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“Milagro Sala está en cada jujeño que se ve en la película»

El cineasta rosarino se encuentra en Jujuy rodando “El Desentierro”, su próximo film. Desde allí habló sobre la trama que propone esta road movie en medio de una festividad típica de pueblos originarios como es el Carnaval.

El cineasta rosarino Claudio Perrin se encuentra por estos días en Jujuy rodando lo que será El Desentierro, su próximo film, sucesor de Umbral, aquel inspirado en la muerte violenta de David Moreira que cosechó premios internacionales en México, Rumania, Rusia, España, Portugal, China, Londres y Estados Unidos, entre otros destinos.

En su nuevo trabajo aún en desarrollo, también con su productora Zahir Films, el director y guionista propone una road movie sudamericana en medio de una festividad típica de pueblos originarios como ser el Carnaval, para contar la historia de una pareja (interpretada por Claudia Schujman y Roberto Chanampa) y un niño (Zahir Perrin) que escapan hacia el norte argentino con un botín de dólares y quedan varados en Jujuy. “La relación de los dos (adultos) se deteriora cuando el niño se pierde en el Carnaval Jujeño y la traición aguardará escondida en el diablo carnavalero hasta ser desenterrada al año siguiente, en el próximo Carnaval”, anticipa la storyline.

Entre otros reconocimientos, el guión de El Desentierro fue seleccionado para el concurso de guion inédito del Festival Internacional de Nuevo Cine Latinoamericano de la Habana (Cuba) e invitado a participar en Ventana Sur Producers Network, Marché du Film, Festival de Cannes, y a la rueda de negocios del Mica.

“<El Desentierro< será la primera ficción que se desarrolla en Humahuaca en el contexto del Carnaval. Se han hecho documentales pero ésta será la primera ficción”, contó Perrín, entusiasmado con el desafío de filmar a más de cuatro mil metros de altura. En un parate del rodaje en Jujuy, y a través de la frágil señal de celular, el director y guionista rosarino, conversó con El Ciudadano y anticipó cómo será el film que espera ver la luz en 2019.

—Resulta interesante leer la sinopsis argumental de la historia. Nació hace dieciocho años cuando conociste la festividad ¿Qué te movilizó a escribirla?

—Lo que me movilizó a escribir El Desentierro fue que, en el 99, vine por primera vez a Jujuy, a Las Quebradas, al Carnaval. Esta festividad me fascinó y quedé “atrapado”, como se dice acá, por el Carnaval. Me pareció un contexto interesante y muy rico para desarrollar una ficción.

—Tus films anteriores dejan un mensaje y están atravesados por lo político ¿Qué te llevó a Jujuy, existe alguna vinculación o metáfora, más allá del Carnaval, con la detención ilegal de Milagro Sala en esa provincia?

—Yo creo que desde el año 99 cuando empecé a escribir el guión, hubieron sucesivas versiones que se fueron modificando con el contexto sociopolítico de la Argentina. Hoy en día, llegando al rodaje de El Desentierro, lo de Milagro Sala, sí me parece que está flotando en la historia y en la trama. En las imágenes también estará más que presente porque hay un barrio de la Túpac Amaru. Sí está presente el tema de la cultura y la idiosincrasia jujeña que yo adoro pero que, para mucha gente del país, resulta incomprensible en relación con sus tiempos, sus costumbres, sus formas de ser y de ver la vida. Son totalmente distintas al que se tiene en las grandes urbes del país. Es otro mundo. Y eso es lo que me interesó mucho de retratar en la historia: cómo estos protagonistas que vienen de Rosario se encuentran con esta cultura que, de repente, los apabulla. Todo eso está presente. Y Milagro Sala está en cada jujeño que se ve en esta película.

—¿Cuáles son los mercados para un cine que se hace por fuera de lo comercial?

—Los mercados del cine independiente son muy restringidos. No hay posibilidad de difundirlo masivamente; solamente podemos encontrar algunas salas independientes en el país y el exterior y a veces con una sola función, como algo especial. No hay mercado para esto.

—“Umbral” es un ejemplo de que se pueden hacer films comprometidos por fuera del mercado…

—Yo creo que sí se puede hacer un cine conmemorativo por fuera del mercado. Con más razón, que circule por el mundo a través de festivales y salas independientes. Me parece que lo comprometido en el cine independiente tiene que ser casi una norma. Uno acá tiene una libertad para expresarse que muchas veces en el cine comercial es restringida por motivos ideológicos o comerciales.

—¿Cómo fuiste trabajando la historia, sus personajes y conflictos?

—Desde que estuve acá en Humahuaca aquella vez en el 99 donde nació el primer borrador, lo que me interesó fue esta especie de choque de dos culturas o subculturas: una urbana y otra como más relacionada a los pueblos originarios, y ver cómo estos personajes con ciertas características citadinas, se van encontrando, paso a paso, con esta cultura. Con respecto a los conflictos que se generan entre los personajes, en el medio de la festividad hay como una especie de contrapunto en la alegría que tiene este pueblo en el Carnaval y la disolución y oscuridad que está teniendo esta pareja. Fui ahondando más que nada en eso. También fui tomando referentes de personajes con gente que conozco, características personales de unos y otros, combinándolas en una sola persona; una cosa que a mí me gusta mucho hacer en las películas.

—Persiste una pregunta: ¿Qué pasa con las almas humanas cuando el diablo anda suelto, qué te inspiró del Carnaval?

—Acá hay una creencia de los lugareños que me gusta mucho y que dice: “En el Carnaval todo puede pasar”, en el sentido que cuando se libera el Diablo en el Carnaval, “uno no tiene la culpa de nada”. Esa me parece una frase muy interesante. Todos le achacan la culpa al Diablo que anda suelto. Eso está más referido a lo picaresco, a la alegría, pero a mí me pareció interesante reflejar y jugar en ese sentido con los personajes de la trama. Me parece que está interesante que nosotros podamos lograrlo, con las actuaciones de Claudia y Roberto que son excelentes y me encantan, tratando de hacer una proyección en estos personajes, que algo los toma y los desvirtúa, y los lleva para otro lado que ni siquiera ellos saben dónde termina, en medio de la locura de cada uno, y de cómo se va disolviendo la unión que tenían desde el principio de la historia.

—Más allá de ser tu compañera, Claudia se convirtió en una actriz fetiche de tus films…

—Con respecto a trabajar con Claudia, que yo considero una gran actriz y muy dúctil, está bueno contar que hace catorce años que la conocí y le propuse este proyecto. El Desentierro tiene una larga historia, no solamente de guión, sino también de proyecto y de sueño, donde ella estuvo involucrada desde ese tiempo por lo que estamos acá embarcados cumpliendo ese sueño. Trabajar con Zahir, nuestro hijo, es algo maravilloso que ya lo venimos cumpliendo con El Cuento que es un largometraje que estamos terminando. Es una cuestión muy afectiva para mí trabajar con nuestro hijo. Nuestra idea es que quede una película, no solamente para los demás, sino también para él: que sea una cuestión muy personal para él, que le quede como un recuerdo cuando yo ya no esté acá… algo así. Con Claudia integramos Zahir Films y venimos produciendo en ese sentido. Al haber sido complicada esta producción, que por fin la pudimos llevar adelante, fuimos haciendo otras cosas para poder seguir generando contenidos, proyectos, sueños y placeres. En ese contexto se dio Bronce, Umbral, El Cuento, y nos pareció que ya no podía esperar más este film así que acá estamos.

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