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Estudiante colombiano cuidaba la casa del primo: lo mataron

Juan Steven cursaba la carrera de Psicología. Intentaron entrar en la vivienda de barrio Tango que alquilaba su familiar y se había comprometido a vigilar. Quedó tendido en el pequeño jardín del frente. Pedía ayuda a los vecinos que se quedaron con él hasta que falleció esperando asistencia

Juan Steven Grueso Hernández era colombiano, tenía 23 años y estudiaba Psicología en Rosario. Estaba, desde hace unos días, al cuidado de la casa que alquilaba un primo suyo en calle Manuel Ugarte al 869, en barrio Tango. Lo mataron allí en la noche de este jueves, tras sortear la reja de entrada a la vivienda y romper de un golpe la puerta de ingreso. No falleció de inmediato: los vecinos lo encontraron, consciente, tirado en el pequeño jardín del frente del domicilio. Pero la Policía tardó media hora en llegar tras el llamado de urgencia, y la ambulancia el doble. En el transcurso de la hora que demoró la asistencia médica, el joven perdió la vida.

«Que quede claro que esto no es ajuste de cuentas, es inseguridad, es ausencia de presencia policial, que no le cambien la carátula», se quejó uno de los vecinos de la víctima. Él y otros hicieron hincapié en lo que tardaron los servicios de seguridad y médicos en llegar hasta el lugar, convulsionado desde hace tiempo por las reiteradas entraderas. Pusieron algunas como ejemplo. Una, la semana pasada, terminó con una mujer grande herida en la cabeza cuando ingresaron a su casa, que tiene instalación de alarma para robarle, al cabo, apenas una olla y un teléfono móvil.

 

Parapetados, con miedo, sin presencia policial

Los habitantes del barrio coincidieron en lamentar que, ante los constantes robos, viven parapetados en sus casas, detrás de alambres electrificados –los conocidos boyeros similares a los utilizados en las cercas de los campos–, alarmas y alambres de púa. Igual, explicaron, nada detiene a los intrusos. Ya conocen sus tácticas. Una es arrojar piedras contra las puertas o ventanas para detectar, según sea la reacción, si hay gente en las propiedades o están vacías. Cualquiera sea el caso, agregaron, intentan ingresar. Otra vecina puso como ejemplo el uso de escaleras para sortear los tapiales o rejas. Y a partir de allí, emprenderla a patadas contra las puertas para forzarlas.

 

Estado ausente antes y después

Ese último fue el caso en el hecho que terminó con la vida de Grueso Hernández. «Alrededor de las 23.15 escuché un estallido, como de fuerte golpe contra una puerta, y después otro, de un disparo», narró el vecino más cercano. El muchacho hizo sonar la alarma comunitaria desde el interior de su vivienda y salió a la calle. Junto con él, hicieron lo mismo otros habitantes de barrio Tango. «Encontramos la puerta de la casa abierta, forzada, y a él tirado en el jardín, con un disparo en la ingle», agregó el mismo testigo. Como hicieron otros, recalcaron la tardanza de la asistencia pública ante el aviso de un delito. «La Policía tardó media hora y la ambulancia una hora», precisó. En ese lapso, el joven colombiano estaba vivo y consciente. «Pedía ayuda», señalaron cómo lo escuchaban mientras se le escapaba la vida y la ayuda no llegaba.

«Creemos que le quisieron abrir la puerta de una patada y le salió al encuentro», especuló otro de los vecinos sobre qué había ocurrido. Cerca de allí, en la plaza de barrio Tango, hay un destacamento policial. Pero «no caminan las calles, dicen que no tienen móviles», reclamaron respecto de la casi nula presencia de la fuerza de seguridad. «Llamamos a los medios (de comunicación) porque es la única respuesta que tenemos», explicó uno de los habitantes de la zona su impotencia.

Un muchacho que le cuidaba la casa al primo, en Manuel Ugarte al 869, terminó muerto de un tiro. Foto: Juan José García

 

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