“Hay quienes sostienen que el fútbol no tiene nada que ver con la vida. No sé cuánto sabe esa gente de la vida, pero de algo estoy seguro: no saben nada de fútbol”. Las palabras del gran Eduardo Sacheri me comenzaron a retumbar bien claras desde el horror de Willy Caballero.
El lapidario 0-3 que nos propinó Croacia desnudó todas las barbaridades que sufrió el fútbol argentino en los últimos años. El 38 a 38 en la votación de la AFA. La impunidad total de los barrabravas. Tres entrenadores distintos en apenas un puñado de meses. La fuga total de talentos a un mercado que ofrece muchas más seguridades y comodidades. Y por supuesto, un periodismo obsecuente y manipulador que engorda con las desgracias.
Es “culpa de Messi”. Siempre la más fácil. Apuntar contra otro. Pero nunca mirarse a uno mismo, porque absolutamente todos somos responsables de esta tristísima realidad. Tener al mejor no significa ser los mejores. Si estamos en Rusia fue únicamente porque estaba Messi. De otra manera nos quedábamos afuera. Y afuera de octavos de final justamente nos vamos a quedar. Porque nadie jamás entendió que Messi no es Maradona.
Pero claro: la culpa la tiene Messi. Los directivos corruptos hasta la médula, hinchadas completamente ciegas y fanatizadas, la falta total de un proyecto como el de Islandia o la misma Croacia, por citar algunos… ¿todo eso es relativo no?
Papelón anunciado. Se veía venir. Al menos para aquellos que entendemos el fútbol como un deporte en equipo, y cuando decimos “equipo” no nos referimos precisamente a los 11 que entran a la cancha.
Memoria. Hay que tener memoria…
