La exposición Berni. Ramona y otras mujeres, que se exhibe en el porteño Museo de la Cárcova, reúne una selección de fotografías que Antonio Berni tomó en los años 30 en burdeles de Rosario, así como también xilografías y dibujos, para acercar al público la re-presentación del universo femenino en los prostíbulos pero también en el ámbito cotidiano y público.
En 1932, el diario Rosario Gráfico publicó un artículo sobre los burdeles rosarinos con un seudónimo: Facundo. Detrás de la nota anónima estaban el historiador Rodolfo Puiggrós y Berni. Años más tarde, en 1976, el artista recordaba esa experiencia: “Los mejores quilombos de Rosario estaban en la calle Pichincha; había de dos pesos, de tres pesos y de cinco pesos”.
En forma clandestina, el artista rosarino (1905–1981) acompañó a Puiggrós como reportero gráfico en esa investigación. Como resultado están sus fotografías en blanco y negro de trabajadoras sexuales y sus clientes en los espacios comunes del burdel, sacadas sin avisar, en lo oculto, por debajo de la mesa, detrás de la pata de una silla o entre un brazo, movidas o fuera de encuadre.
En una de ellas, una mujer sonríe con complicidad, como si lo hubiera visto pero en otras lo que se ve está escondido, como la imagen de una mujer sentada sobre un hombre en situación de conversación; o la de otra sola con el vestido algo caído sobre su hombro, mirando hacia la nada en el patio del burdel.
Las imágenes destacan por su valor testimonial pero más lo hacen por lo que pueden decir en la obra de Berni sobre la representación del mundo femenino, ya sea en el antecedente de esas trabajadoras sexuales en la creación del personaje de Ramona Montiel –también prostituta–, como en el modo en que aparecen las mujeres a lo largo de su producción.
Y además, dice Cecilia Rabossi, curadora de la exposición, esas fotografías hablan sobre la metodología de trabajo de Berni porque “más allá de lo documental, que permite reconstruir un momento histórico como el de los burdeles en la década del 30, lo que quería rescatar era una forma de trabajo y una lectura estética, puntos de vistas, fuera de focos, encuadres”.
“Berni trabajó desde siempre con imágenes propias o de otros que le permitían disparar un boceto y pensar una obra. Él decía que la cámara fotográfica era como el lápiz y el papel, como un apunte”, explica Rabossi sobre este ejercicio textual que representa la imagen y que en la muestra se puede ver, por ejemplo, en unos dibujos que realizó 50 años después sobre burdeles, inspirado en la producción de la década del 30.
Con ese antecedente fotográfico que marca el espíritu de la exposición, el recorrido en el museo de Costanera Sur se detiene en la figura de Ramona, el personaje femenino que Berni desarrolló mientras vivía y trabajaba en París en los años 60: la costurera que deviene prostituta en la gran urbe, alejándose de lo que socialmente se espera de ella, para dar paso a una mujer emancipada en sus elecciones.
Lo que sigue son xilografías de Ramona de la década del 60 y 70 (“Ramona bataclana”, “Ramona en medias caladas” o “Ramona con medias rayadas”), acompañadas por xilocollages protagonizados por mujeres que sueñan en el ámbito privado, toda una serie de obras cargadas de materiales diversos, algo muy característico en la plástica de Berni.
En otro tono, pero también en torno a la narrativa de mujeres, la exposición acerca un trabajo que realizó en 1976 sobre los estereotipos de belleza inspirada en las publicidades de un centro de estética. Se trata de unas xilografías –la muestra solo exhibe una pero un video proyecta la serie completa– en las que reproduce, desde la denuncia y la ironía, esos anuncios.
De la obsesión por la belleza, Berni da forma así a unos dibujos impactantes que muestran a las mujeres entre el goce y la tortura, ya no siendo intervenidas con objetos del centro de belleza para reducir su celulitis sino con elementos del mundo doméstico, en lo que se expresa como un claro mandato represivo y aleccionador de la estética hegemónica.
“Berni consideraba al arte como testimonio y acción, y señalaba permanentemente en forma crítica a la sociedad en la que vivía. Entonces todos los temas, como los estereotipos o roles de género, eran susceptibles de ser visitados y cuestionados. No es raro que se preocupara también por los roles tradicionales”, argumenta Rabossi.
Ramona: una historia de vida
En la obra de Antonio Berni, Ramona Montiel es un personaje que, si bien se había anunciado con anterioridad, comenzó a desarrollarse a partir de 1962. Berni hizo collages y grabados alrededor de esta joven de origen humilde que, luego de probar suerte en oficios socialmente aceptados, encontrara en la prostitución su medio de vida. Todos los aspectos de la historia de Ramona se plantearon desde un comienzo: su infancia, sus padres, su entorno pobre, su iniciación en el comercio carnal, su sexualidad crudamente presentada, los prejuicios y vicios sociales que la acechaban –metaforizados en figuras monstruosas–, sus clientes y protectores. Luego Ramona perdería ciertos rasgos caricaturescos, presentes en los ensamblados y xilocollages iniciales y, en pocos años, reasumiría los de la voluptuosa, y en cierto modo inocente, belleza de la novia en La Boda, obra ejecutada en 1959 y posteriormente rebautizada por el artista como El casamiento de Ramona.