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Ratifican condena por doble homicidio

Dos chicos de 17 y 18 años fueron asesinados en un radio de tres cuadras y otro resultó herido.

La madrugada del 16 de febrero de 2013, tres ataques a balazos enlutaron barrio Tablada.  Por ese hecho, en diciembre pasado condenaron a 20 años de prisión a un muchacho al que le adjudicaron gatillar desde la parte trasera de una moto que conducía un menor. Esta semana, la Cámara de Apelaciones en lo Penal confirmó la sentencia contra el joven, quien se había declarado inocente y negado a negociar una pena más leve en un juicio abreviado. Su defensor adelantó a El Ciudadano que va a plantear la inconstitucionalidad de la resolución por “arbitrariedad en la valoración de la prueba”.

En una extensa resolución, los jueces de Cámara Daniel Acosta, Guillermo Llaudet y Georgina Depetris confirmaron el fallo dictado a fines de 2016 por la jueza de Sentencia María Isabel Más Varela. En esa resolución, Joel Gabriel Ibarra, de 22 años, fue condenado a 20 años de prisión por los crímenes de Nicolás Horacio López, de 18, y Nicolás Iván Basualdo, de 17,  y el ataque a tiros contra Alan León.

Según los jueces, minutos después de la medianoche del 16 de febrero de 2013, Joel viajaba de acompañante en una moto conducida por Matute, como le decían a Matías Nahuel G., quien entonces no había cumplido los 18. A las 0.36 hicieron la primera parada frente a un pasillo de Ayacucho al 4000, donde había un grupo de muchachos. Entre ellos Nicolás López, que recibió tres disparos mortales en el hombre derecho, el brazo izquierdo y la cintura. Luego siguieron la marcha hasta una vivienda de Esmeralda al 3700, donde le dispararon a León, a quien la bala le fracturó el fémur y terminó con una varilla de titanio desde la cadera hasta la rodilla. La última parada fue en Grandoli y pasaje Page, donde Nicolás Basualdo recibió un balazo en el cuello que le salió por la sien. Joel fue detenido casi un año después, en enero de 2014. Y Matute cayó en octubre de 2015 luego de ingresar al hospital Provincial con un nombre falso y un balazo en el tórax. La Justicia de Menores lo declaró penalmente responsable del doble homicidio como partícipe necesario.

Arbitrario

Para el abogado defensor de Joel, Fausto Yrure, la prueba fue  valorada con arbitrariedad tanto en la resolución de primera instancia como en la confirmación de los jueces de Cámara. El defensor cuestionó con dureza la interpretación de los testimonios al resaltar que ninguno fue de primera mano. Dijo que las declaraciones nacen de rumores que todos repiten pero que al buscar el origen, no hay nada. “Se deformaba la interpretación de muchas cuestiones que habían mencionado los testigos, o sé ponía en boca de personas que declararon cosas que no declararon, o se elucubraban situaciones a partir de lo que los testigos habían declarado, pero completándolas con cosas que no habían declarado. Y que no sé si las infería la jueza de los que sí habían declarado, o directamente tergiversando lo que habían declarado”, explicó.

A ese “conjunto de arbitrariedades en la valoración de la prueba”, el letrado le sumó un argumento del camarista Acosta, quien realiza un análisis sobre los testigos que callan y, citando a Laclau, explica que el “silencio es un significante vacío” que el juez debe llenar por la vía interpretativa.

Para Yrure se trata de un argumento más que arbitrario: “Interpretar los silencios de los testigos como silencios producidos por el miedo y, a su vez, que todo eso implicaría que la persona acusada es la autora de los hechos es insólito. El testigo no dice nada pero se interpreta que ese silencio es por miedo, y que ese miedo significa que el autor del hecho es el imputado”, reprochó Fausto, quien adelantó que irá a la Corte.

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