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El Autódromo, una pasión para los tuercas

Cinco amigos llegaron bien temprano al Juan Manuel Fangio y comenzaron a disfrutar de su lugar en el mundo. Conocé la historia

«¿Van al Autódromo? Bueno tengo para ofrecerles facturas, bizcochos y para el mediodía hacemos choripanes y unos sándwiches de milanesas que son para chuparse los dedos. Los esperamos”. Susana mostró toda su capacidad vendedora detrás del mostrador de una despensa a escasos metros del Juan Manuel Fangio. Del otro lado, un grupo de amigos cargaba una suculenta compra en mochilas. Minutos antes, habían pasado por una estación de servicio y poniendo plata de cada billetera, habían cargado el tanque de combustible de una camioneta. La situación vivida este viernes se repite y es moneda corriente cada vez que el Autódromo recibe carreras. Y deja en claro que tracciona la actividad económica de la ciudad.

El mismo grupo de fanáticos enfiló por Jorge Newbery, dobló por García del Cossio y se metió en el predio. Sí, eran las 9 de un viernes donde sólo había entrenamientos y clasificación de la Clase 2 del Turismo Nacional. Pero eso quizás no importaba. Lo que sí ellos querían demostrar era la fidelidad con el Autódromo. “Somos fanáticos del automovilismo, pero sobre todo del Autódromo. Lo queremos y lo defendemos. Y por eso estamos acá, para apoyar”, contaba Guille, quien ya tenía el celu en la mano y se aprestaba a fotografiar cuanto auto pase por delante de sus narices.

Los cinco amigos cruzaron el puente, heladera en mano, y se internaron en la zona de boxes, donde unas 100 carpas blancas parecían una ciudad a lo lejos. Allí, hablaron, discutieron sobre marcas, se sacaron fotos con pilotos y luego disfrutaron de lo que fueron a ver y a escuchar.

Una vez que el sol comenzó a bajar sobre el oeste, Guille, Juanjo, Quique, Pato y Juani volvieron a la camioneta y salieron rumbo a la ciudad: “Ahora vamos a tomar unas cervezas y a comer unas pizzas. Y mañana bien temprano volvemos. Esto está buenísimo”. Sí, esto es pasión.

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