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“Las sedes offshore son lugares de lavado de dinero sucio”

"Dada la falta de transparencia de esos sistemas es difícil determinar con precisión la cantidad de capital que pasa a través de ellos", reconoce el documento emitido este jueves.

El Vaticano advirtió por “la especulación de los fondos de inversión” A lo largo de un pantallazo sobre el funcionamiento del sistema económico-financiero internacional, el documento lamenta que, «lo que había sido tristemente vaticinado hace más de un siglo, por desgracia, ahora se ha hecho realidad: el rendimiento del capital asecha de cerca y amenaza con suplantar la renta del trabajo».

El Vaticano reclamó este jueves acciones de control sobre el sistema financiero porque el mercado «es incapaz de regularse a sí mismo», al tiempo que advirtió sobre la «especulación» que hacen los fondos de inversión sobre los títulos de deuda pública en el mundo.

«La experiencia de las últimas décadas ha demostrado con evidencia, por un lado, lo ingenua que es la confianza en una autosuficiencia distributiva de los mercados, independiente de toda ética», criticó la Santa Sede a través del documento «Oeconomicae et pecuniariae quaestiones» (Consideraciones para un discernimiento ético sobre algunos aspectos del actual sistema económico y financiero»).

El texto producido por el Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral y la Congregación para la Doctrina de la Fe fue aprobado y «ordenada su publicación» por el papa Francisco según indica el material de 34 puntos divulgado este jueves.

En el escrito, la Santa Sede hace hincapié en «la impelente necesidad de una adecuada regulación, que conjugue al mismo tiempo libertad y tutela de todos los sujetos que en ella operan en régimen de una sana y correcta interacción, especialmente de los más vulnerables».

«Ese potente propulsor de la economía que son los mercados es incapaz de regularse por sí mismo», advierte el documento.

«De hecho, estos no son capaces de generar los fundamentos que les permitan funcionar regularmente (cohesión social, honestidad, confianza, seguridad, leyes…), ni de corregir los efectos externos negativos (diseconomy) para la sociedad humana (desigualdades, asimetrías, degradación ambiental, inseguridad social, fraude…)», plantea.

«En este sentido, hay que destacar que en el mundo económico y financiero se dan casos en los cuales algunos de los medios utilizados por los mercados, aunque no sean en sí mismos inaceptables desde un punto de vista ético, constituyen sin embargo casos de inmoralidad próxima», critica.

«En este sentido, los poderes políticos y económico-financieros deben siempre mantenerse distintos y autónomos y al mismo tiempo orientarse, más allá de todas complicidad nociva, a la realización de un bien que es tendencialmente común y no reservado a pocos sujetos privilegiados», reclama el escrito con fecha 6 de enero.

A lo largo de un pantallazo sobre el funcionamiento del sistema económico-financiero internacional, el documento lamenta que, «lo que había sido tristemente vaticinado hace más de un siglo, por desgracia, ahora se ha hecho realidad: el rendimiento del capital asecha de cerca y amenaza con suplantar la renta del trabajo».

«Esta práctica es particularmente deplorable, desde el punto de vista moral, cuando unos pocos, por ejemplo importantes fondos de inversión, intentan obtener beneficios, mediante una especulación encaminada a provocar disminuciones artificiales de los precios de los títulos de la deuda pública», mostró con preocupación la Santa Sede.

Esa situación se da, de acuerdo al documento dado a conocer por el cardenal ghanés Peter Turkson, «sin preocuparse de afectar negativamente o agravar la situación económica de países enteros, poniendo en peligro no sólo los proyectos públicos de saneamiento económico sino la misma estabilidad económica de millones de familias».

Así, se obliga «al mismo tiempo a las autoridades gubernamentales a intervenir con grandes cantidades de dinero público, y llegando incluso a determinar artificialmente el funcionamiento adecuado de los sistemas políticos», critica el Vaticano.

En el texto, si bien reconoce la utilidad que tuvieron las sedes offshore para evitar la doble imposición sobre algunas empresas, el Vaticano advierte con preocupación que «no es posible ignorar que esas sedes offshore se han convertido en lugares de lavado de dinero «sucio», es decir, fruto de ganancias ilícitas (robo, fraude, corrupción, asociación criminal, mafia, botín de guerra…)».

«Dada la falta de transparencia de esos sistemas es difícil determinar con precisión la cantidad de capital que pasa a través de ellos», reconoce.

«Sin embargo, se ha calculado que bastaría un impuesto mínimo sobre las transacciones offshore para resolver gran parte del problema del hambre en el mundo: ¿por qué no hacerlo con valentía?», reclama en ese punto.

Totalmente crítico con una parte del sistema financiero volcado a la especulación, el Vaticano asegura que «es asimismo evidente que la libertad de la que gozan, hoy en día, los agentes económicos, entendida en modo absoluto y separado de su intrínseca referencia a la verdad y al bien, tiende a generar centros de supremacía y a inclinarse hacia formas de oligarquía, que en última instancia perjudican la eficiencia misma del sistema económico».

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