Por Fabiana Arencibia*
Las medidas que acompañan el refuerzo y adelanto del préstamo del FMI profundizarán la recesión ya instalada. Todas ellas apuntan a contener la inflación con la menor cantidad de dinero posible en circulación. “Los pesos circulantes siempre serán los mismos”, dijo el ministro de Economía. Y nosotros analizamos quienes serán los poseedores de los mismos pesos.
Este lunes, cuando debutábamos con las nuevas medidas profundizadas por el FMI para poderse garantizar el cobro del préstamo –ahora incrementado– de 57.100 millones de dólares, el ministro de Economía dijo: “Le pido a la gente que tenga paciencia, nos espera un momento difícil y duro pero luego saldremos adelante”.
El momento ya es difícil y duro para la mayoría desde hace un largo tiempo y éstas son las medidas financieras altamente recesivas que lo profundizarán:
• Cero emisión de moneda: para que las personas (con menos plata en sus bolsillos producto de esta economía en recesión) y el Estado (recortando el gasto público primario) no tengan capacidad de circular más dinero del que reciben y no provoquen aumento de inflación.
• Banda de flotación libre del dólar: entre 34 a 44 con ajuste de 3% mensual, rango por fuera del cual recién intervendría el BCRA, para que un dólar descontrolado tampoco provoque aumento de inflación.
• Altísimas tasas de interés (la Letras de Liquidez –Leliq– que subasta el Banco Central a las entidades bancarias y por las que esta martes llegó a pagar 73% de interés anual) para tentar a los grandes inversionistas a no ir hacia el dólar y que su voracidad por los verdes no presione a su alza y provoque aumento de la inflación.
Todas medidas para –en teoría– regular el valor de la divisa y contener la inflación. Medidas monetarias atractivas para la especulación y destructivas para el poder adquisitivo de quienes viven de un salario, de una jubilación, de una pensión o de un ingreso que le permite –en el mejor de los casos– satisfacer las necesidades mínimas, humanamente indispensables. “Una medicina muy dura con efectos colaterales como la profundización de la recesión”, afirmó un economista que no especificó colaterales a quienes.
“Queremos dar la señal de que la emisión está controlada, donde la cantidad de dinero no va a crecer bajo ningún motivo. Esto da una certidumbre a quien tiene pesos de que los pesos circulantes siempre serán los mismos, lo que tiende a fortalecer nuestra moneda”, agregó Nicolás Dujovne.
¿A que “mismos pesos” se refiere el ministro? No se refería seguramente a los 12 millones de pobres (27,3% de la población) y 2 millones de indigentes (4,9%) existentes, según las cifras oficiales del primer semestre, y que son menores a las previstas para el próximo semestre. O sea, que seguramente los 30 pobres de cada 100 argentinos y los 5 indigentes de cada 100, no podrán conservar esos “mismos pesos” de los que habla.
Tampoco se referiría al 52,68% de niños malnutridos de la provincia de Neuquén de los que da cuenta la producción audiovisual de Cartago TV.
Menos aún a quienes viven en el conurbano bonaerense donde se concentra el mayor bolsón de pobreza e indigencia de nuestro país. Allí los pesos no son los mismos pero sí lo son las miserias. Según un informe del Instituto de Investigación Social, Económica y Política Ciudadana (Isepci), casi cuatro millones (31,9%) no cuentan con los recursos suficientes para cubrir sus gastos indispensables. Y aunque son ciudades con menos cantidad de población que el conurbano de la provincia de Buenos Aires, la pobreza castiga fuerte también en Santiago del Estero (44%), Corrientes (36,8%), Concordia (34,7%); Palpalá, Gran Córdoba y Santa Fe (30,3%).
“Tenemos muchos desempleados, no somos insensibles, el Presupuesto no es infinito, ¿a quién no le gustaría gobernar con un presupuesto infinito?”, se preguntó Dujovne mientras le garantizaba a los jubilados y beneficiarios de la Asignación Universal por Hijo que –por ahora– no iban a recibir nada extra para reforzar los “mismos pesos” de siempre.
Los que sí conservarán los “mismos pesos” pero en la verde moneda, son los fugadores de capitales que han acumulado durante años cerca de 290.000 millones de dólares en el exterior. También las empresas que tienen sus precios dolarizados como las petroleras, las prestadoras de servicios públicos privatizados, los grande pooles de siembra, las mineras.
Y por último quien mejor conservará estos “mismos pesos” es el FMI que, según el Presupuesto 2019, va a ser el destinatario del derrame del ajuste y la miseria de la mayoría de los argentinos. Porque, de aprobarse, estaremos pagando un millón de pesos por minuto en concepto de intereses de deuda. Según un informe de la Universidad Nacional de Avellaneda, en 2019 se destinará a la deuda un monto similar a 353 millones de AUH; 69 millones de jubilaciones mínimas; casi 56 millones de salarios mínimos; o la construcción de casi 20 mil jardines de infantes.
Como decíamos en nuestra nota sobre el Presupuesto 2019, salud, educación, vivienda, promoción y asistencia social, ciencia y técnica, trabajo, agua y alcantarillados representan todos juntos 13.32% del total de gastos presupuestados y los intereses de deuda, casi 18%. Están asignados a pagar 3 veces más que lo destinado a Educación, 5 veces más que lo asignado a Salud y 16 veces más que lo presupuestado para Ciencia y Técnica.
En su artículo “La deuda en el Presupuesto 2019”, el licenciado Héctor Giuliano afirma: “El Fondo Monetario Internacional ha tomado intervención directa en el control de las cuentas fiscales de la Argentina”. Así de clara y precisa resulta la lectura de las medidas tomadas para garantizar y proteger los intereses de los acreedores financieros ante una situación, previa a los acuerdos, que Giuliano define como de default.
Giuliano hace el cálculo de la deuda con la que cerraremos este 2018 partiendo de cifras oficiales al 31/12/2017 que arrojan 334.700 millones de dólares. A esta cifra se la agrega lo previsto en el Presupuesto 2018, que contempla un aumento anual de 46.400 millones. Pero si le agregamos el acuerdo con del FMI de 57.100 millones de dólares, créditos con otros organismos multilaterales ya anunciados (Banco Mundial, BID y CAF), el traspaso por el desarme de las Lebacs del Banco Central (en pesos) a la letras del Tesoro (Letes) en dólares, cerraríamos este año con una deuda del Estado nacional superior a los 430.000 millones de dólares. Deuda que no incluye “las deudas del BCRA, ni de las provincias y municipios; tampoco la de las empresas del Estado, ni de los organismos nacionales y fondos fiduciarios, ni las sentencias en firme por fallos arbitrales y juicios contra el Estado perdidos y con sentencia firme”, aclara el especialista en análisis del histórico problema de la deuda argentina.
Los intereses a pagar serán 50% superiores durante el próximo año respecto a los que se estima se cancelarán en este año. De 406.400 millones de pesos pasaremos a pagar alrededor de 600.000 millones de pesos en 2019. Si bien el total presupuestado asciende a 746.400 millones, se estima que 20% no se va a pagar y por lo tanto se va a capitalizar como deuda.
En el proyecto de ley de Presupuesto 2019, el rubro de intereses de deuda es el de mayor crecimiento dentro del gasto público; el ritmo de aumento de los intereses a pagar es el doble que el ritmo de aumento del resto de los gastos del Estado, son el principal gasto público luego de las partidas destinadas a seguridad social. Por cada 100 pesos que gastará el Estado central, 18 serán para pagar intereses, casi 87% más que lo previsto en el Presupuesto 2018.
Entonces, ¿quién se llevará el dinero que se ajusta del bolsillo de los trabajadores y trabajadoras, de los jubilados y jubiladas, de los y las docentes, de los médicos y las doctoras, de los científicos y las científicas? ¿Para quiénes los pesos, como dice Dujovne, serán los mismos?
(*) Red Eco Alternativo (www.redeco.com.ar)