El asesinato de un joven de 19 años a manos de su novia –dice la acusación– reveló dos historias dramáticas en la que uno de ellos terminó como víctima y otra como victimaria, en un episodio ocurrido en una casa de barrio Alvear en la madrugada de este jueves. Según la principal testigo, madre de la acusada, hubo una discusión de pareja que terminó de la peor manera: la chica de 17 años le metió un puntazo fatal en el corazón y deambuló algunas horas hasta que se entregó ante la Justicia.
Cuando el equipo periodístico de El Ciudadano llegó en el mediodía de este jueves a Garibaldi al 3800 fue recibido por Norma, quien en forma amable se presentó como la mamá de Maya, como apodan a la adolescente. Norma vive con sus hijas y algunas mascotas, tres perros, en una humilde casa con un amplio patio delantero. Era poco antes del mediodía y su hija, hasta hace minutos prófuga, acababa de entregarse a la Justicia. Con apenas unas horas de sueño, contó que a las 2 de la mañana estaba acostada mirando el celular cuando desde la cocina se escuchó una discusión.
“Estaban discutiendo. Brian la había encerrado en el baño para que ella no agarrara el cuchillo. Igual lo agarró. Ella se puso tan nerviosa que no habrá pensado lo que hizo”, relató la agresión Norma. “Yo no pensé que iba a terminar así. Habían discutido tres veces en los últimos tiempos”, dijo.
“Yo me levanté corriendo –contó Norma– y dije: «Hija de puta, qué hiciste». Ella voló”.
Brian quedó tendido sobre un sillón, con un puntazo en el corazón. “Llamá al 911. Mañana me voy de mi abuela a Buenos Aires”, fueron las últimas palabras del chico. “Se me murió en los brazos el pibe, pobrecito”, dijo Norma. Antes del fallecimiento, la mujer insistió con llamados a la Policía y a la ambulancia. Los operadores le hicieron mil preguntas antes de mandar los móviles, relató. La espera fue infinita. Cuando la ayuda llegó ya era tarde.
Lejos de terminar, el drama continuó. Un audio de Whatsapp llegó por la mañana a un teléfono, cuya destinataria no está clara. “Te juro que yo te voy a sacar la vida a vos, te voy a prender fuego la casa”, reza la amenaza.
“A mi hija la voy a entregar yo”, había dicho temprano por la mañana Norma, antes de que Maya se entregara y quedara a cargo del Juzgado de Menores Nº 3. Por la tarde, madre e hija declararon.
Según Norma, la pareja pasaba sus días entre el barrio La Florida y la casa de barrio Alvear. Además, habían recalado un tiempo en la casa de una abuela del chico, en San Nicolás. Tanto las infancias de Maya como la de Brian no fueron fáciles y estuvieron marcadas por la circulación en centros residenciales y orfanatos. Brian y sus hermanos pequeños habían perdido a sus padres desde chiquitos. Maya, contó su madre, fue víctima de abuso sexual a los 11 años por parte del novio de su hermana más grande, un adolescente que luego se suicidó en el Instituto de Recuperación Adolescente (Irar), hace más de un lustro.
Brian
Brian Ezequiel “Bachi” Ortiz era hincha de Rosario Central y tenía dos hermanos más chicos. Su papá y su mamá habían muerto. Vivió con su hermano más chico en un orfanato de Cañada de Gómez, donde cursó la escuela. Desde diciembre de 2016 estaba en pareja con Maya.
Familiares y amigos de Ortiz expresaban este jueves su pesar en las redes sociales, con un lazo de luto. «Hoy La Florida está de luto despidiendo un guerrero, porque te prohibieron seguir soñando, luchando por tus hermanos, Bachi. Con todo el dolor del mundo te despedimos. Tantas anécdotas, tanto momentos vividos de chiquito. Otra estrella en el cielo, ya estás con tu papá y tu mamá, pero quedan tus hermanos con un gran dolor. Se te va a extrañar, Bachi o Brian. Como sea, siempre presente guerrero, tkm”, posteó una amiga del chico.
Infancias dramáticas
Norma contó a El Ciudadano que la niñez de su hija fue signada por un abuso sexual siete años atrás: “tres pibes” saltaron un tapial y sometieron a la nena. “Casi la matan, le salía espuma por la boca”, describió. Aunque Maya se recuperó de las lesiones físicas, las heridas psicológicas no cicatrizaron. “Ella quedó muy mal, con odio”, lamentó.
Quien estuvo detenido por el abuso de la nena fue un adolescente que había sido novio de su hermana mayor. El chico, semanas más tarde, apareció ahorcado en una celda del Irar. Se llamaba Jonatan Retamoso y tenía 16 años. Una sábana le envolvía el cuello cuando lo encontraron. Su vida estuvo signada por una infancia vulnerable y consumo de drogas. La mecánica de muerte, según la versión oficial, fue un suicidio por asfixia y sin signos de defensa a agresiones. La familia de Retamoso siempre desconfió y cree que lo mataron. La causa, que tuvo amplia cobertura mediática, fue archivada en 2013.