A Nicolás Brambilla lo mataron el 31 de agosto de 2013. Según la investigación, Nicolás llamó a su amigo Noel para que lo llevara hasta un búnker en la zona conocida como la U, en barrio Tablada. El hombre lo pasó a buscar pero al rato volvió gritando que a Nicolás lo habían baleado. La familia y amigos de la víctima siempre dudaron de la historia. La investigación quedó en un punto ciego pero un allanamiento a la casa del padre de Noel dio un giro a la investigación. Encontraron un arma. El cotejo determinó que fue la pistola homicida. Noel fue encerrado y procesado por el crimen. El caso pasó al Juzgado de Sentencia y durante el juicio la defensa del sospechoso pidió un nuevo peritaje, esta vez a cargo de la Policía Federal, pero no fue contundente. Entonces hubo una tercera opinión, esta vez de Gendarmería Nacional. El informe fue contundente. El arma no fue la usada en el crimen. Con la principal prueba desbaratada, Noel obtuvo un sobreseimiento y el caso volvió a foja cero. Además se giraron fotocopias del caso para que se investigue que pasó en el primer estudio pericial. Así, la investigación por el crimen volvió al juzgado de instrucción: a un sistema conclusional que se encuentra desbaratado, con pocos recursos y unas doscientas causas aún en trámite.
Nicolás vivía en Tablada con su familia. La noche del crimen estaba en una esquina del barrio con amigos. Según la investigación, había llamado a un conocido para que lo llevara a un búnker ubicado en Garibaldi y Patricias Argentinas, en un lugar llamado la U.
Noel G. llegó junto con su mujer Maira R., quien iba sentada en el asiento trasero con su bebé en brazos. Nicolás se subió en el asiento del acompañante y arrancó el auto. Una media hora después Noel G. volvió sin su amigo. Les contó a los muchachos que estaban en la esquina dónde había levantado a Brambilla, que al llegar al búnker éste se bajó y un grupo de personas apareció en el lugar y lo baleó. Noel G. dijo que se asustó y se fue del lugar dejando a Brambilla herido.
La víctima recibió dos disparos en la zona intercostal y uno en la espalda; ninguno fue de frente. Le dispararon con una pistola calibre 22 y murió algunas horas después sin poder contar lo que pasó. Desde entonces el entorno de Brambilla sospechó de Noel G. Un hermano de la víctima contó que Nicolás tenía un arma que Noel insistía en comprársela.
Hubo contradicciones en la declaración de Noel y algunos indicios pero nada contundente. La investigación se estancó, pero la madre de la víctima no se rindió. En noviembre de 2016, la jueza Alejandra Rodenas hizo lugar a un pedido del fiscal Luis Schiappa Pietra y se realizó un allanamiento a la casa del padre de Noel G. Allí se encontró un arma del mismo calibre que el utilizado en el crimen. La Policía de Investigaciones fue la encargada de efectuar la pericia, contó una fuente judicial y el resultado fue positivo. El informe determinó que del arma encontrada partieron los disparos que mataron a Brambilla. Noel G. y su pareja fueron detenidos e imputados por el crimen. Luego la mujer obtuvo un falta de mérito y quedó desvinculada.
En cuanto a Noel G., su caso se elevó a juicio, recayó en el Juzgado de Sentencia Nº 6, donde su defensa reclamó la producción de una nueva prueba pericial. Esta vez, el cotejo lo hizo Policía Federal y el resultado no fue tan contundente. El informe explicó que, si bien había algunas coincidencias en las estrías del proyectil, no se podía determinar que fuera el arma homicida.
Ante un peritaje contundente y otro que no afirmaba ni una cosa ni la otra se dispuso hacer un nuevo cotejo. Esta vez por Gendarmería. En este caso se concluyó que no era el arma homicida. Esta prueba objetiva era primordial en la causa, por lo que el cuadro probatorio contra Noel G. se cayó y el hombre fue sobreseído. Noel G. recuperó la libertad y la investigación volvió al juzgado de instrucción para retomar algunas otras líneas investigativas.
La vuelta a foja cero del caso, sumado a la situación que atraviesa el sistema conclusional, que cuenta con muy pocos recursos humanos para avanzar en las investigaciones, marca un horizonte incierto del expediente.
A ello se sumó el reenvío de las actuaciones a la Fiscalía para que investigue la situación de la primera prueba pericial, que dejó tras las rejas a Noel G. por más de dos años.