Fue un ataque espectacular. Al estilo de los que suelen ocurrir en la ciudad desde el último lustro. Javier Gaitán salió a las dos de la tarde de la cárcel de Piñero, como cada sábado desde hace cuatro meses. Esta vez lo pasaron a buscar en un Fiat Palio otros tres hombres. Cuando el auto que él mismo conducía había hecho unos pocos kilómetros por la ruta A012, y estaba a medio camino entre las rutas 14 y 18, en dirección a Rosario, desde otro vehículo llovieron balas. Cuando todo terminó en el auto quedaron tres cadáveres y un joven con un tiro en la cabeza que hasta anoche había logrado sobrevivir. Hipótesis en danza hay muchas, como un conflicto al interior de la prisión o bien disputas externas por el control del territorio, tal vez por drogas, que se dirimieron con una venganza para la cual se usaron tres tiradores, a juzgar las vainas servidas de diferentes calibres halladas cerca del Palio agujereado. Todas las víctimas tienen domicilio en zona sur, afirmaron fuentes del caso.
Pasadas las 14 de este sábado hubo un llamado al 911 y al llegar minutos después los móviles policiales encontraron a tres personas acribilladas a balazos –entre ellas un chico de 15 años– dentro del auto, en el kilómetro 14 de la ruta AO12.
El Palio gris estaba sobre el carril oeste-este. Las primeras observaciones mostraban más de 20 impactos de arma de fuego en la carrocería. Dentro del vehículo hallaron muertos a Javier Gaitán, de 27 años y domiciliado en villa La Lata; Brian Alexis Rodríguez, de 24 y asentado en barrio Matheu, y Rodrigo Silva, de apenas 15 y cuya vivienda es la misma que la de Gaitán, ubicada a pocos metros del histórico búnker de drogas de pasaje Cuzco al 1500 (casi Paraguay). Con ellos, sentado como acompañante, herido pero vivo, estaba Alejandro G., a quien se conoce como Cordobés, de 22 años.
El personal policial avisó al servicio de emergencias Sies al encontrar al herido en el Fiat. Los médicos lo trasladaron hasta el Heca, donde le diagnosticaron herida de arma de fuego en el cráneo. Quedó internado y su estado de salud era estable, informaron profesionales del centro de salud.
El primer rastrillaje por la zona dejó en evidencia la violencia del hecho, informaron voceros policiales y judiciales. Personal de la división Criminalística detectó 17 vainas servidas de tres calibres diferentes: 9, 3.80 y 11.25 milímetros.
Sobre el joven encontrado muerto al volante, Gaitán, se informó que gozaba desde hace cuatro meses del beneficio de salidas transitorias. Había cruzado la puerta del penal de Piñero minutos antes de que él y sus compañeros fueran acribillados sobre la ruta. Vivía en el asentamiento conocido como Villa La Lata y cumplía una condena dictada hace cuatro años por robo calificado agravado, resistencia a la autoridad y abuso de arma. Otra fuente del caso precisó que la condena a cumplir era de seis años y como llevaba tres (y no cuatro) estaba a un año de acceder a la libertad condicional. “Estaba alojado en el mismo pabellón que uno de los homicidas de Roberto «Pimpi» Caminos (ex jefe de la barra de Newell’s ejecutado en 2010), un enemigo declarado de los Monos, que están alojados en otro lugar, el pabellón 7”, coincidieron distintos voceros de la investigación.
Voceros del caso recordaron que Gaitán se había visto bajo investigación por un sonado homicidio ocurrido el 12 de octubre de 2009 frente a la disco El Rey, en Urquiza al 1100, donde Matías Vaudagna, hijo de los dueños, perdió la vida cuando uno de los muchachos que había tenido un incidente dentro del local y había sido expulsado vació el cargador de una 9 milímetros contra la fachada.
Los investigadores del triple crimen, al mando del fiscal de Homicidios Dolosos Rafael Coria, intentaban recolectar información sobre el múltiple asesinato pero en el lugar no encontraron testigos presenciales ni cámaras de seguridad que hayan podido registrar el hecho, dijeron voceros policiales. Fuentes judiciales precisaron que el fiscal dispuso relevamiento de cámaras, toma de testimonios a posibles testigos y a familiares de las víctimas que llegaron a la escena de la ejecución, levantamiento de rastros, envío de material a peritaje balístico, entre las medidas de rigor, además de otras que no se informan por el secreto de sumario.