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Docente, dirigente y el alma mujer de Mercadito

Adriana Lofiego fue dirigente del club Social Lux en una época en la que la institución, como otros espacios, veía con extrañeza la participación femenina en la toma de decisiones cuando de por medio había una pelota de fútbol.

A finales de 2017 la Asociación Rosarina organizó un torneo de fútbol femenino donde estuvo en juego la Copa Adriana Lofiego, dirigente histórica de Social Lux, que falleció el 12 de octubre. El campeón fue Rosario Central que le ganó la final a Argentino.

El presidente de la Rosarina, Mario Giammaría, y el Comité Ejecutivo decidieron homenajear a la directiva de “Mercadito”–como se conoce al club–. Fue por la importancia que tuvo la mujer en su paso por la institución del barrio Ludueña.

Adriana llegó a Social Lux a principios de la década del 80. Acompañaba a su hijo más grande en los primeros pasos por el fútbol infantil. A partir de ahí colaboró en una institución que en esa época, al igual que casi todas las demás, era dominada por hombres. Docente de profesión, fue miembro de la subcomisión de fútbol infantil junto a otros padres. Con el correr de los años ganó espacio y organizó torneos multitudinarios. Ayudó en cada fiesta para conseguir recursos económicos y empezó a sentir que Mercadito era su segunda casa. No estaba sola. Su marido Enzo, otro histórico dirigente del Verde, estaba a su lado.

En la década del 90 Adriana formaba parte de la comisión directiva del club. Fue una de las primeras mujeres en involucrarse de lleno en el progreso de la institución rosarina. Durante muchos años fue vocal hasta llegar al cargo de secretaria. Lo hizo con un perfil bajo, sin querer mostrarse, pero con la satisfacción de hacer lo que más le gustaba: ayudar a los demás. Muchas veces daba consejos a los nuevos dirigentes con las armas que había aprendido como docente. Incluso sin la presencia de sus hijos en el club, ella participó de cada nuevo ciclo dirigencial.

Fue una luchadora incansable para que las hermanas de los jugadores de Mercadito, un club netamente de fútbol, pudieran hacer otra actividad deportiva dentro de la institución. Apoyó el hockey femenino que en algún momento supo tener Social Lux. Fue sostén principal cuando se formó el fútbol de las chicas que participaron primero de la Liga Cañadense, luego de la Santafesina y que terminó siendo protagonista en el torneo de la Rosarina que llevó su nombre.

Después de que murió, Social Lux pudo inaugurar un playón deportivo, uno de sus grandes sueños, donde más de doscientas chicas practican patín o juegan futsal. Adriana no pudo ver terminado el playón que hoy tiene su nombre, pero en su carácter de secretaria del club fue pieza fundamental para el desarrollo de la institución que sumó otros deportes.

“Adriana fue la dirigente mujer más importante del club. No tengo dudas”, opinó un ex directivo de Social Lux. Ella se ganó su respeto dentro y fuera del club entre sus pares de comisión y miembros de otros clubes.

Por momentos Mercadito pasó a ser su primera casa. Era feliz ahí adentro, con sus papeles, sus obligaciones y su don de buena gente. Fue docente de profesión y dirigente por vocación.

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