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Cómo las redes sociales cambiaron la agenda pública

Investigadores de la Universidad Nacional de Rosario y la Universidad Tecnológica Nacional analizan el comportamiento y la empatía de usuarios en la definición de la esfera mediática

 

Durante los últimos años la sociedad ha sido testigo de uno de los procesos de crecimiento tecnológico más significativos y veloces de la historia. Hasta no hace tanto, acceder a internet era un privilegio que estaba reservado para unos pocos y ser poseedor de un celular o una computadora portátil era casi una epopeya. Sin embargo, la llegada de las nuevas tecnologías a mercados emergentes y el exponencial crecimiento del mercado y de la oferta de dispositivos móviles y servicios de internet de estos últimos diez años amplió también el espectro de participación de los usuarios, permitiendo que el número de personas que utilizan y se apropian de estas tecnologías sea cada vez mayor y, por lo tanto, también se amplíe el espectro de posibilidades de las mismas.

Si bien la explosión de las redes sociales en Argentina no deja de ser un fenómeno reciente, rápidamente se ha convertido en objeto de estudio para muchos de los investigadores e investigadoras del país. Hoy en día pocos ponen en duda su capacidad a la hora de configurar la realidad y de producir nuevos tipos de subjetividades, haciendo que la escisión entre el mundo digital y el mundo físico y de las cosas sea cada vez menos perceptible. Esta particular característica es lo que llevó a un grupo de investigadores e investigadoras de la Universidad Nacional de Rosario (UNR) y de la Universidad Tecnológica Nacional (UTN) a encarar un proyecto de investigación acerca de cómo las redes sociales configuran a la esfera pública contemporánea, permitiendo que actores diversos y discursos diversos adquieran nuevas visibilidades, construyendo a la vez nuevas formas de participación política y ciudadana.

El trabajo

La investigación surgió en base a ciertas inquietudes que se habían presentado en proyectos anteriores de los que habían participado algunos de los investigadores. “Estábamos interesados en los fenómenos que se inauguran en las redes que se visibilizan por primera vez en las redes sociales y a través de internet y que luego adquieren una visibilidad de la copresencia y también visibilidad mediática tradicional”, expresó una de las directoras, Natalia Raimondo Anselmino. Para delimitar la investigación, eligieron el fenómeno conocido como #RosarioSangra, que empezó como un pedido por seguridad y justicia con origen en redes sociales y luego se materializó en una serie de marchas en 2016.

Las mismas adquirieron una visibilidad mediática pocas veces vistas en marchas no tradicionales y autoconvocadas realizadas en la ciudad. “Nuestro estudio supone un abordaje sociosemiótico de la puesta en discurso acerca de las movilizaciones enmarcadas bajo el hashtag #RosarioSangra. Esto incluye un análisis de los discursos y del tratamiento que la prensa online e impresa hizo del fenómeno; otro estudio acerca de los posteos en los grupos y de los eventos creados; y un estudio del tipo etnográfico donde tratamos de recoger la perspectiva de los actores a partir de entrevistas abiertas y encuestas en el ámbito digital”, explicó Raimondo Anselmino.

Para trabajar con datos acudieron a Guillermo Leale, especialista en el proceso conocido como Minería de Datos. “La escala empieza a pisar fuerte. La cantidad de interacciones, posteos, usuarios y opiniones que aparecen, circulan y son punto de partida es muy grande y requiere nuevas formas de acceder, recopilar y analizar toda esta información”, dijo.

La empatía

Para el director de la investigación, Sebastián Castro Rojas, es muy difícil entender el fenómeno que significó el #RosarioSangra sin tener en cuenta el papel que juegan las emociones en la construcción la nueva esfera pública. “Los que participan de este tipo de consignas se sienten identificados con el suceso o proceso. A partir de eso, lo transforman en acción. No se puede abordar el fenómeno desde una única mirada. Cada asistente y participante lo vivió de forma diferente y esto tiene que ver con la empatía. Generó un sentimiento de comunión que se vio reflejada en la gran participación en el evento, haciendo que este pudiera comenzar a ser pensado como objeto factible de estudio”, dijo. El mismo camino es el que permite explicar otros fenómenos recientes que tuvieron su origen en redes sociales como Twitter como el caso de Santiago Maldonado o el hashtag #Cuéntalo a través del cual se conocieron cientos de historias relacionadas con la violencia de género.

“Lo digital posibilita la primera forma de expresión y  genera empatía. La acción individual siente empatía por lo que le pasa al otro y decide utilizar un espacio de expresión como las redes sociales para decir aquello que también le pasa a uno. Creemos que la palabra clave acá es la empatía”, opinó Castro Rojas.

Los tradicionales

Una de las áreas que también buscó abordar el proyecto tuvo que ver con el papel o la cantidad de injerencia que tuvieron los medios de comunicación tradicionales en la construcción del fenómeno. Raimondo Anselmino opinó: “La experiencia colectiva se sigue construyendo desde los medios de comunicación. Más allá de la experiencia individual, los medios participan en la construcción social de la realidad. Antes de que algo aparezca en los medios puede formar parte de nuestra experiencia individual, pero sólo forma parte de nuestra experiencia colectiva porque aparece en los medios”. Los investigadores detectaron que entre la primera marcha en agosto de 2016 y la segunda en septiembre hubo un cambio significativo en el tratamiento que los medios de comunicación masivos de la ciudad dieron al fenómeno. Hizo que la segunda marcha sea mucho más numerosa que la primera y logró que en el imaginario colectivo se produzca un entretejido con otros fenómenos no relacionados directamente con el #RosarioSangra. Por ejemplo: las cumbres por seguridad realizadas entre los ministros Maximiliano Pullaro y Patricia Bullrich o el debate por la llegada de la Gendarmería a la ciudad.

La nueva esfera pública

Si bien es cierto que el advenimiento de la era digital permite a los ciudadanos nuevas formas de participación, los investigadores opinan que la sociedad todavía está lejos de un modelo de participación y de horizontalidad plena. “Hay una cuestión que traen las redes sociales y es que ahora mucha gente se dio cuenta de que puede hablar”, explicó Guillermo Leale. “Sin embargo, en nuestra investigación detectamos que las cuentas con mayor influencia en redes sociales siguen siendo las de los medios de comunicación. Natalia Raimondo Anselmino completó: “Todos podemos hacer uso de la palabra, pero las redes y los algoritmos hacen que las voces que se escuchan sean casi siempre las mismas”. Los investigadores se animaron a esbozar una caracterización de la denominada nueva esfera pública, fuertemente marcada por el advenimiento y la consolidación de la era digital pero manteniendo también algunas de las características que le son inherentes desde su concepción original como objeto de estudio. Para Sebastián Castro Rojas, la esfera pública se ha transformado. “Ya no es la del siglo XX en la esfera digital cobra mucha relevancia a la hora de constituir lo público”, explicó. María Cecilia Reviglio agregó: “La nueva esfera pública sigue siendo discursiva, construyéndose en el intercambio y en el lugar común que tienen ciertos discursos sobre los asuntos públicos. No quiere decir que no cambie o se transforme, dado que las sociedades cambian y con ella sus discusiones, necesidades y deseos”.

El estudio, que lleva el nombre de “Nuevas visibilidades en la cultura digital: esfera pública contemporánea y redes sociales en Internet”, está incluido en el Programa de Incentivos del Ministerio de Ciencia y Tecnología y es ejecutado en el Centro de Investigación en Mediatizaciones que depende a su vez de la Facultad de Ciencia Política y Relaciones Internacionales de la UNR. Completan el equipo de trabajo Irene Gindin, Luis Baggiolini, Guillermo Leale, Ricardo Diviani, Cecilia Echecopar, Mariana Busso (becaria Conicet), Alejandro Sambrana, Natalia Coiutti, Virginia Brusa, Daniela Sánchez, Karen Roberts, Ana Laura Cardoso, Emmanuel Pérez y Josefina Pérez.

Crédito: UNR

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