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Los migrantes en la UE y una gran crisis humanitaria

La problemática de los refugiados sacude a toda Europa y no aparecen respuestas que ataquen el problema de fondo.

La llegada de refugiados a las fronteras exteriores de la Unión Europea (UE) se convierte en una crisis humanitaria por la tragedia a la que se enfrentan cientos de miles de personas. Aun superando el desafío de un viaje peligroso, incierto y muchas veces mortal, la realidad que espera a este flujo de migrantes está lejos de ser definitiva y segura.

Durante las décadas del 70 y 80 la llegada de refugiados a los países europeos era estable y se situaba en torno de las 100 mil personas por año.

Luego, debido esencialmente a la primera guerra en la antigua Yugoslavia de principios de los 90, esta cifra crece hasta 700 mil personas.

Pero en 2015 se da una aceleración importante del fenómeno y se supera levemente el millón de refugiados, de los cuales 942 mil personas solicitan asilo.

Las tendencias actuales son muy desiguales: por un lado se registra un nuevo aumento de la cantidad de llegadas ilegales a España a través del Mediterráneo. Salvamento Marítimo, ente público encargado de la seguridad marítima en aguas españolas, informa que de enero a octubre de este año se rescataron del agua 824 pateras (embarcaciones pequeñas utilizadas por los migrantes), mientras que en el mismo período del año pasado el número fue de 317.

En los primeros diez meses del año intentaron entrar a España por mar, de manera irregular, 16.010 personas; en el mismo período de 2016 fueron 6.556.

Por el otro, las llegadas de migrantes a Italia a través del Mediterráneo en 2017 disminuyeron fuertemente en comparación con el año anterior. Por ejemplo, en julio de este año 11.459 personas alcanzaron las costas de este país, la mitad respecto de las 23.552 de julio 2016. Entre las causas posibles de este descenso los especialistas mencionan las luchas entre las diferentes bandas que se dedican al tráfico de personas y al renovado papel de los guardacostas de Libia, que interceptan las embarcaciones ilegales.

Es claro que la caída del número de personas que logra llegar a las costas italianas no es un reflejo de una mejora en las condiciones en los países que expulsan población ni mucho menos.

Por su parte, en la tercera vía de acceso marítima, la ruta del Mediterráneo oriental a través de las islas griegas, los informes de las organizaciones internacionales dan cuenta de unas 4.900 personas en septiembre de 2017, la cifra más alta registrada en un solo mes desde marzo de 2016.

También en el límite exterior terrestre, al este de la UE, golpean con fuerza para intentar entrar: en la frontera entre Croacia y Serbia, en plena Ruta de los Balcanes, centenares de personas esperan una oportunidad para entrar en el territorio deseado, intentando una y otra vez burlar los controles.

Considerando las cifras totales, y según los datos de la Organización Internacional para las Migraciones, a lo largo de este 2017 llegó a Europa la mitad de migrantes respecto del año pasado pero la cifra de muertos se mantiene estable, llegando a las tres mil personas por año.

Los refugiados que arriban a Europa provienen de países sumidos en conflictos bélicos o situaciones de inestabilidad política, como Siria, Afganistán, Pakistán e Irak y países de África con pobreza extrema y/o conflictos internos, como Eritrea, Nigeria, Somalía, Marruecos, Sudán, Costa de Marfil, Gambia y Egipto. También expulsan población que llega a las puertas europeas de países como Nepal, Bután, Sri Lanka y Bangladés.

El reglamento vigente en la UE otorga la responsabilidad del examen de la solicitud de protección internacional al primer Estado miembro donde se tomaron las huellas dactilares o donde se haya presentado la solicitud de asilo.

En otras palabras, dispone que la solicitud sea examinada en el Estado por el cual el migrante entró a la UE, donde además, y no menos importante, debe quedarse hasta que su pedido obtenga una respuesta definitiva.

Uno de los principales objetivos de esta reglamentación es evitar que un postulante presente solicitudes de asilo en varios Estados miembros a la vez, pero estas disposiciones provocan una gran presión para España, Italia y Grecia, como también sobre los Estados del este de la Unión –Hungría, Chequia, Eslovaquia y Rumania–, países que funcionan como puerta de entrada a la UE y que deben alojar a grandes grupos de personas en los Centros de Acogida donde la espera puede demorarse meses y hasta años.

La postura de los distintos gobiernos nacionales europeos frente a la crisis migratoria está lejos de ser unificada y consensuada, a pesar de las recomendaciones de las organizaciones internacionales que se manifestaron al respecto.

Desde la posición oficial comunitaria se implementó un sistema de cuotas que adjudica a cada país un número de refugiados que debe ser aceptado voluntariamente.

Pero estas cuotas no se cumplieron y, luego de dos años de implementado el programa, apenas se estableció el 30 por ciento del número planificado originalmente.

El Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur) efectuó en septiembre del 2015 una declaración sobre la crisis de desplazados en Europa, donde clarifica una cuestión esencial para comprender y dar respuestas a la situación: Europa se encuentra frente a una crisis de refugiados, y no sólo frente a un fenómeno migratorio, porque las personas huyen para salvar sus vidas. No se trata solamente de migrantes económicos que optan por nuevos destinos para mejorar su bienestar o encontrar nuevas posibilidades laborales, que pueden dar cuenta de una parte de los flujos, sino mayoritariamente de personas cuyas vidas están en peligro y deben buscar un nuevo lugar para vivir seguros y en paz.

* Docente de las cátedras de Comercio Exterior y Elementos Generales de Metodología de las Ciencias Sociales de la Facultad de Ciencia Política y Relaciones Internacionales (UNR). Asesora Académica de la Maestría en Integración y Cooperación Internacional (UNR).

Espacio de colaboración entre este diario y la Escuela de Relaciones Internacionales de la Facultad de Ciencia Política y Relaciones Internacionales para promover la reflexión y opinión de los asuntos globales.

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