La detección de mosquitos y de bacterias, vectores de enfermedades como el paludismo o las gastroenteritis, y el seguimiento de epidemias se hace ahora en las zonas más remotas gracias a la observación por satélite, la teleepidemiología, indican los expertos.
El espacio y sus múltiples aplicaciones (la meteorología, el estudio de los océanos, el análisis de la vegetación, etc.) permiten determinar cuándo una especie peligrosa amenaza con proliferar, explicó a la agencia de noticias AFP Murielle Lafaye, responsable del programa teleepidemiología del Centro Nacional Estudios Espaciales francés (CNES) durante el salón Toulouse Space Show que acaba de concluir.
Todo empieza en el terreno con un entomólogo o un biólogo que definen los elementos que anuncian una posible proliferación de estos insectos o de estos virus vectores de afecciones a veces mortales.
En el caso de los mosquitos, buscan por ejemplo qué especie es endémica en una zona dada, en qué tipo de charca pone sus huevos, las condiciones de lluvia propicias a las larvas, etc.
Estos elementos se incluyen en unos modelos y en función de las precipitaciones, de los periodos de sequía, de las condiciones climáticas que favorecen la eclosión de las larvas, de la turbiedad de las charcas, observadas por satélite, es posible prevenir a las autoridades sanitarias para que refuercen la vigilancia, entreguen vacunas o telas mosquiteras.
La corresponsable del programa de teleepidemiología, Cécile Vignolles, realiza ya mapas preventivos de riesgos en Senegal para la fiebre del Valle del Rift, transmitida por los mosquitos a los ovinos y los bovinos de corta edad. Los pastores saben entonces dónde pueden dejar a los animales durante la noche para minimizar los riesgos.
El Ejército francés recurrió a los servicios del CNES en teleepidemiología para determinar los barrios urbanos menos arriesgados para el paludismo en Senegal, gracias a una cartografía de vegetación, de las edificaciones, y de otros elementos.
Las bacterias que transmiten enfermedades al marisco, y por su consumo al hombre, están detectadas gracias a la presencia del zooplancton, del que consumen la clorofila. En una zona de acuicultura, los satélites permiten seguir el desarrollo del zooplancton, las tasas de salinidad o la temperatura del agua y dan a los biólogos los medios para poder dar la alerta si las condiciones se prestan a la proliferación de bacterias.
El seguimiento de una epidemia como la de la gripe aviaria, explica Murielle Lafaye, también se ha beneficiado mucho de los satélites. Éstos permiten seguir las rutas migratorias de los pájaros, prever con los ornitólogos los cambios en caso de oleada de frío, etc.
Los especialistas del CNES utilizan toda una batería de satélites que les permite constatar la evolución del clima y tomar medidas antes de que “las enfermedades limitadas a zonas tropicales lleguen”, explica Murielle Lafaye.