Máquinas Guerreras es un grupo de chicos que juegan al fútbol con una particularidad: lo hacen en sillas motorizadas. Se juega cuatro contra cuatro, en dos tiempos de 20 minutos y con un jostick que posibilita la movilidad de los jugadores. Del powerchaire, como se llama la disciplina, participan chicos y chicas que tienen patologías severas vinculadas a atrofia muscular espinal.
Este año, el primer equipo de Central salió campeón del torneo nacional, participó de la Copa Libertadores de América en Brasil y clasificó para la del año que viene. En tanto, el elenco alternativo se quedó con el segundo puesto y ganó el premio “fair play”. Cuatro de los guerreros forman parte de la selección argentina y ese también es un sueño cumplido. Pero muchas veces, es un detalle o un “plus”.
Lo importante es “que traten de incorporarse algo que se puede hacer, motivarlos para el lado de la integración, de lo colectivo”, afirmó José Orge, DT de la segunda categoría y papá de uno de los campeones. Junto con Cristian Buschiazzo, técnico de la primera, coinciden en que lo más gratificante del deporte es “el hecho de ser parte de un grupo que involucra lo colectivo, reconocer al otro como tal y ponernos en su lugar”.
En la provincia, Central es el único club donde puede practicarse powerchaire. Hay sedes en Mar del Plata, Córdoba, Buenos Aires y Bahía Blanca. Lo que se busca es que se ramifique el deporte y que se difunda en todo el país.
“La idea es proyectar para adelante, que se integren más chicos para poder crecer. Que tengan una actividad que es lúdica, más allá de que es un deporte competitivo, forman parte de un juego”, cuenta José.
Pero es una realidad que muchas veces hay impedimentos, principalmente económicos. Las sillas que se utilizan son muy caras, como así también la movilidad especial para trasladar a los chicos. Aunque con esfuerzo y apoyo, estos “guerreros” consiguieron superar muchos obstáculos.
El deporte como motor para la inclusión, eso se busca desde powerchaire, sin embargo, muchas veces no alcanza. “También se deja afuera a mucha gente por este factor económico, no todos pueden acceder y son muchas las variables: la posibilidad de disponer de la movilidad, los medios y las sillas óptimas para competir y entrenar”, afirmó Buschiazzo. Por eso, la importancia de que el deporte se difunda, para que crezca y ese factor económico no sea tan determinante.
El domingo pasado tuvieron el merecido reconocimiento del club en la fiesta del deporte amateur. Allí dijeron presentes varios de los jugadores para recibir el trofeo canalla y mostrar lo que hacen.
El soporte de Central, los subsidios de la provincia y de la municipalidad, sumado al enorme esfuerzo que hacen las familias fue (y es) fundamental para este presente de las máquinas.
Las Máquinas Guerreras son mucho más que un equipo de fútbol de powerchaire. Son chicos que tenían el sueño de jugar a la pelota, que unieron sus caminos y juntos pudieron cumplirlo.