Sin haberse disipado la nube de airadas críticas a su desprecio por los países que envían inmigrantes, el presidente de Estados Unidos Donald Trump se desayunó con una noticia capaz de resucitar una agitada vida sexual pretérita que en su momento sacudió su campaña electoral.
Trump calificó ayer como “totalmente inédito” y “quizás ilegal” haber sido grabado sin su consentimiento por su ex abogado Michael Cohen mientras ambos discutían la posibilidad de comprar el silencio de una ex modelo de Playboy con la que el presidente estadounidense habría tenido una relación.
La grabación, hecha dos meses antes de las elecciones presidenciales de noviembre de 2016. La misma fue hallada por el FBI en el estudio de Cohen, quien en ese momento actuaba como uno de los abogados de Trump, indicó el diario The New York Times.
Cohen ahora se encuentra bajo investigación para determinar si violó la legislación de financiación de partidos políticos.
El abogado se había tornado célebre en Estados Unidos al admitir que antes de la campaña de 2016 pagó 130.000 dólares a una actriz de películas porno, Stormy Daniels, para también comprar el silencio sobre sus relaciones con Trump.
“Lo pagué de mi bolsillo”
En tanto, Cohen abrió el paraguas al asegurar que él pagó de su bolsillo esa suma a Daniels, sin utilizar los fondos registrados por el comité de campaña de Trump.
La noticia, publicada en su momento por el periódico conservador <The Wall Street Journal>, alejado del frente mediático liberal al que Trump atribuye continuamente “fake news” (noticias falsas) contra su persona, relata cómo su abogado de confianza llegó a un acuerdo económico con el letrado de Clifford en octubre de 2016. A un mes de la elección, el riesgo de que compareciese en los medios con un testimonio de adulterio del candidato republicano llevó a sus consejeros a contactar con la actriz y a impedir que una entrevista ya pactada con la cadena de televisión <ABC> estallara como una bomba en plena campaña.
Stephanie Clifford, una explosiva rubia de 38 años nacida en Baton Rouge (Luisiana) y conocida en el mundo de la pornografía con el sugerente nombre de Stormy Daniels, ya había relatado en privado a algunos periodistas los detalles de su aventura con Trump.
Aventuras y acoso sexual
La promiscuidad sexual no es consustancial en la personalidad de Trump, quien ya pagó factura por su afición al adulterio cuando Ivana Trump, su primera mujer y madre de Ivanka, decidió separarse de él al descubrir su relación con la reina de la belleza Maria Maples. Según el testimonio del propio Trump, en una de sus biografías autorizadas, la que posteriormente sería su segunda mujer venía a complementar su placentero discurrir de hombre casado, que le permitía disfrutar a un tiempo de dos mujeres hermosas: “La vida era como un plato de cerezas”, relataba el magnate con nostalgia.
Además de las relaciones consentidas, las acusaciones de abuso sexual, que ya sacudieron su campaña, acorralan al ocupante de la Casa Blanca. En plena ola de denuncias de acoso que ha puesto contra las cuerdas a productores, actores y estrellas mediáticas, un grupo de mujeres acaba de lanzar una campaña contra el ahora presidente retomando las acusaciones que habían hecho públicas en 2016, cuando Trump era aspirante electoral. Con el apoyo de un amplio grupo de congresistas, que exigen responsabilidades políticas a Trump, todas coinciden en relatar cómo el magnate, en un comportamiento que se prolongó durante años, siempre intentaba mantener algún tipo de relación sexual sin consentimiento de las mujeres a las cuales acosaba.
Aunque fue un testimonio sonoro de sus “hazañas” el que acorraló al candidato republicano como ningún otro asunto. En un vídeo difundido en agosto de 2016, con imágenes externas de un colectivo en el que viajaba con el productor Billy Bush, algunos años antes, un Trump casi eufórico describía cómo había intentado forzar sexualmente a una mujer casada. Y presumía de su posición dominante ante las mujeres por el hecho de ser millonario y famoso, con esta frase: “Cuando eres alguien importante, tú puedes hacer lo que quieras con las mujeres. Lo que quieras. Puedes agarrarles la vagina y no pasa nada”.
Durante el proceso electoral de 2016, la sucesión de denuncias de mujeres contra Trump llegó a acumular una docena de testimonios personales, que no servirían para desgastar a su presunto acosador. La situación fue aprovechada por Hillary Clinton para señalar a su rival en el segundo de los debates presidenciales. En ese mismo encuentro, Trump protagonizó un movimiento cariñosamente inesperado al acercarse a ella cuando hablaba. Como confiesa la derrotada as-pirante en su libro de reciente publicación, What Happened (Lo que ocurrió), “fue asqueroso sentir como se me arrimaba por detrás”.