El devenir de los años se ocupó de transformar a Nicolás Domínguez en un jugador más completo, y los pormenores de la vida lejos de casa se confabularon para encontrar la madurez necesaria, pero hay cosas que ni el paso del tiempo ni las circunstancias van a modificar. En su mirada, su trato y su sencillez, este base de 28 años conserva la proximidad del pibe de 19 que decidió dejar Rosario para ser jugador profesional de básquet, esa mezcla de ingenuidad y picardía que le permite responder sin pausa, sin medirse, un tipo auténtico y transparente.
“Cuando me dijeron que estaba la posibilidad de jugar en Rosario, abrí los ojos muy grande”, cuenta Nico, el de Saladillo, el hermano de Gaby y Hugo, ese que tiene la zona sur en el ADN y que hoy se puede dar el lujo de paladear el inminente debut en Liga Argentina con Sportivo América.
“De hecho no me importó dejar algunas cosas de lado para quedarme acá en mi ciudad, con mi familia, mis amigos, mi gente y representar a un club de Rosario. Es una linda oportunidad y no se le suele presentar a los jugadores de acá”, explica el talentoso base, que sabe de lo que habla, porque tras su experiencia en Central debió irse lejos a buscar minutos en un rectángulo.
España (Aridane), Italia (Capo D’Orlando, Robur Osimo), Brasil (Osasco) fueron las primeras etapas del periplo que continuó en el ascenso argentino, con Sarmiento de Formosa, Sarmiento de Resistencia y Tucumán BB.
Rosario es básquet de Liga en cuentagotas y aquellos que han tenido la chance de jugar a nivel nacional en la ciudad deben considerarse privilegiados. Nico entrará dentro de poco a ese club de pocos.
“Hace nueve temporadas que salí a jugar afuera y estar un año acá es muy lindo, hay que aprovecharlo y sacarle el jugo”, se repite, incrédulo, el base rosarino.
La cabeza de Domínguez ya se ocupa del debut en la Liga Argentina, pactado para el sábado 20 en el Amílcar Tamburri y en cómo llegarán a ese día: “Esta semana que no hubo tanta carga de partidos del torneo local pudimos entrenar mucho más cinco contra cinco con el equipo de Liga Argentina, y afianzar nuestra forma de juego. Queremos ser un equipo rápido en la transición, vertiginoso, correr la cancha, aunque lógicamente también hay sistemas para el ataque fijo. Los muchachos que juegan el torneo local llegan con ritmo y con Alejo (Crotti) hicimos un trabajo desde la parte física, pero ya estamos todos listos para llegar bien al debut y el amistoso es una buena prueba”.
Y el desafío es superior, porque involucra también probar suerte en una categoría superior, la segunda a nivel nacional. “Para mí es una experiencia nueva, un desafío y también lo es para gran parte del grupo. Estamos con ganas de arrancar y demostrar que estamos preparados para lo que se viene”, cuenta.
El recorrido quizás lo haya preparado para este momento, con experiencias en el parqué pero también fuera de él. “Rescato muchas cosas de estos años de jugar afuera, y no sólo en lo basquetbolístico. Es muy lindo conocer jugadores profesionales de otros lugares, adaptarse a la cultura, al idioma, la alimentación. Crecés como jugador y persona porque estando lejos uno valora mucho más las cosas”, describe Nico, quien gozó y sufrió a la distancia: “A uno le pasan cosas buenas y malas en lo deportivo y lo personal y ahí te das cuenta de que no es lo mismo estar en tu ciudad o lejos. Me hizo aprender a valorar las cosas que tengo y los afectos”.
De las Islas Canarias a Sicilia, y luego al norte argentino. Nico Domínguez está de vuelta en casa para cumplir su sueño en Sportivo América. El pibe de 19 y el base de 28, diferente pero igual, abrió los ojos grande, está despierto y listo para el desafío.