La alianza con el PRO en Cambiemos permitió a la Unión Cívica Radical (UCR) recuperar protagonismo en la política nacional. Sin embargo, un grupo de dirigentes que sienten que la histórica fuerza es “una dama de compañía” del PRO de Mauricio Macri, se reunió el lunes pasado en Laguna Setúbal para “reorganizar el partido de arriba hacia abajo”.
Quien comandó esta rebelión fue el histórico dirigente santafesino Luis “Changui” Cáceres. También estuvieron presentes el cordobés Carlos Becerra y el bonaerense Juan Manuel Casella. Enrique Nosiglia, Ricardo Alfonsín y Federico Storani no participaron del encuentro, pero apoyaron la iniciativa.
En diálogo con El Ciudadano, Cáceres señaló que la UCR “no está funcionando orgánicamente”. Al mismo tiempo, consideró que esta situación se da también en el Partido Justicialista: “El sistema de partidos está hecho pelota”.
—¿Cuál es el papel de la UCR dentro de Cambiemos?
—Veo a la UCR como una dama de compañía. El partido no está funcionando orgánicamente porque dejó de tener ámbitos de debate. Quedó supeditado a las decisiones de cúpula, que generalmente son acomodamientos personales en una lista de candidatos o como funcionarios. Eso es una desvirtuación de la política.
—¿Qué objetivos tuvo la reunión en Laguna Setúbal?
—Comenzar a organizar el partido de abajo hacia arriba pero sin confrontar con lo institucional. Entendemos que la UCR le dio mucho a la Argentina pero aún tiene mucho para dar. No está terminada la etapa de los objetivos fundacionales del radicalismo.
—¿Cree que la UCR debe ser frentista?
—No estoy en contra de frentes o alianzas. Pero primero debemos recuperar el partido para después tener una puja democrática en la que se definan los caminos. Lo que he planteado siempre es un acuerdo de gobernabilidad entre todos los argentinos para sacar al país del estancamiento. La política es consenso, pero en este país siempre se buscaron los disensos y si no se encuentran se fabrican.
—¿La alianza con el PRO y la Coalición Cívica no es un consenso?
—Los consensos deben realizarse de partido a partido. Demandan una discusión, puntos de acuerdo y la elaboración de un documento que lo refleje. Nada de eso sucedió y esta alianza terminó siendo un negocio entre cuatro personas. Cambiemos es sólo una confluencia electoral en determinada coyuntura, con ofrecimientos personales para formar parte del gabinete presidencial.
—¿Cree que Cambiemos intenta disolver al radicalismo?
—Es evidente. Somos invisibles en las campañas electorales y ya se habla de una disolución del bloque. El tercer paso es desmantelarlo.
—En Santa Fe hay radicales en todos los frentes.
—Estamos como los muchachos del peronismo. Esto pasa porque está hecho pelota el sistema de partidos. Hay una crisis dentro de los dos partidos que hegemonizaron la política argentina en las últimas décadas. No se hace más política. Es todo un negocio con un discurso que apunta, por ejemplo, a la promesa de terminar con la pobreza. Pero es del pico para afuera, porque, tal vez, la pobreza es electorado cautivo que sirve para ganar elecciones.