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Juan Mascardi ganó el Premio de Periodismo Rey de España

“Suena el teléfono casi de madrugada y uno se entera que se ganó el premio Rey de España de Periodismo Iberoamericano. Y así ando, a los saltitos”, escribió a través de la red social Twitter el periodista, productor audiovisual y docente colonense radicado en Rosario Juan Mascardi. La noticia sigue dando la vuelta al mundo.

Es que los premios internacionales de periodismo Rey de España tienen por objeto reconocer, nada más y nada menos, que la labor informativa de los profesionales del periodismo de lengua española y portuguesa de los estados que integran la Comunidad Iberoamericana de Naciones y de los países con las que España mantiene vínculos de naturaleza histórica y cultural.

Mascardi resultó ganador junto con el costarricense Alexánder Rivera González, la portuguesa Rute Isabel da Silva Fonseca, el colombiano Santiago Saldarriaga, el cubano Julio Batista Rodríguez, la brasileña Patricia Toledo de Campos y la española residente en Venezuela Alicia Hernández Sánchez, todos en diferentes categorías.

El reconocimiento, dotado de un premio económico y una escultura del artista Joaquín Vaquero Turcios, se hizo público este jueves. Es por un artículo publicado en 2017, en el diario cordobés La Voz del Interior. En esa crónica, el periodista contó la historia de Guillermo Martín Farré, un futbolista del club Belgrano de Córdoba que, pese a no ser un goleador, en el partido más importante de la historia del club, marcó el gol que significó el ascenso del equipo a primera, y el descenso de River Plate.

“Todavía estoy que no caigo”, le confió Mascardi a El Ciudadano este jueves por la tarde. Con una mezcla entre alegría y euforia, el periodista expresó: “Estoy tratando de internalizar la dimensión del reconocimiento. En ese sentido, utilizo la misma metáfora de la crónica de Farré para mirar el recorrido y no detenerme en el éxtasis del premio, para poder mensurar el recorrido realizado desde que empecé a escribir”. Tras el reconocimiento, El Ciudadano mantuvo un diálogo con el periodista en el que reflexionó sobre uno de sus oficios predilectos: narrar.

—En una charla hace varios años comentaste que los momentos más lindos que quisieras conservar para siempre tenían que ver con la construcción de relatos. Te convertiste en un narrador profesional cimentando tu carrera sobre una búsqueda que te atravesó desde la primera infancia en la relación con tu padre, y llega estos días…

—Mientras te escuchaba pensaba también en cómo somos puentes. Pensaba en mi vieja y en mi hermana que vienen del lado de la literatura, en mi viejo, del lado de la narrativa, y de la historia de vida;  me empecé a sentir y ver más como padre. Y esa admiración extrema que tuve con mis padres, en algún momento empecé a atravesarla de un modo más consciente siendo yo papá, como narrador, con mi hijo. Estoy todo el tiempo desmenuzando universos en relación con la mirada de un chico. Y hablo en tono personal porque no es casual que uno empiece a sentirse consolidado en lo que hace, en este caso en las crónicas. A ellas llegué más tarde que con lo audiovisual, donde tengo una formación académica.

—¿Los premios y reconocimientos, ¿son importantes en tu caso?

—Los premios a mí sí me funcionan; sería un hipócrita si dijera lo contrario. Son un empujón, como una rúbrica y un respaldo, sobre todo porque empecé a escribir sin un medio. La crónica (ganadora) la empecé a escribir sin saber a dónde se iba a publicar: quería ir más por el relato que por el medio; se trata de cambiar el eje del paradigma en el que me formé.

—Uno de los grandes méritos es poder pensarse como narrador más allá del lugar donde esa crónica será publicada. ¿Eso te habilita a estar abierto a tu propia agenda, a caminar el mundo?

—Pienso en las historias que sólo uno puede contar de una determinada manera. Las historias no son de nadie pero hay algunas que sólo nosotros podemos contarlas de esa manera. Nada te impide escribir una historia. Hoy ni siquiera lo tecnológico. De alguna manera, cuando empecé a escribir, traté de quebrar el modelo propuesto por Juan Pablo Meneses del “periodismo ambulante”, de recorrer el mundo para narrarlo. Si no puedo viajar, empiezo a contar las historias más próximas. Se puede hacer si tenemos la vocación de narrar y la humildad de ser corregidos, porque esto es un trabajo colectivo que implicó a un corrector que es Antonio Galimany, mi editor, y nos llevó casi seis meses de arduo proceso.

—¿Cómo fue que te interesaste por esta historia de Farré y supiste que había algo más para contar?

—Yo soy hincha de Boca y cuando Guillermo le metió el gol a River yo sentí que la historia iba a ser muy injusta con él, que el periodismo deportivo lo iba a catapultar a la cima por ese gol y se iba a olvidar de todo el proceso. A Guillermo lo conocía cuando en 2001 yo me vine a Rosario; con él nos juntábamos cuando no teníamos un mango y teníamos una supervivencia colectiva.

—¿Cómo diagramaste la nota?

—Cuando pensé la estructura narrativa de la crónica lo hice con la idea de un peregrino: es futbolista pero podría ser cualquier otra cosa, pensé. Empecé a jugar con esa idea y que el gol, en realidad, era un gran error para la fama y la celebridad involuntaria. Pensé que el tipo no buscaba eso sino una vida tranquila y jugar en primera. Sentí que la trama de la historia debía pasar por las elipsis, por lo que yo no contara. Después de ese gol se vino a vivir a Rosario. Un día nos pusimos a charlar, eso se transformó en una entrevista en profundidad, y ahí le di ese tono. Primero con mucho prurito de incluir la primera persona y después decididamente así.

—¿Cuál es el mensaje que le darías a alguien que quiere empezar a contar historias?

—Primero que traten de encontrarles un valor añadido a esas historias; que no hay historias de grandes o pequeñas escalas, las historias son en sí mismas. Les diría que traten de buscar algo singular y que sepan, no obstante, que no todos los personajes tienen algo para decir, hay que saber también elegir. A veces uno magnifica de antemano y no encuentra después una densidad o un peso en torno a esa historia. Les recomendaría que apuesten en dos sentidos: ir más por la narrativa que por el medio, y que la propia historia, o la hoja en blanco, sea un espacio de interpelación. Para mí la crónica es un acto de generosidad. Consigan un editor y entiendan que él no será  un corrector sino parte del proceso creativo. La escritura y todo el proceso de elaboración de la historia es un acto de generosidad.

 

Trayectoria

Juan Mascardi nació en Colón (Buenos Aires) en 1974, y se licenció en Comunicación Social, con especialidad en Comunicación Digital, por la Universidad Nacional de Rosario. Desde entonces trabajó en varios medios locales, nacionales como La Nación e internacionales. Actualmente es director de la carrera de Comunicación Social de la Universidad Abierta Interamericana sede Rosario y coordina la sede argentina de la Fundación del Español Urgente (Fundéu), que tiene como cometido principal brindar recomendaciones lingüísticas para los profesionales del periodismo argentino. En el plano del audiovisual realizó los documentales  Gud Morning Colón (2005), Querido Doctor (2009) y Tras los pasos de El Hombre Bestia (2012). También fue coordinador del impactante proyecto transmedia Abrazos de agua. Es autor del libro Ni tan héroes, ni tan locos, ni tan solitarios, donde se incluye la crónica de Guillermo Farré.

Lee la crónica ganadora haciendo click aquí

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