En otra sesión maratónica, Cambiemos logró esta medianoche en la última sesión del año en la Cámara de Diputados aprobar y girar al Senado el proyecto de Presupuesto 2018.
Tras casi 13 horas de debate, el tablero del recinto reflejó 165 votos afirmativos, 64 negativos y una abstención.
Para alcanzar ese score, el oficialismo logró sumar los votos de los diputados del interbloque Argentina Federal, del Frente Renovador y del bloque Evolución Radical que lidera Martín Lousteau.
Por el contrario, el Frente para la Victoria-PJ, el Movimiento Evita y el Frente de Izquierda ratificaron su voto negativo y hablaron de un «presupuesto de ajuste y endeudamiento».
En el marco de un fin de año tenso por la resistencia que despertó en un sector de la sociedad el tratamiento exprés de reformas económicas exigidas por el gobierno (especialmente la previsional), Cambiemos afrontaba en esta sesión la última asignatura del año, con el Presupuesto como foco central.
El temario de la sesión también incluía el tratamiento de la prórroga del impuesto al Cheque, la ley de Consenso Fiscal, y la de Responsabilidad Fiscal y Buenas Prácticas de Gobierno.
El debate
El cierre del debate estuvo a cargo del jefe del interbloque de Cambiemos, Mario Negri, quien destacó el Presupuesto pero advirtió que para achicar un punto el déficit fiscal va a haber que «correr la coneja porque el gasto fijo es muy fuerte».
Previamente, el jefe del bloque del FpV-PJ, Agustín Rossi, asimiló el presupuesto presentado por el oficialismo como una «fotografía de una política económica que está dañando al conjunto de los argentinos» y que está conduciendo a un «callejón sin salida».
El debate había sido inaugurado por el miembro informante del oficialismo, Luciano Laspina (PRO), quien destacó que una meta planteada en la discusión del Presupuesto 2018 será la reducción en un punto del PBI del déficit fiscal, llevándolo al 3,2%.
También señaló que se prevé un crecimiento económico del 3,5%, una inflación promedio del 15,7%, un dólar a $19,30, y un incremento de la inversión del 12%.
Al margen de las proyecciones macroeconómicas, Laspina se refirió a la composición del gasto y al respecto detalló que en los años del kirchnerismo «las ampliaciones presupuestarias representaron en promedio el 18 por ciento de los créditos iniciales», lo cual desembocaba en una asignación «discrecional» de recursos por parte del Poder Ejecutivo a través de decretos de necesidad y urgencia.
«Hacían de esta ley de presupuesto un verdadero dibujo y un sinsentido», cuestionó el legislador santafesino, que acto seguido marcó la diferencia respecto del Presupuesto 2017 confeccionado por el macrismo, respecto del cual se verificó un «desvío de apenas el 2,8 por ciento», en tanto que «las modificaciones presupuestarias representaron un 0,3 por ciento del crédito inicial».
Laspina reseñó, en este sentido, que el 2014 marcó el «pico histórico» en términos de desvío presupuestario, alcanzando el 34 por ciento: «Fue decidido arbitrariamente por el Gobierno nacional riéndose del Congreso nacional».
Por otra parte, recalcó que el diseño presupuestario sintetiza «una ingeniería política y fiscal de enorme magnitud» porque al mismo tiempo que contempla una baja de la presión impositiva para cumplir con las «metas de solvencia fiscal», no escatima en recursos dirigidos a «reducir la brecha en materia de deuda social e infraestructura».
«Estamos hablando de una ingeniería política y fiscal de enorme magnitud, quizás el desafío más grande que tenemos los argentinos para poder salir adelante, crecer sin tener una nueva crisis en el futuro», afirmó.
Al adelantarse a las críticas de la oposición respecto del financiamiento del gasto con el aumento de la emisión de deuda, Laspina explicó que el nivel de endeudamiento que tiene Argentina en la actualidad, cercano al 28 por ciento, «es absolutamente sostenible» y está por debajo del promedio latinoamericano del 42 por ciento.
Sin embargo, el diputado del Frente para la Victoria-PJ Axel Kicillof fue muy duro respecto del nivel de endeudamiento fijado en el Presupuesto, en el que los servicios de deuda aparecen como el principal gasto de la administración central.
Luego de denunciar que los intereses de la deuda pública crecieron un 72 por ciento, y que el año que viene el Estado nacional desembolsará 406.000 millones de pesos en ese concepto («cuatro veces de lo que le sacan a los jubilados»), consideró que el Presupuesto 2018 «nace muerto» y expresa el «programa económico neoliberal».
Para Kicillof, el proyecto «nace muerto» y «no sirve» porque en el momento en que fue presentado en septiembre pasado no tomaba en cuenta los efectos del paquete de «reformas pésimas» que viene siendo tratado en diciembre en el Congreso.
«Es letra muerta. No lo pueden cumplir. Nace muerto este presupuesto porque no incluye las reformas que han aprobado», juzgó el exministro de Economía, que adelantó que el kirchnerismo votaría en contra como «testimonio de nuestra defensa de los intereses populares».
«Necesitamos que defiendan a la clase media, a los jubilados donde tienen una base electoral. Pero ustedes ya soltaron el ancla y están aplicando el programa económico neoliberal», sentenció Kicillof, que comparó el rumbo actual de la economía con las políticas económicas de Domingo Cavallo en los noventa.
A su turno, Diego Bossio (Bloque Justicialista) afirmó que cree «cada vez menos en el presupuesto como un instrumento de política económica» ya que «las facultades que tiene el Poder Ejecutivo son cada vez mayores».
Si bien reconoció que el Congreso «no puede involucrarse en la política monetaria», advirtió que las decisiones en esa materia, en particular los movimientos del tipo de cambio y de las tasas de interés, son determinantes en la definición de «la estructura económica y del perfil productivo» del país.
Por su parte, Graciela Camaño (Frente Renovador) recordó que el año pasado el oficialismo «subestimó la inflación y sobrestimó el crecimiento» en la elaboración del presupuesto, y señaló que cuando eso sucede «hay gato encerrado».
«Cuando un presupuesto subestima la inflación y sobrestima el crecimiento, hay gato encerrado. Es un ajuste encubierto. Si yo proyecto gastar el año que viene un 16 por ciento más pensando que la inflación va a ser un 15,7, significa que voy a gastar un poquito por encima que la inflación, pero si después la inflación es del 20, significa que gasté menos que la inflación.
Es decir, achiqué el gasto, lo ajusté. Lo cual, como está dado el escenario, parecería que va a ser un dato de la realidad», advirtió.
Lucila de Ponti (Movimiento Evita) resaltó que el incremento en el pago de servicios de deuda refleja «el camino que está tomando este proyecto de país, que es de una fuerte dependencia respecto del endeudamiento público e internacional», en tanto que Nicolás del Caño (PTS-Frente de Izquierda) definió el proyecto de Presupuesto como «de ficción», y que en definitiva busca «beneficiar al gran capital en detrimento de las condiciones de las grandes mayorías populares».
Más cerca de las posiciones del oficialismo, Martín Lousteau (Evolución Radical) consideró «muy sano volver a tener un presupuesto más allá de las diferencias tanto en las proyecciones como en las prioridades del gasto».
«En marzo del 2014 ya se había cumplido la meta inflacionaria para todo el año. Lo mismo había pasado con el valor del dólar», denunció el exembajador ante Estados Unidos, y agregó: «Si uno mira las subestimamaciones de recursos entre 2003 y 2015, que después debido a las facultades delegadas se podían administrar de manera discrecional, eso equivale a un presupuesto entero».