Por Juan Pablo Cinelli / Especial para El Ciudadano
La escritora argentina Hebe Uhart murió este jueves a los 81 años en su departamento en el barrio de Almagro, de la ciudad de Buenos Aires. La triste noticia comenzó a circular durante las primeras horas de la tarde y fue confirmada por los encargados de prensa del sello Adriana Hidalgo Ediciones, encargada de publicar una gran parte de su obra más reciente. Uhart era una de las últimas representantes de la generación a la que pertenecían sus colegas, los no menos notables Ricardo Piglia, Alberto Laiseca, Abelardo Castillo y Andrés Rivera, todos ellos también fallecidos en los últimos dos años. Sin velatorio, la última despedida a la narradora iba a tener lugar hoy a las 10.30 en la Capilla del cementerio de Chacarita.
Una síntesis de su biografía debe mencionar que nació en 1936 en la ciudad de Moreno, al oeste del conurbano profundo de la provincia de Buenos Aires. Que sus padres fueron de los primeros habitantes del barrio de Paso del Rey. Que estudió Filosofía en la Universidad de Buenos Aires. Que se dedicó a la docencia en escuelas primarias de su provincia durante muchos años de su juventud, oficio que disfrutó y luego rescató no pocas veces en sus cuentos. Qué más tarde, cuando ya era una escritora reconocida, extendió su pasión por la enseñanza en talleres literarios que brindaba en el living comedor de su propio departamento. O que entre sus blasones se cuenta el Premio Iberoamericano de Narrativa Manuel Rojas, uno de los mayores reconocimientos de la lengua castellana, que recibió el año pasado de parte del Estado de Chile para honrar su la trayectoria literaria. El jurado que la eligió para ofrendarle este honor estaba integrado por los escritores argentinos César Aira y Martín Kohan, el mexicano Jorge Volpi y los chilenos Alejandra Costamagna y Ramón Díaz. Nada menos.
La editorial Blatt & Ríos, que hace algunos años publicó un volumen de relatos suyos titulado “El gato tuvo la culpa”, eligió despedirla con un emotivo y breve texto: “La querida Hebe Uhart falleció este mediodía. Maestra de muchos, niños y adultos, curiosa observadora de los modos de hablar y de hacer de gentes diversas, gran cronista, cuentista y novelista, de prosa tierna y atenta, de humor discreto, nos iluminó con infinidad de textos. La despedimos con tristeza en esta tarde gris cerrado y la recordaremos vivaz y contando, como siempre”.
Notable cuentista, novelista destacada y extraordinaria cronista –el escritor Rodolfo Fogwill la ungió como la mejor narradora de la Argentina, y ella misma lo tomaba con sorna preguntando el significado de eso–, entre la voluminosa obra de Uhart pueden destacarse los libros de cuentos “El budín esponjoso” (1976) o “Guiando la hiedra” (1997), que incluyen algunos de sus relatos más famosos; las novelas “Camilo Asciende” (1987) y “Señorita” (1999), y algunos de los numerosos volúmenes de crónicas de viaje que pueblan la etapa final de su obra, como “Viajera crónica” (2011) o “De aquí para allá” (2017). Su último trabajo publicado fue “Animales”, otra colección de crónicas editada por Adriana Hidalgo en septiembre del año pasado. Justamente esta casa editorial anunció que luego de publicar hace menos de tres meses el volumen de sus Novelas Completas, en un futuro cercano harán lo propio con sus cuentos y crónicas”.
Por mal de amores, un primer libro en Rosario
Hija de una directora de escuela, egresada de filosofía y docente ella misma, Uhart comparó en una de sus tantas entrevistas a la escritura el corte de un vestido: “Si lo hacés mal, no hay arreglo”, le dijo a la periodista de Página 12 Mariana Enríquez.
Enríquez recordaba que Hebe Uhart “siempre fue una escritora de libros dispersos, difíciles de conseguir o directamente inhallables”. Y celebraba que, en 2010, con la recopilación y reedición por parte de la editorial Alfaguara “sus relatos reunidos permiten acceder a gran parte de su obra de un tirón”. Pero destacaba que aún así, premios y distinciones de por medio “su literatura sigue siendo tan modesta, sobria y emotiva como siempre”. Recién en 2004, más de cuatro décadas después de haber publicado sus primeros cuentos, una editorial “grande” se ocupó de su obra, “y apenas un cuento en una antología”, destaca la periodista.
Enríquez hilvana junto a la propia Uhart cómo se metió Rosario en una historia de raíz tan bonaerense que es previa incluso a los bonaerenses: ella nació en Moreno en 1936, nieta de los primeros pobladores de Paso del Rey, cuando era una lonja de campo más que un caserío.
“Cuando terminó el secundario. Hebe Uhart ya estaba decidida a estudiar filosofía en la Universidad de Buenos Aires. Una carrera particular para una joven en aquellos años, pero como hija de una directora de escuela se esperaba de ella un esfuerzo intelectual”, menciona la periodista. Y logra la confesión: cuando estaba en el último año de la carrera, Uhart se mudó a Rosario. “Me fui por un tema de amores. Me enamoré de un señor que era casado, del grupo de conocidos, y dos amigos que tenía me dijeron que tenía que irme. Tenía 22 años. Hice vida de pensiones. Me iba a un café al lado del río a estudiar latín y lo alucinaba a él, lo veía venir. Eso duró un año. Al principio era medio triste porque no tenía amigos, pero después me fui haciendo amistades y era placentero, porque en los últimos años de Filosofía éramos tres o cuatro nada más. Ahí, en Rosario, edité mi primer libro, con un sello inventado por un amigo. Lo publiqué yo, lo pagué yo”.