Uno de los policías absueltos en el juicio a Los Monos fue Germán Herrera, quien se desempeñaba como jefe de la Brigada de Automotores. En su declaración efectuada durante el juicio, contó su padecimiento que lo llevó a la quiebra y a perder todo lo que tenía para demostrar su inocencia. Hoy fue absuelto, pero es difícil que se logre reparar el daño que le hicieron.
Este lunes, cuando escuchó la palabra absuelto, largó un llanto muy fuerte. Quizás parecido a su padecimiento. “Quedé detenido por acompañar a los brigadistas a Tribunales”, aseguró cuando declaró en el juicio. Y contó que el Juzgado le pidió una fianza de 50 mil pesos, plata que su mujer pidió prestada y tuvieron que sacar un crédito para devolverla, lo que le valió un pedido de quiebra. En agosto del año pasado, un juzgado civil le declaró la quiebra. Ahora trabaja en lo que puede. Limpió una escuela, cuidó una fábrica, fue remisero, pero cuando se enteran que está vinculado a esta causa se queda sin trabajo. “Siempre trabajé decentemente”, concluyó entre lágrimas.
Si bien no estuvo acusado por pertenecer al grupo, le achacaron un hecho puntual en un procedimiento en pasaje Blanco al 6300 donde se hizo un control de autos de la familia y no se registraron irregularidades en el acta.
Floiger: un inocente sin carrera y sin familia
El 19 de marzo pasado el fiscal Gonzalo Fernández Bussy, que a comienzo del proceso pidió una condena para el ex jefe de Inteligencia de la Dirección de Prevención y Control de Adicciones de Santa Fe, Cristian Floiger, se bajó de la acusación. Argumentó que hay falta de evidencia contra Floiger, que llegó en libertad al juicio. Hoy, Floiger terminó absuelto.
El abogado de Floiger, Rodrigo Mazzuchini, dijo a El Ciudadano que no le sorprendió que los fiscales desistieran de la acusación, pero le pareció a destiempo. “Me dio pena porque perdió la carrera, el matrimonio y el buen nombre que no lo va a recuperar jamás”, sostuvo Mazzuchini.
Y aclaró que su cliente trabajaba como policía en la Unidad Regional XVII de San Lorenzo. Y en 2013 fue nombrado en Inteligencia de la Dirección de Prevención y Control de Adicciones de Santa Fe. “Poco después que lo nombraran hace varios operativos exitosos. Y ahí empezó el problema”, sostuvo el letrado.
De acuerdo con lo que fueron reconstruyendo durante el juicio, el problema fue que ese lugar era altamente codiciado por policías de la disuelta Brigada de Judiciales, que antes habían estado en Drogas y querían retomar ese lugar. “Ese lugar lo ambicionaban Cristian Romero y Ariel Lotito, ellos querían volver a su viejo puesto. Yo enmarco la detención de Floiger por nada en la ambición de estos policías por ocupar ese lugar”, indicó el abogado. “Eso no es algo que infiero, sino que reflejan las conversaciones que se escucharon en el juicio y que mantenían estos policías”.
Y recordó que la prueba que lo incriminaba vino de la mano de un testigo encubierto, Aron Trévez, quien declaró en el juicio que fue llevado al despacho del juez Juan Carlos Vienna, donde le hicieron firmar una declaración que él no leyó y que entre otras responsabilizaba a Floiger.
Después de ese episodio, en el que a Trévez le prometieron mejorar su situación procesal, surge de una escucha entre Tréves y un policía, Germán Almirón, que también estaba preso y que perteneció a la Brigada de Judiciales, que no le habían cumplido. Y en ese marco es que surge el plan para matar al juez Vienna, a quien en el audio llaman “salchicha” y al fiscal Guillermo Camporini.
Mazzuchini es cauto a la hora de hablar del juez Vienna. “No sé si supo o no lo que le hicieron firmar a Trévez, pero la firma fue en su despacho. Y lo que muestra el caso de Floiger es que una persona puede terminar sentada en el banquillo de este juicio por cualquier cosa”, destacó.