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Chanchitos yanquis causan alarma en las pymes

Actores del sector rural vinculados con pequeños productores alertan sobre daños comerciales y sanitarios que puede generar la importación de cerdo estadounidense, iniciada hace tres semanas, en un contexto de retracción económica. San Luis acaba de prohibir el ingreso de esa carne a su provincia

Por Álvaro Arellano

Veintiséis años después, la Argentina volvió a importar carne de cerdo desde Estados Unidos. Así no sólo da vía libre a que esos cortes subsidiados compitan con la industria nacional, sino que habilita un riesgo sanitario que padece dicho país en relación con el llamado virus Pierce, una enfermedad de carácter reproductivo y respiratorio. “No es sólo el tema sanitario, estamos preocupados por la mano de obra en los criaderos de cerdo, lo ideal sería cuidarla, pero o no lo sabemos hacer o no hay voluntad política de hacerlo, eso es lo que reclamamos”, expresó el vicepresidente segundo de la Federación Agraria Argentina (FAA), Agustín Pizzichini, quien a la vez alertó que la quita de retenciones al maíz también golpea al sector porcino. De igual manera, el dirigente de Confederaciones Rurales Argentinas (CRA) Adolfo von Iffinger alertó sobre un gran número de productores que abandonaron el sector, sobre todo por el aumento del precio de los forrajes para alimentar a los animales. Según la Fundación Mediterránea, en el último año los costos aumentaron un 60 por ciento, con lo que triplicaron a los ingresos. Santa Fe es la tercera en el ranking de las cinco provincias que más carne de este tipo produce, detrás de Buenos Aires y Córdoba.

El dirigente de la FAA Pizzichini informó que la importación de cerdos estadounidenses comenzó a concretarse en la segunda quincena de julio y, aunque voces oficiales les aseguran que es muy poco lo que entra, “después se ve en los supermercados y no es muy poco”, por lo cual considera que hay “una suerte de ocultamiento de la verdad”. Entendió además que “si al cerdo (importado) se lo pone en la góndola al mismo precio o a un precio más bajo (que el nacional), la gente lo va a llevar”.

En referencia a los Estados Unidos, Pizzichini alertó que “es el país que más subsidia” y que de esa manera “entra a un precio con el que no somos competitivos”. A este desembarco se le suman costos indispensables para la producción como la comida de los animales, alquiler de inmuebles y cuestiones sanitarias, una tríada afectada por la escalada del dólar.

“Acá entendemos que no hay que subsidiar, sino tratar de ver por ejemplo el tema del maíz que se nos ha ido muy arriba, lo mismo pasa con el campo que uno alquila, que se alquila en relación con el precio de soja y eso repercute en el precio final”. Agregó el tema sanitario y vacunas, que “es en dólares y tiene un alto costo”. En virtud de la quita total o progresiva de retenciones al maíz y a la soja respectivamente, explicó que “para los exportadores viene bárbaro, pero en todo lo que se refiere al mercado interno pegó muy fuerte y afectó muchísimo”. Por último agregó el factor tributario, que a criterio del miembro de la FAA “afecta a toda la cadena”,  ya que “cobra más el gobierno con los impuestos que lo que cobra el productor porcino”.

Las dificultades de los pequeños productores

Por su parte, Von Iffinger, de CRA, manifestó también su “total desacuerdo” con la política importadora en virtud del “grave peligro” para la situación sanitaria, pero recalcó sobre todo las dificultades de los pequeños y medianos productores. En su condición de coordinador de la comisión de porcinos dentro de la CRA, suscribió a la tendencia de un reciente informe elaborado por la Fundación Mediterránea (ver aparte), y explicó que hay buena parte de pequeños y medianos productores porcinos que dejaron la actividad. “Fundamentalmente porque entre el 85 y 90% son costos dolarizados, la devaluación del 50% no se ha podido trasladar a los precios internos, dejando fuera de competencia al pequeño productor, sobre todo”, argumentó. A su vez agregó que la alimentación de los cerdos (o forraje como lo llaman) representa entre un 70% y 80% de los costos totales; por consiguiente con el aumento de ese eslabón, al no poder trasladarlo al precio, “se están perdiendo en valores reales entre 3 o 4 pesos por kilo”.

Con respecto al futuro, comentó: “Va a depender del volumen de las importaciones que ingresen, si se vende esa carne como fresca y no se la identifica como importada, eso va a tender a complicar la situación”. Por otro lado expuso la ausencia de un mercado referencial de oferta pública, lo que explica como ideal en tanto la oferta y demanda trabajen de manera continua. “Hoy un pequeño productor levanta un teléfono y es una operación persona a persona, donde su producción no es negociada como tiene la producción vacuna con los remates en el mercado de Liniers o Rosario”, analizó. Sumado a que los frigoríficos se abastecen de los productores de mayor volumen, aseguró que las importaciones proveerán a aquellos sectores que abastecían los pequeños, y en ese escenario analizó que “cuesta mucho más ir poniendo un precio en base a la necesidad de rentabilidad”.

Por último remarcó que el sector “prácticamente” mantiene los precios desde diciembre del 2017, a pesar de que los costos se encarecieron un 50%, lo que graficó en la necesidad de generar 50% más de kilos de cerdo para pagar gastos. “Si no recuperamos precio en los próximos meses (los de mayor demanda) la situación de las granjas pequeñas van a pasar una situación de difícil resolución”, aseguró el integrante de CRA, quien volvió a exigir “políticas activas del gobierno” para solucionar “desajustes de la economía real que no son producidos por los productores porcinos”.

Reclamo

Pocos días después del reclamo y movilización de integrantes de Federación Agraria Argentina (FAA) al Ministerio de Agroindustria de la Nación, y lejos de atender el descontento que manifestaron los pequeños productores, el gobierno nacional ratificó la apertura de importaciones para cerdos estadounidenses. Tras su visita a la Argentina con motivo del G20, el ministro de agricultura norteamericano Sonny Perdue, publicó un tuit en la residencia del embajador celebrando el ingreso de carne porcina proveniente de su país a territorio argentino con una foto que lo muestra comiendo ese alimento. Si en la previa la situación de las economías regionales impulsó la manifestación hasta la puerta de la entidad agroindustrial, la confirmación del ingreso de cerdos del exterior no hizo más que echar leña al fuego y encender el rechazo de los productores hacia esta medida que, según estimó hace un año Estados Unidos, le reportará unos 10 millones de dólares anuales a la economía de ese país.

La movilización del 26 de julio al ministerio que conduce Luis Etchevehere puso de manifiesto las dificultades que atraviesan los productores de alimentos y agricultores familiares. El titular de la FAA, Omar Príncipe, fue contundente a la hora de exponer los motivos del descontento: “Mientras otros gobiernos protegen la mano de obra y el valor agregado en sus países, nosotros aquí tenemos las recetas del libre mercado, como si fuese la ley de la selva en la que el más grande se come al más chico, y nosotros somos los más chicos”. Las declaraciones en aquella jornada ya advertían sobre el conflicto que genera la tendencia importadora, pero que no tiene exclusividad a la hora de apuntar causas sobre inconvenientes que atraviesa  el sector. La importación de cerdos se suma a los altos costos que padecen pequeños productores, generados en buena medida por eslabones atados a la evolución del dólar. Un informe de la Fundación Mediterránea indica que si bien existieron márgenes positivos en 2017 para la producción porcina, “los números se han deteriorado sensiblemente en lo que va del 2018”. El informe asevera que los costos se movieron mucho más rápido que los ingresos; por caso los primeros subieron más del 60% en el período junio 2017/junio 2018, mientras que los segundos sólo el 21%.

San Luis

Ante la decisión del gobierno nacional de abrir indiscriminadamente la importación de carne porcina desde los Estados Unidos, hace una semana la provincia de San Luis respondió con un decreto que prohíbe el ingreso de productos, subproductos y derivados provenientes de ese país. El objetivo es proteger la producción local del síndrome disgenésico y respiratorio porcino (virus PRSS o Pierce), que trae consigo importantes pérdidas económicas, tal como sucedió en Brasil y Chile, cuyas producciones sufrieron brotes con pérdidas millonarias. San Luis es la segunda provincia que reacciona contra la importación de cerdos desde Estados Unidos. La Pampa también declaró de interés provincial su producción y comercialización para preservar el estatus sanitario, mientras que Santa Cruz trabaja en un anteproyecto de ley en el mismo sentido.

Perspectiva

La importación desde los Estados Unidos llega cuando el sector prometía competitividad: Argentina duplicó la producción de carne de cerdo en el transcurso de los últimos siete años. El año pasado y por primera vez, la producción porcina del país superó los seis millones de cabezas faenadas, alcanzando una producción de 566.084 toneladas res con hueso (el doble que en 2010), lo que representa un aumento interanual del 8,4 %. El consumo por habitante superó los 14 kilos, lo que significa un crecimiento interanual del 9,1 %. En lo que respecta al mercado internacional, las carnes y subproductos porcinos también experimentaron un incremento que alcanzó al 56,3% (3.596 tn res con hueso).

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