Por Paulo Menotti
¿Cuándo votaron las mujeres por primera vez en Rosario? Algunas fuentes que comenzaron a ser revisadas en los últimos tiempos indican que fue hacia 1928 y no en 1951. El dato, sin embargo, no intenta ser como el de aquellos historiadores de bazar, de anecdotario, ni mucho menos sirve para crear una polémica con los peronistas al señalarles que las mujeres pudieron hacerlo antes de la Reforma Constitucional de 1949 y del empujón que dio Evita. Todo lo contrario, el antecedente histórico sirve para reflexionar sobre los derechos de las mujeres en la sociedad. De hecho, antes de 1951, las limitaciones del derecho de las mujeres a elegir representantes estaba más en el campo moral y cultural que legal. No estaba bien visto que las mujeres participaran del acto electoral: los hombres repetían que no tenían capacidad para decidir debido a una mentalidad infantil. En la actualidad, a nadie se le ocurriría afirmar eso pero tumbar esa barrera cultural que limitaba los derechos de género costó más que veinte años.
1928, la bisagra en Rosario
El octavo año de la década de 1920 fue bastante particular en Rosario. Se inició política y socialmente con un acontecimiento que despertó la ira de la clase trabajadora rosarina. El 8 de mayo, un rompehuelgas le disparó a sangre fría a una obrera que hacía un piquete en una de las entradas del Puerto de Rosario (27 de Febrero y acceso sur). Luisa Lallana, una obrera textil y anarquista de 18 o 19 años cayó muerta por un disparo en la cabeza. Al día siguiente se congregaron los sectores populares de la ciudad en un sepelio que recorrió la avenida Pellegrini y reunió a más de 10 mil personas. Por la tarde, los habitantes de los barrios rosarinos ocuparon el centro y en una jornada de ira destrozaron farolas, vidrieras y demás símbolos de las clases pudientes rosarinas. El mensaje era claro. Se había mancillado el cuerpo de una mujer obrera de la manera más sanguinaria.
Ese mismo año, que se convirtió en uno de los más convulsionados de la historia local, Celia de la Serna se detenía momentáneamente en Rosario para parir a Ernesto Guevara, más conocido como el Che.
Ese año también entró en vigencia la reforma de los estatutos municipales de Santa Fe, cuyos cambios permitían votar para elegir a las autoridades municipales a todos los ciudadanos, aunque no fueron grandes contribuyentes, como fijaba la ley hasta ese momento, extranjeros y mujeres. En septiembre de 1927 había sido sancionada por la Legislatura la ley Orgánica de Municipalidades, la N° 2147, que permitía que las mujeres votaran a las autoridades municipales o comunales. Por cierto, se fijaron restricciones para extranjeros, que debían demostrar que eran contribuyentes y casados con una nativa, o tener hijos argentinos. Para las mujeres se pedía que fueran mayores de 22 años y poseyeran títulos universitarios que las acreditaran para ejercer una profesión liberal, las profesoras normales nacionales de segunda enseñanza y las que pagaran impuestos a su nombre en comercios honestos, por una cantidad mayor a cincuenta pesos anuales.
Noticia de un fracaso
La implementación del voto femenino en las elecciones del 10 de noviembre de 1928 fue un fracaso. Pocas mujeres se anotaron para votar y emitieron su voto, y los partidos políticos no tomaron el sufragio femenino como bandera de lucha. En el diario Democracia, dirigido por el controvertido periodista y político José Guillermo Bertotto, apenas apareció la foto de una votante sin ningún comentario. En el pie de foto se puede leer: “La señora Fanny Bannet de Wasch ejercita su derecho de votar libremente. La acompaña su esposo don M. Wasch, dirigente demócrata”. Salvo esta imagen presentada como una rareza, una nota de color, no se escribió ni una línea sobre la posibilidad ni mucho menos de la experiencia del primer voto femenino en Rosario. Tanto la prensa como las autoridades barrieron bajo la alfombra la participación de mujeres en el acto electoral. Lo más llamativo es que por parte de partidos políticos como el Socialista tampoco se haya impulsado la participación femenina.
La explicación es que la barrera cultural había ganado la batalla: los hombres veían mal que las mujeres participaran en las elecciones y las que se animaron lo hicieron, como indica el diario Democracia, acompañadas por su marido.
Una fila de mujeres
En otra fotografía histórica, tomada por el ya legendario reportero gráfico del diario La Tribuna Joaquín Chiavazza, se ve una abultada fila de mujeres esperando para emitir su voto en un centro electoral de calle Juan Manuel de Rosas (por entonces, 25 de Diciembre) en 1954. Se las ve alegres de poder elegir a sus representantes y con ansias de participar con su voto. ¿Qué había pasado en esos decenios? Había sucedido lo que es conocido por todos. Una Reforma Constitucional que amplió el sufragio y un importante debate sobre si era correcto que las mujeres pudieran decidir. Los argumentos a favor resultan obvios en esta época, mientras que las razones para no permitir que las mujeres tomaran decisiones políticas respondían a: cómo era posible que el género femenino saliera de su hogar, que las mujeres debían estar guiadas por los varones y, un argumento que nunca falta, que ponía en riesgo a la familia. Al contrario, desde el presente puede comprobarse que nada de eso sucedió y que, al contrario, las mujeres conquistaron su propio espacio al poder participar.
Hoy se desarrolla un importante debate que pone en foco el rol de la mujer en la sociedad: en esta oportunidad, como siempre, el pasado puede alumbrar.