El fiscal Franco Picardí le pidió este jueves al juez federal Sergio Torres que ordene suspender los vuelos de la aerolínea de bajo presupuesto Flybondi hasta tanto se analice si está en condiciones de garantizar la seguridad de sus pasajeros.
El último incidente en Iguazú, que desató este pedido judicial, donde la cola de un avión golpeó el suelo al intentar despegar, es el corolario de un peligroso derrotero de una de las empresas insignias de la mentada “revolución de los aviones” que propala el gobierno nacional. Desde que comenzó a volar, en enero de este año, acumuló desperfectos técnicos, situaciones insólitas y carga sobre sus espaldas las sospechas de tráfico de influencias por parte de funcionarios de Cambiemos.
Ante el pedido de suspender los vuelos, el juez Claudio Bonadio, que subroga el juzgado de Torres, decidió que la Justicia porteña es incompetente, por lo que giró el planteo ante el fuero contencioso administrativo federal de San Martín.
El pedido lo había presentado más temprano Picardí como fiscal subrogante de la Fiscalía que dirige Jorge Di Lello, en el marco de una causa por presuntas irregularidades de la low cost.
Picardí pidió la suspensión de los vuelos hasta tanto organismos técnicos evalúen la situación de la empresa en cuanto a si está en condiciones de garantizar la seguridad de los pasajeros.
El pedido fiscal llegó luego de que esta semana un avión de la empresa no pudo despegar desde el aeropuerto internacional de Puerto Iguazú porque que la nave rozó su parte trasera con la pista antes de elevarse.
En función de ello también pidió que se determine si la Junta de Investigación de Accidentes Aéreos tomó algún tipo de intervención en función de los episodios en cuanto a desperfectos de la empresa Flybondi.
Vínculos gubernamentales
El gobierno de Mauricio Macri decidió desregular el transporte aéreo, y por ello impulsó la operatoria de las denominadas aerolíneas low cost o de bajo costo y licitó numerosas rutas aéreas en detrimento incluso de Aerolíneas Argentinas. Una de las beneficiadas fue Flybondi, que cuando fue adjudicataria de las rutas aéreas aún no tenía aviones propios y se constituyó como empresa con apenas 6.000 dólares.
El dueño de Flybondi es Richard Gluzman y allí comienzan las sospechas de sus vínculos con el gobierno de Cambiemos. Gluzman fue socio del vicejefe de Gabinete Mario Quintana en el grupo de inversión Pegasus. De hecho, la Justicia investiga a Quintana por esos supuestos vínculos con Flybondi.
Además, Gluzman asesora al grupo Dietrich, la empresa familiar del ministro de Transporte Guillermo Dietrich, el mismo que se refiere a la desregulación aérea y a la proliferación de las low cost como la “revolución de los aviones”.
Gluzman era uno de los que solicitaba eliminar los pisos de las tarifas. “Quiero vender pasajes a 200 pesos pero no me permiten hacerlo”, decía el empresario. Ya puede, Dietrich quitó los valores mínimos.
Aviones
Una vez habilitada, la empresa salió a adquirir aviones. El modelo de las low cost consiste en tener aeronaves nuevas para ahorrarse dinero en el mantenimiento y así ofrecer boletos más baratos. Flybondi tomó el camino contrario.
Pero las dos aeronaves que pertenecen a Flybondi son aviones viejos, adquiridos a dos empresas que figuran entre las 15 más inseguras del mundo. La primera unidad se la compró a Nok Air, una low cost de Tailandia y la segunda a Sriwijaya Air, otra aerolínea de bajo presupuesta pero de Indonesia. Alquila una tercera unidad, también a Nok Air, que quedó varada en su camino hacia la Argentina por desperfectos técnicos.
Un problema tras otro
Operando esas aeronaves, no parece una sorpresa la cantidad de inconvenientes que atravesó Flybondi desde principios de año.
Ya de movida, en su vuelo de prueba, la aeronave no pudo mantenerse más de 12 minutos en el aire. La empresa argumentó “fallas menores”.
Un mes después, un vuelo no pudo salir de Mendoza por desperfectos mecánicos. Los pasajeros pasaron 36 horas varados en el aeropuerto y finalmente pudieron retornar a Iguazú, previa escala en Buenos Aires, con otra compañía aérea.
En marzo de este año, el avión de Flybondi no pudo despegar de Córdoba, según los rumores por la caída del motor izquierdo de la aeronave. La empresa lo desmintió y adujo una avería en el motor. Otra vez, los pasajeros esperaron 12 horas.
El hecho más insólito ocurrió en Córdoba, en un vuelo hacia Bariloche: la empresa tuvo que despachar las valijas por tierra, ya que no pudo ser subido a la aeronave por las altas temperaturas, que implicaban un riesgo para la seguridad del vuelo. Ese mismo viaje se retrasó 12 horas.
Hace tres días, un vuelo que debía arribar de Mendoza a El Palomar, el aeropuerto que se habilitó para que operen las low cost, no llegó y desencadenó que el vuelo siguiente no pudiera cumplirse. Los pasajeros desataron su furia contra la empresa e invadieron la zona de embalaje. Por ese motivo hubo una masiva cancelación de los vuelos de Flybondi.