increíblemente nefasto en el aspecto futbolístico. Y lo que nunca entendió el siempre soberbio, y ahora, ex presidente Horacio Usandizaga fue que Central no es, ni será, Gimansia. Central es fútbol. Se puede volver a empezar, a refundar el club, a ser más canalla que nunca. Pero su nombre y el espíritu ha sido humillado. Hoy, Central no pertenece a la elite del fútbol argentino. Y eso es lo que lastima hasta el más profundo ardor.

Repetir que enamorado de su joven, y muchas veces insolente, hijo Manuel le dio una tremenda responsabilidad a un muchacho que recién empezaba y se dejaba encanlidar por las luces que le ofrecían los empresarios de turno. Nada menos que el fútbol de Central, como si se tratara de una disciplina más. Se gastaron los fondos del club de la peor manera, una fortuna se llevaron Gustavo Alfaro y Miguel Russo (por el tiempo que estuvo). Se lo echó a Leonardo Madelón para buscar un salto de calidad, y el increíble Vasco lo fue a buscar cuando la soga estaba en el cuello del acusado. Con el regreso de Madelón cerró el círculo del horror, en decisiones futboleras, de manera perfecta. En el medio Alfaro y Cuffaro Russo dejaron su sello.

No tiene demasiado sentido profundizar hoy en los jugadores que fueron llegando, en Cuffaro Russo, tan responsable como Usandizaga a la hora de armar el plantel actual. Solo sería redundar en el desastre, y ha sido tan completamente malo lo producido que algo quedaría en el camino.

Horacio Usandizaga no escuchó a los hinchas canallas, sólo atendía a su hijo, con sus actitudes minimizó al calificativo de inútiles a sus pares de comisión, que sin él no podían resolver el mínimo problema. Sin respeto, ni códigos, vociferó con su voz fuerte y denunciante las cifras del contrato de Russo, que él mismo aceptó. Dijo que Bauza pidió una fortuna porque no quería dirigir Central. Y pueden seguir las menciones.

Quien escribe éstas líneas habló con el Patón, café de por medio, en medio de la negociación. “No entiende nada”, dijo Bauza. “Central necesita armar un plantel de jerarquía, caso contrario se le va a complicar”, un adelanto. Subestimar la situación fue lo que hicieron el Vasco y Cuffaro Russo, creer que con los pibes y un par de veteranos alcanzaba fue el principio del fin. No se tuvo en cuenta el estado de los jugadores que llegaban, Ocampo y Astudillo vinieron a rehabilitarse a Rosario.

Lo de Lucho Figueroa merece un tratamiento aparte, le pagan como si fuera aquel que brilló con el Chelito Delgado en el equipo de Russo. Y hoy, Lucho, no se puede mover. Le sobran ganas, pero es la triste sombra de lo que fue. Puede jugar en un equipo en el que no se note su presencia, pero Central dependía de lo que hoy es un ex jugador. El resultado está a la vista. Debe quedarse a pagar en la B, lo que dejó debiendo en Primera. Su talento es natural, y su decadente físico debe ser recuperado.

El futuro está por llegar, será largo y penoso, al menos durará y en el mejor de los casos, un año. Pero antes serán las elecciones, y en ese acto no se puede fallar. Se trata de volver a ser.

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