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La pobreza mata: nena de 12 años murió electrocutada

El cable de la conexión clandestina a la red eléctrica se peló y dejó bajo tensión las chapas de la humilde vivienda. La pequeña se apoyó en una de ellas para cargar el lavarropas y falleció en el acto

La situación de pobreza y precariedad está en el origen de una nueva tragedia en Villa Gobernador Gálvez: Zaira Lucía tenía 12 años, este domingo ayudaba con el lavado de la ropa familiar cuando se apoyó en una de las paredes de chapa de su humilde vivienda y ese movimiento, rutinario, le causó la muerte por electrocución. El cable de la conexión clandestina a la red de energía se había pelado por el movimiento del viento y el roce con el filo de las chapas, y las dejó bajo tensión.

El hecho ocurrió en la casa donde vivía la pequeña, en San Lorenzo al 1900 de la ciudad vecina.

Según las primeras informaciones, la niña falleció en el acto, y su cuerpo fue trasladado por el servicio de emergencias Sies hasta el Hospital Gamen. En ese centro de salud, hubo algunos momentos de tensión con familiares en esas circunstancias, por lo que fue pedida la intervención policial sin que esos incidentes pasaran a mayores.

El cuerpo fue remitido por orden de la Fiscalía al Instituto Médico Legal de Rosario (IML) para precisar las causas del deceso. Hasta el momento, la versión que se tiene es la de la madre de la chiquita, María Elena Nichea, de 28 años, y otros familiares. El fiscal de la Unidad de Homicidios Culposos, Walter Jurado, está a cargo de la investigación.

Las familias que habitan el humilde barrio galvense que se extiende a metros del arroyo Saladillo ni sueñan con poder pagar el servicio de energía eléctrica. Como en tantos otros lugares de esa ciudad, y de Rosario, se conectan clandestinamente a la red de la EPE. Esto quiere decir, además, en forma precaria y peligrosa. El cable que alimentaba a la casa de Zaira también lo hacía, a través de un empalme, a la vivienda vecina. En una parte de su trayecto pasaba cerca de la unión de las chapas de techo y pared de la vivienda. El movimiento causado por el viento hizo el resto: la aislación se peló por el roce filoso de los cantos, el alambre tocó el metal y lo dejó con 220 voltios. Zaira, este domingo, ayudaba a su familia con las tareas domésticas. Cuando cargaba el lavarropas, se ayudó apoyándose en la pared de chapa y esa rutina, esta vez, resultó fatal.

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