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Natalia Lafourcade comenzó a despedirse de los escenarios

La cantautora mexicana brindó este jueves por la noche el primero de los dos conciertos programados en el porteño teatro Gran Rex antes de retirarse por tiempo indefinido de los escenarios, tal como anunció hace algunos días

Por Javier Hernández / desde Buenos Aires

Hace dos meses Natalia Lafourcade anunciaba a la prensa que volvería al país en lo que era el mejor momento de su carrera, tras la actuación en la ceremonia de los premios Oscar que le abrió las puertas al mundo. Muchos se ilusionaron en ese momento con volverla a tener en Rosario, a donde llegó por primera vez en 2017 como parte de un festival organizado por una empresa de telefonía en el Galpón de la Música. Pero no fue así. La ciudad elegida para este regreso triunfal fue, como era de esperar, Buenos Aires y el jueves por la noche miles de personas pudieron disfrutar del primero de los conciertos que la cantante y compositora mexicana dio en el teatro Gran Rex.

Pero no fueron sólo porteñas las asistencias. Es que tras la noticia brindada por la artista hace algunos días en donde contaba que se retiraría por tiempo indefinido de los escenarios al concluir esta gira, muchos argentinos decidieron viajar a Buenos Aires para escucharla en vivo y decir presente. Hoy viernes será la última función.

Fiel a lo que son sus presentaciones en vivo, la cantautora diagramó un concierto de poco más de dos horas de duración en donde interpretó una veintena de temas de todos sus discos permitiéndose volver a explorar toda su carrera que, a esta altura, cosecha éxitos a granel. Ahondó en climas, colores y paisajes en el acompañamiento de un ensamble con voz propia, y dúos y tríos que fue montando con dichos músicos y despojando a su antojo. Y hasta se dio el gusto de cantar a dúo con Abel Pintos a quien invitó a subir al escenario para interpretar una emotiva versión de “La Llorona” presente en Musas Vol. 2, su más reciente álbum de estudio que se encuentra mostrando en una ambiciosa gira internacional que terminará en dos meses.

Gentileza: Rocío Curia.

Lafourcade es energía pura que entra en combustión y se retroalimenta en ese público de todas las edades que la sigue y admira. Esa química, basada en el amor pero también en la espontaneidad es la que enciende sus conciertos que, por tal motivo, siempre están abiertos a sorpresas. Es energía pero también compromiso: con la canción, con el otro, consigo misma y con las raíces de sus ancestros, en tiempos en que la historia está en grave riesgo, y el marketing va ganando la pulseada. Más allá de la intensidad o la fuerza expresiva de la artista, sus temas calan hondo al tener mensajes claros, sin vueltas, sobre la felicidad, el tiempo, la vida y el amor, entendido este último en términos políticos, porque describe, al tiempo que alza la voz y toma posicionamientos.

El concierto combinó un menú ecléctico de pasajes que fueron siguiendo los caminos que Lafourcade decidió tomar. Despojado de rudimentos estilísticos el recital abrió sin estridencias en un brillante dúo con el bandoneón. Con ese instrumento de acompañamiento parece sentirse cómoda la cantante porque consigue ayudar a las canciones a sumergirse en lo introspectivo de su repertorio.

“El bandoneón es un instrumento muy extraterrestre”, bromeó la mexicana y después del comienzo, promediando la mitad del show, volvió a apoyarse en ese sonido para hacer “un tema muy mexicano en versión argentina. No sé por qué no lo grabé en Musas Vol. 2 pero lo incluiré en el Vol.3 dentro de seis años”, ironizó antes de interpretar una singular versión con aires de tango de “Cucurrucú Paloma”.

En el momento de los saludos de rigor la mexicana recordó su vínculo con el país que la vio dar sus primeros pasos en el camino a la fama: “Mi Argentina bonita, qué emoción estar en este escenario. Esto es un regalo de la vida. Esto sucede después de trece años de venir. La Argentina me ha visto vulnerable, rota, enamorada y enamorándome. Los sueños se cumplen y acá estoy. Con mi corazón para todos ustedes”, expresó antes de regalar un compendio de canciones ovacionadas: “Mexicana hermosa” a la que le siguió “Tu me acostumbraste”, “Soledad y el mar” y “Que he sacado con quererte”.

Con ese impulso fue ampliando el abanico paisajístico hasta, definitivamente, entregarse mas tarde a su banda, un ensamble contundente que puso el acento en el ritmo -el trabajo de Uriel Herrera en batería y Alfredo Pino en trompeta y percusiones fue sobresaliente y se llevó los máximos aplausos- y le permitió a Lafourcade virar el timón a su antojo llevando el barco desde las sutilezas hasta lo eléctrico, desde el despojo montado en dúos de piano y guitarra o en comunión con el bandoneón a canciones vestidas con ornamentaciones y capas tímbricas rockeras como en el caso de “En el 2000” un tema emblemático que lanzó allá por el 2002 y que, un año más tarde, logró un Grammy Latino como la mejor Canción de Rock de ese entonces.

Gentileza: Rocío Curia.

Además de cantante y compositora, Lafourcade es productora musical, arreglista, diseñadora, filántropa y activista. Sólo en su faceta como música, con tan solo treinta y cuatro años, pasó de ser una revelación, en 2002, hasta transformarse en un ícono de la cultura actual.

Haciendo un repaso de buena parte de los clásicos de su carrera, en el Gran Rex, estuvieron presentes casi todos los más famosos: “Hasta la raíz”, “Lo que construimos”, “Ya no te puedo querer”, “Nunca es suficiente”, “No más llorar”, “Amor de mis amores”, “Tú si sabes quererme”, en ese orden, para más tarde meterse de lleno en su repertorio de folclore latinoamericano de la mano de composiciones propias y versiones de grandes autores presentes en Musas, donde incluyó temas favoritos de sus raíces con la asistencia, en el álbum, del dúo Los Macorinos, guitarristas que acompañaron a Chavela Vargas en sus últimos años de actividad musical. Con esa impronta sonaron “Cucurrucú Paloma”, “La Llorona” junto al músico bahiense Abel Pintos como invitado, “Duerme Negrito”, “Soy lo prohibido” y “Tus Ojitos”.

Antes de comenzar a bajar el telón, Lafourcade arengó a la platea a abandonar las butacas y bailar con otra pirotécnica batería de éxitos: “Mi tierra veracruzana” que retomó el ritmo, “Te vi pasar”, “Tu si sabes quererme” y “Ella es bonita” con la que despidió el show en una noche de comunión con los argentinos que tendrá repetición este viernes antes de seguir hacia Chile y posteriormente a Canadá.

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