El sector empresarial ganó la pulseada. Las multinacionales General Motors y Unilever resolvieron los conflictos laborales que mantenían hace meses cuando los trabajadores aceptaron los montos de indemnización ofrecidos. Después de dos meses, los 65 despedidos de la fábrica de jabones de Villa Gobernador Gálvez aceptaron la propuesta de la empresa. Lo mismo hicieron más de 200 trabajadores de los 350 suspendidos de la automotriz de Alvear. Otros 50 regresaron a la fábrica y el futuro de los últimos 25 sigue en suspenso hasta el 31 de diciembre. Pese a los reclamos, las audiencias y las luchas gremiales, los trabajadores cedieron ante la postura radical de las empresas, que privilegiaron las ganancias sobre la oferta de trabajo. Unilever seguirá produciendo con dos líneas menos y traerá jabones desde la sucursal brasileña. General Motors sumó robots para reemplazar la mano de obra humana y repartió las tareas entre los operarios que siguieron en la planta. En un contexto de inflación y ajuste, los trabajadores fueron los primeros en sufrir el recorte.
General Motors
El jueves 30 de noviembre se cumplieron los nueve meses del acuerdo que la automotriz General Motors (GM) firmó con Smata para suspender 350 trabajadores desde el 1º de marzo. Cerca de 50 empleados de la planta de Villa Gobernador Gálvez regresaron a los puestos de trabajo y más de 200 tomaron la indemnización que ofreció la empresa. Hace 15 días el gremio pidió extender el acuerdo hasta el 31 de diciembre y ganar tiempo para definir el futuro de los 25 trabajadores que no aceptaron la plata y quieren volver a trabajar. Desde el sindicato dijeron que la firma anunció que el 1º de enero estarían desvinculados.
“Estamos peleando para hacer entrar a los que quedan. Hace dos meses regresaron más de 50 trabajadores en dos etapas. Queremos que terminen de entrar todos y la fábrica no quiere”, explicó Marcelo Barros, secretario gremial de Smata.
Los 25 trabajadores que esperan regresar a la planta tienen entre 25 y 35 años y cumplían funciones en los sectores de ensamble, chapa y materiales. Las tareas que realizan desde hace 10 años los lesionaron en distintas partes del cuerpo. Son intensas y repetitivas. Requieren manejar máquinas pesadas y estar en posiciones incómodas.
“En dos minutos tenés que hacer 20 operaciones: montar piezas o soldar un auto uno tras otro. Durante las nueve horas de la jornada laboral tenemos 10 minutos para descansar y media hora para comer. Ese ritmo nos generó lesiones en muñecas, túnel carpiano, tendinitis, hombros y hernia de disco. La inserción en otro trabajo es difícil”, dijo Germán Tonero, delegado de GM.
Durante diciembre los 25 trabajadores seguirán cobrando el 55 por ciento del sueldo, como hicieron durante el último trimestre. Tonero explicó que la mayoría de los suspendidos se quedó sin obra social desde junio. “No formó parte del acuerdo. Sólo la mantuvieron los asociados a Smata y son minoría”, agregó.
El 26 de diciembre la planta cerrará por vacaciones hasta el 16 de enero de 2018. Antes deberá definir la situación de los 25 suspendidos.
Productividad
Barros explicó que la empresa justificó los despidos porque bajó la productividad. Dijo que de 26 autos que fabricaban por hora en 2016 pasaron a 14.6. La oferta laboral se resintió además por la incorporación de maquinarias que reemplazaron la mano del hombre. “Pusieron seis robots que hacen el trabajo de 160 personas. Pedimos que las acomoden en otros sectores porque consideramos que no sobra gente”, dijo el dirigente sindical y aclaró que la planta sólo está fabricando el Cruze II.
Para el delegado Germán Tonero la ecuación de productividad fue favorable a la empresa. La baja en la producción se compensó con las suspensiones y dio como resultado un aumento en la productividad de un 15 por ciento.
“La producción bajó un dos por ciento y echaron a un 30 por ciento del personal, generando ganancia. Agregaron nuevas operaciones a los que quedaron y el trabajo que antes hacían 30 personas ahora lo hacen entre 20”, explicó Tonero.
El conflicto
El lunes 6 de marzo 350 trabajadores de General Motors no pudieron ingresar a la planta. Dos días antes, una voz femenina les había avisado por teléfono que la empresa decidió suspenderlos hasta el 30 de noviembre. Unos 250 eran del turno mañana y el resto de la tarde. El gremio avaló el acuerdo y dijo que fue para evitar despidos. Varios delegados se opusieron. Hicieron marchas y fueron hasta el Ministerio de Trabajo de la Nación pero no lograron revocarlo.
Durante los 9 meses que siguieron los empleados de la automotriz dejaron sus tareas y cobraron el 85 por ciento de los sueldos durante los primeros tres meses, el 65 por ciento, los tres meses siguientes y un 55 por ciento para el tramo final. Antes de que venciera el plazo, cerca de 50 trabajadores volvieron a los puestos de trabajo y más de 200 tomaron la indemnización que ofreció la empresa. La incertidumbre sigue sobre el destino de los 25 compañeros suspendidos que no aceptaron la plata y quieren volver a trabajar.
Unilever
Después de casi un mes y medio de conflicto, los 65 despedidos de Unilever aceptaron las indemnizaciones ofrecidas por la empresa y abandonaron los puestos de trabajo. Unos 30 empleados ya habían aceptado la oferta el mes pasado. El jueves 7 venció el segundo plazo de la conciliación obligatoria dictada por la cartera laboral. El lunes anterior la totalidad de los despedidos había acordado el cobro de las indemnizaciones por el doble del monto que les correspondía. La empresa dijo que no habrá despidos en 2018. Desde que el conflicto se inició, la multinacional sostuvo la decisión en todas las reuniones argumentando que el costo laboral era muy alto. Con los despidos se bajaron dos líneas de producción de los jabones Lux y Dove que ahora traerán desde la planta de Brasil. Unilever es la única fábrica de jabones de la provincia y tiene ocho sedes en todo el país. En 2017 importó 2.010 toneladas de jabón desde la planta carioca, un 341 por ciento más que en 2015.
“Ofrecieron el doble de indemnización. Se terminaron los tiempos y al no haber otra salida los trabajadores aceptaron. Hasta el último día peleamos por la reincorporación y contra los despidos”, contó a El Ciudadano Matías Rodríguez, secretario general del Sindicato de Jaboneros.
Durante las sucesivas audiencias en el Ministerio de Trabajo, donde participaron los ministros de Trabajo Julio Genesini y de Producción, Luis Contigiani, la firma mantuvo la postura y ratificó la necesidad de bajar una de las ocho líneas de producción.
A mediados de noviembre, unos 30 trabajadores ya habían aceptado la importante oferta monetaria de Unilever. Los días pasaban y el acuerdo parecía cada vez más difícil. El 30 de noviembre fue la última audiencia en la cartera laboral y el jueves 7 venció la segunda conciliación obligatoria. Para el lunes de esa semana los cerca de 30 trabajadores que aún no habían firmado la indemnización, aceptaron la propuesta.
“Nos daba bronca pero entendemos a los compañeros. El tema es que no se haga costumbre de la empresa”, agregó Rodríguez. El sindicalista dijo que la firma tomó el compromiso ante la cartera laboral de no continuar con los despidos durante 2018.
Para el intendente de Villa Gobernador Gálvez, Alberto Ricci, los despidos marcan un cambio en la relación entre el gremio y la multinacional. “Vimos que cuando la empresa se propone algo no da marcha atrás. La competencia de Unilever son ellos mismos con sucursales en Brasil, Colombia y México. Si no cumplen con los parámetros de costo de producción, traen los productos desde las plantas de allá”, explicó Rucci.