Uno de las técnicas más usadas por los médicos para hacer un aborto en Argentina no es recomendada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) desde hace 16 años. El legrado, más conocido como raspaje, tiene desventajas y riesgos: es costoso porque necesita internación de dos días y se hace con anestesia total, es decir, con la mujer dormida. En la salud pública de Rosario los profesionales de la salud dejaron de usarlo salvo en casos excepcionales y lo reemplazaron por métodos más avanzados y menos invasivos. Para la Interrupción Legal del Embarazo (ILE) las mujeres pueden elegir entre la droga misoprostol y la aspiración manual endouterina (Ameu).
El misoprostol se entrega bajo receta en todos los centros de salud y hospitales. Permite abortar de manera segura en casa, con seguimiento médico ante cualquier complicación. Desde la incorporación del medicamento en 2012 ninguna mujer muere por aborto clandestino. La Ameu llegó en 2016 y está disponible en tres hospitales. Es una técnica novedosa que ninguna ciudad del país incorporó de manera sistematizada a la salud pública. Se hace en el quirófano en pocos minutos y con anestesia local, lo que permite a la mujer estar despierta.
En promedio en Rosario se hacen entre 500 y 600 ILE por año, que la legislación argentina permite desde 1921 por las causales de violación y riesgo de salud de la mujer. Según el director de Salud Sexual de Rosario, Daniel Teppaz, el raspaje no se usa para ILE y sólo lo aplican en algunos casos de mujeres que llegan a la salud pública municipal con abortos incompletos. El aborto incompleto puede ser espontáneo o provocado pero en el diagnóstico no hay diferencias. “No hacemos una diferenciación porque médicamente no necesitamos saber si la mujer se lo provocó o no para atenderla”, explica. En este punto está una de las claves de la salud pública de la ciudad: la atención es pensada desde una mirada del profesional de la salud como alguien que acompaña las decisiones de las mujeres sin estigmatizar ni imponer saberes o creencias personales. El acompañamiento no es sólo la garantía de los abortos no punibles. También incluye el acceso a todos los métodos anticonceptivos en cada centro de salud, la baja en el embarazo adolescente, la incorporación del paradigma del parto respetado y la capacitación de los equipos contra la violencia obstétrica.
En los casos de abortos no punibles, el 80 por ciento de las mujeres elige el misoprostol, la droga que la OMS considera esencial para un aborto seguro y ambulatorio. “El medicamento permite que la mujer aborte en la casa sin la intervención médica sobre el cuerpo”, explicó María Paula Botta del Centro de Especialidades Médicas Ambulatorias Rosario (Cemar). El misoprostol no se usa sólo para ILE y es fundamental para distintos tratamientos ginecológicos. Actualmente el laboratorio Beta tiene el monopolio de la fabricación y comercialización. En farmacias vale 3300 pesos y está mezclado con diclofenac. Tal como publicó este diario, el Laboratorio Industrial Farmacéutico (LIF) del estado santafesino anunció que a fin de año estará listo el primer lote de misoprostol público y puro para abastecer a toda la provincia.
Botta es también una de las profesionales capacitadas para hacer Ameu. Desde la incorporación de la técnica, en 2016 y 2017 se hicieron 417 interrupciones a mujeres rosarinas con este método. “La aspiración es recomendada para embarazos de entre 10 y 12 semanas pero lo ideal es que la mujer pueda elegir la técnica con la que se sienta más cómoda. Es bastante novedosa porque no requiere de médico anestesista ni sedación. Permite una recuperación rápida sin que la mujer quede internada”, explicó. Para hacerlo los profesionales de la salud deben estar capacitados en el uso de las jeringas y las cánulas. El método también está disponible en los hospitales Alberdi y Roque Sáenz Peña. En cada centro de salud hay 12 profesionales para garantizar la técnica.
“La ventaja de la Ameu es que es más rápida. La aspiración dura unos minutos y después la mujer se queda en reposo sentada unas horas. Y la desventaja es que es una técnica quirúrgica, aunque sea de baja complejidad”, agregó Botta y aclaró que los dos métodos usados en la salud pública son los más seguros y de avanzada en el país. “El misoprostol tiene efectividad del 90 por ciento y Ameu del 100 por ciento”.
El misoprostol fue incorporado en los últimos años en la salud pública de distintas provincias, sobre todo el tercio que aplica los protocolos de ILE. Con la Ameu no pasó lo mismo. Según integrantes de la Red de Profesionales por el Derecho a Decidir en la ciudad de Buenos Aires hay dos ONG que trabajan con la técnica y articulan con la salud pública, aunque no se usa en hospitales. En la provincia de Buenos Aires el uso ha variado según los vaivenes políticos.
Teppaz explicó la particularidad de Rosario es el uso sistematizado en el sistema de salud. “La Ameu es una práctica a la que las mujeres pueden acceder por derivación de los centros de salud cuando están por cumplir el tercer trimestre, cuando no quieren un aborto medicamentoso o si el misoprostol no hizo efecto. Pero no sólo la usamos para la resolución de las ILE. También sirve para feto muerto retenido, biopsias y otros problemas y tratamientos ginecológicos”.
Más seguros y económicos
Los dos métodos usados en la salud pública de Rosario no sólo son seguros sino más económicos. Para el raspaje la mujer necesita antibióticos, anestesia general y dos días de internación, que en la salud privada pueden costar hasta 100 mil pesos. “Los insumos de Ameu son comprados por el Estado y no necesita internación. Con el misoprostol, aun comprándolo al precio de farmacia, es más barato y tiene menos complicaciones”, explicó Teppaz. A eso se suman los riesgos para las mujeres de otros métodos usados en la clandestinidad. “Las incapacidades que pueden traer un aborto inseguro o las consecuencias para los hijos si muere durante la práctica no suelen tenerse en cuenta. La ilegalidad no sólo es injusta por clase social, también es más costosa para el Estado”, agregó el director de Salud Sexual.