La quietud, la congoja, la tristeza por la que atraviesa el personaje de El mar de noche, ese prodigio teatral que trajo a la ciudad, a comienzos de noviembre, al actor Luis Machín, protagonista del bello y doloroso texto escrito por Santiago Loza, dirigido por Guillermo Cacace, servirá de referencia para entender la capacidad de un actor que en cada trabajo logra correrse, por elección, de sus lugares de comodidad o seguridad.
Idiota se presentará este sábado a las 21, y el domingo a las 20.30, en el teatro La Comedia, de Mitre y Ricardone. Las entradas, en la boletería del teatro, o por Sistema 1000 Tickets
En la versión local de Idiota, escrita por el dramaturgo y director catalán Jordi Casanovas en 2014, y dirigida por Daniel Veronese, que este fin de semana se despide de los escenarios argentinos en Rosario después de su exitosa temporada porteña en el Picadero que arrancó en enero, el talentoso actor rosarino le pone el cuerpo a una especie de ratón de laboratorio, un taxista que por dinero acepta someterse a una pruebas psicológicas. Pero, como todo puede salir mal, lo que parece simple se vuelve complejo: el experimento se convertirá en una auténtica pesadilla de la mano de una psicóloga recreada por María José Gabin, quien a través de preguntas y enigmas lo obliga a dar lo mejor si quiere evitar un final trágico.
“Cuando comparamos la información masiva con la realidad, parece que todos estuviésemos como el personaje de esta obra, porque de algún modo todos somos víctimas de algún experimento”, dice Machín. “El planteo básico de la obra es el de un tipo en una situación casi desesperante, que nos interroga a todos acerca de qué está dispuesto a hacer cada uno o a qué echaría mano un hombre para solucionar un problema y poder salir de ese trance”, adelantó el actor a El Ciudadano que, como hace habitualmente, puso casi como condición que la obra pasara por Rosario sobre el final de su temporada, como lo hace con cada una de sus propuesta teatrales.
Comedia negra
“Mi personaje, un taxista, ve un aviso en el diario y piensa que va poder hacerse fácilmente de un dinero que necesita imperiosamente, y en muy poco tiempo. Es, claramente, una comedia, pero con ciertos ribetes oscuros que nos van introduciendo en un mundo que es más propio del thriller psicológico, porque todo se va complicando, más allá de que la gente, frente a eso que ve, se sigue riendo; sin duda esa risa es un escape frente a la dificultad que provoca lo que están viendo”, analizó Machín. Y completó: “Es un hombre que está siendo parte de un experimento, como pasa con muchos que se ven involucrados en este tipo de cosas en las empresas, en esas entrevistas de recursos humanos que por lo general colocan a la persona en un lugar de mucho desamparo; quizás estamos frente a alguien que se ha quedado sin trabajo y va a probarse en algún lugar, y de repente toma conciencia de que está metido en medio de un gran problema”.
En el laboratorio
“Este es un hombre que es tomado como un objeto de laboratorio frente a una psicóloga que propone un vínculo en el que ella está en una situación de poder, porque es la que ejecuta algo sobre él, sobre Carlos Varela, mi personaje. Estamos hablando de un poder psicológico; ellos se consideran científicos más allá de que nunca sabemos bien qué son. De todos modos, ellos tienen la manija de la manipulación, de la cabeza y de la emoción de este hombre”, evaluó el actor. Y profundizó: “La psicóloga marca el ritmo de la pieza, es la que opera sobre este taxista, porque en la versión catalana y madrileña era un señor que había puesto un karaoke. Acá es un taxista; nos acerca más a esos personajes que tienen una temperatura particular de lo social: este es un hombre entrador, simpático, que de a poco se va transformando en otra cosa para llegar, al final, a algo que dista mucho de lo que era en un principio”.
Caja de resonancia
El mundo del trabajo y sus arbitrariedades han sido temas transitados por una dramaturgia reciente y de gran impacto mundial, como pasó, en un comienzo, con El método Grönholm (2003), a la que le siguieron, entre otras, El Crédito o Jugadores.
“Ya hace unos años que varios autores vienen escribiendo sobre la temática del trabajo y sus consecuencias; sobre personas que se quedaron sin trabajo y están afuera del sistema”, dijo Machín. Y profundizó: “Estas personas, que por diversos motivos se quedaron afuera de todo, intentan desesperadamente volver a entrar a un circuito que les permita producir un dinero para vivir. En el caso de Idiota, Jordi Casanovas también pone en juego esta problemática que tiene resonancia a nivel mundial y sobre todo en la Argentina de hoy, porque el «gran ojo que todo lo observa» y que dirige los destinos y nos manipula está en todos lados”.
El actor, que lleva dos décadas radicado en Buenos Aires, hizo finalmente una analogía entre lo que le pasa al taxista de Idiota y la manipulación de la información en tiempos de la llamada posverdad. “A medida que pasa el tiempo y uno ávidamente va tratando de encontrar los medios y los espacios en donde poder informarse de manera fidedigna de cómo son los hechos, se va dando cuenta que estamos viviendo en un momento siniestro, ya casi ni somos los dueños de nuestras decisiones, porque están totalmente coptadas por canales informativos que no hacen otra cosa que habilitar la confusión y, frente a eso, la realidad nos habla claramente de otra cosa. Cuando comparamos la información masiva con la realidad, parece que todos estuviésemos como el personaje de esta obra, porque de algún modo todos somos víctimas de algún experimento. Estamos poniendo nuestra carne a disposición de este experimento perverso que los medios de comunicación hacen con nosotros. Son crisis que nos atraviesan y se repiten en el mundo, son estos giros a una derecha conservadora que no hacen otra cosa que dejar sin posibilidades a las clases más empobrecidas y, sobre todo, a una clase trabajadora que ve cómo todos los días se le cierran los espacios de desarrollo”.