“Hace dos años empezamos a ahondar nuestro trabajo en relación a la plástica, y lo encuadramos en la colección «Maravillosa energía universal». Ensayos, entrevistas, autobiografías, diarios y obras —dibujos, pinturas— forman un catálogo bastante heterogéneo en el que actualmente seguimos profundizando”, comentan Ana Wandzik y Maximiliano Masuelli, responsables de la editorial Ivan Rosado, prolífico sello de la ciudad que, desde 2012 hasta la actualidad, lleva editados alrededor de ochenta títulos que incluyen poesía, narrativa, ensayística y arte plástico.
El lenguaje particular que ca-da libro propone constituye el eje y el gran acierto de la serie “Maravillosa Energía Universal”. Ikebana política es un diario de trabajo de la dibujante e investigadora rosarina Claudia del Río; y La Pintura Ingenua reúne textos que Manuel Mujica Laínez escribió en los sesenta como parte de los catálogos de una galería de arte llamada “El Taller”. Un conjunto de historietas de Cecilia y Gloria Lenardón (hija y madre, ambas de Rosario) pueden encontrarse junto a una conferencia sobre el legendario Augusto Schiavoni o junto a Espíritu que vuelve, de Aníbal Brizuela, un interno de la colonia de Oliveros cuyos dibujos, en su mayoría hechos con birome sobre papel, son una verdadera genialidad. Pintores ya clásicos como Juan Grela o Rodolfo Elizalde conviven con el talentoso y multifacético Diego de Aduriz o Delfo Locatelli, que hizo de la informalidad su marca, llevando adelante ediciones de autor en fotocopia y con el nombre de Impresiones.
El resultado de esta apuesta editorial es una multiplicidad de formas discursivas que permiten pensar el arte desde el mismo movimiento que el arte genere, fuera de la formalidad académica y el análisis frío.
En clave existencial
El juego, lo lúdico que resulta del cruce de distintas disciplinas artísticas, también está presente; dibujantes escriben poesía o hablan de la obra de sus colegas desde el lenguaje poético y, muchas veces, en clave existencial.
“Nos interesa poder mostrar distintos contextos de producción —resaltan Wandzik y Masuelli—y pensar a la imagen como algo que se sostiene a través del tiempo. Pensamos cómo trabajar editorialmente con materiales del siglo pasado y cómo pueden volverse contemporáneos”.
El lugar desde donde realizar esta tarea, ese cruce entre el siglo XX y el siglo XXI, parece situarse por fuera de la mera reivindicación histórica, lejos de una mirada arqueológica del arte: “Intentamos corrernos del rótulo del «rescate». No rescatamos, sino que deseamos que pasen cosas. Textos de 1939 0 1985, por ejemplo, pueden leerse contemporáneamente, puede tirar sus raíces al presente y no de forma anacrónica. Hay una necesidad interior, en un montón de personas, de leer esos materiales”.
En este sentido, a principios de este año Ivan Rosado editó Dentro de uno está el universo, una conferencia que Juan Grela dictó en Rosario en 1985; y actualmente se encuentra trabajando en un libro que contiene una especie de conferencia-biografía sobre Emilio Elena, un editor de carpetas de grabado de Argentina producidas en Rosario. “Una persona que está dentro de la tradición que uno ha mirado”, explican.
Por el catálogo y la forma que adoptan los materiales, los editores nunca tuvieron una propuesta estrictamente formal, académica, a la hora de pensar las obras.
“Cuando te corrés un poco de la academia, lo que aparece es el deseo. Y a partir del deseo nuestro se va fomentando el interés de los otros. No es que alguien nos dice quiero un libro sobre Mariette Lydis y es por eso que lo hicimos –la referencia es a una artista polaca del Siglo XX que se afincó en la Argentina en 1940–, sino que nosotros lo pusimos en escena. Hace diez años atrás leer una conferencia de Juan Grela, una charla con Rodolfo Elizalde o escritos de Mujica Láinez no eran opciones primordiales, y hoy gente de to-das las edades se relaciona con eso”.
El territorio propio
En 2012, Ivan Rosado dio sus primeros pasos con la colección “Brillo de Poesía Joven”. Poetas de Paraná, Bahía Blanca, La Plata, Santa Fe y Rosario fueron reunidos en un total de diez títulos: “Fue una investigación, una búsqueda que concluimos. Ahora hay gente que lo está haciendo talentosamente, y capaz que en ese momento no ocurría lo mismo”. Milton López, Julia Enríquez y Daiana Henderson son algunos de los autores reunidos allí.
Ese mismo año, comenzó también “Selecciones Ivan Rosado”, un catálogo que aún hoy sigue creciendo: “Es la colección que más títulos tiene. Reúne literatura y arte, la mezcla aparece mucho, quizás con más presencia de lo literario –reflexionan y aclaran Wandzik y Masuelli–, aunque el catálogo no se divide en campos específicos: traducciones, biografías, arte. No hay algo riguroso allí. Muchos autores están en ambas colecciones”.
Buscando a Buda y la realidad de los pájaros, el libro del artista rosarino Delfo Locatelli, encaja perfectamente en esta definición: “Nos estamos soltando cada vez más, y eso se ve en los interiores de las publicaciones, y el libro de Locatelli tiene mucho que ver con esto, es el más fanzinero porque él tenía esa energía. Nuestra idea era hacer a partir de lo que nosotros veíamos de él, que era alguien que hacía sus impresiones en fotocopia y las regalaba en la calle”.
Esta soltura, que hace de la ausencia de parámetros rígidos una constante posibilidad de búsqueda, se ve también en la historia de los locales que sostuvo la editorial, cada uno con sus características y emplazados en distintos lugares de la ciudad: el primero de ellos fue “Ivan Rosado”, luego vino el “Club Editorial Río Paraná” y actualmente se encuentra abierto “El Bucle”, en la zona de Arroyito. Nunca fueron estrictamente galerías de arte, ni librerías, ni meros lugares de reunión.
Línea de ediciones
Sobre si se inscriben en alguna tradición o asumen alguna herencia, los responsables de Ivan Rosado apuntan: “Siempre hemos mirado mucho la línea de ediciones de los Gandolfo, de Francisco Gandolfo y Elvio Gandolfo (padre e hijo), la revista literaria El Lagrimal Trifurca y sus otras publicaciones; siempre nos gustaron mucho las ediciones en plaqueta que hacían. Con editoriales de principio de los 2000 como “Mansalva” –de Capital Federal– compartimos muchos momentos, y nos encanta la historia y el mundo del fanzine.
Acerca de un tema neurálgico como es la distribución, los editores señalan: “Rosario tiene buenas librerías y buenas ferias. Y desde chicos tenemos relación con otras ciudades, adonde viajábamos a ver recitales, a ver muestras y a relacionarnos con amigos. Actualmente, además, los casi ochenta títulos que editamos nos hacen circular. Y por nuestro catálogo podemos estar en ferias de arte, de editores y en festivales de poesía”.
Poner en escena artistas y modos de producción –crear el territorio donde dichos artistas cobren sentido y protagonismo–, parece ser la consecuencia inevitable de un camino que la editorial Ivan Rosado no deja de transitar y que, a pesar de la crisis económica actual, hace cada vez con mayor efectividad y encomiable imaginación estética.