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Georgina, víctima de violencia y pobreza, quedó en libertad

Estuvo presa nueve meses y después con una prisión domiciliaria. La acusaron de haber intentado matar a su beba dándole pastillas. En el proceso quedó en evidencia una historia de carencias, violencia y exclusión y ahora intenta recuperar a su beba

Georgina tiene 20 años y estuvo nueve meses presa en una cárcel. El 11 de septiembre de 2017 fue fatídico para ella. Hacía un año que su mamá había muerto, vivía en un ámbito de violencia donde algunos de sus hermanos eran los artífices. Cuando estuvo embarazada de Jazmín tuvo que irse de su casa por los golpes que recibía. Aquel día se enteró que uno de los suyos tenía HIV, pensaba que estaba embarazada de un muchacho que no sabía si se haría cargo y se peleó con uno de sus hermanos. La sacaron a la calle con la pequeña en brazos. El combo la desbordó. No sabía qué hacer, dónde ir, qué le iba a dar de comer a su beba. Sola y con los pocos pesos que tenía en el bolsillo compró algo para que la beba comiera y una botella de vino espumante para ella. Tomó clonazepam con alcohol y se perdió. La detuvieron en una plaza cuando la vieron darle pastillas a la pequeña. Los medios locales la mostraron esposada durante los traslados policiales y la Fiscalía la imputó por tentativa de homicidio. Este jueves la Justicia la sobreseyó. Además el juez ordenó poner en conocimiento sobre lo resuelto al Tribunal Civil y a la Subsecretaría de la Niñez, ya que Georgina tramita la revinculación con su hija.

En la primera audiencia oral y pública Georgina lloró desconsolada. No se acordaba de nada. El juez la dejó presa. “Quien voluntariamente ingiere pastillas tiene que hacerse cargo de las consecuencias”, dijo y mandó a hacer una junta médica de salud mental, para saber si comprendió la criminalidad de los hechos. Después de eso vino el letargo. Las audiencias de revisión de medidas cautelares la mantuvieron presa hasta junio. En esa oportunidad el defensor consiguió que una persona la ayudara y ofreciera su casa. El fiscal dio el visto bueno y así Georgina logró una domiciliaria. La puerta que se había cerrado nueve meses antes comenzaba a abrirse mientras empezó tramitarse un pedido para una revinculación con su hijita que hoy tiene dos años y medio.

Georgina vivía en barrio Ludueña, sin comodidades y con escasos recursos económicos. Ante la Justicia se presentó como un ama de casa. La vivienda donde estaba era compartida con otros integrantes de su familia y la relación era conflictiva. El sábado 9 de septiembre se le juntó todo. Se enteró que unos de sus hermanos tenía HIV y que su salud se iba complicando. Estaba convencida de que cursaba un embarazo de algunas semanas de una relación inestable y no estaba segura si ese muchacho la iba a acompañar: ya tenía una pequeña que no sabía cómo mantener sola. Una discusión desató la tormenta. La solución que encontró su familia fue sacarla a la calle, con la criatura y lo puesto.

Le dio algo de comer a Jazmín y caminaron sin rumbo. Mientras las cuadras pasaban, Georgina perdió noción de tiempo y lugar. Caminó más de 30 cuadras hasta que llegó a las Cuatro Plazas, en Mendoza y Provincias Unidas. Un espacio verde emblemático de barrio Belgrano. Se quedó ahí con la niña. Según algunos testigos estaba eufórica. Unos chicos escucharon cuando ofrecía a su hija a quien quisiera llevárselo. Una mujer escuchó y se acercó. Vio cuando le puso una pastilla al niño en la boca. La mujer reaccionó y le quitó a la pequeña de los brazos. Lo hizo vomitar y llamó a la Policía. La beba fue hospitalizada, había restos de medicamentos en el organismo y le hicieron un lavado gástrico. Tenía unos 20 centímetros cúbicos de un líquido rosado con olor a alcohol. Quedó internada con potencial depresión del sistema nervioso central y respiratorio.

Georgina terminó presa, imputada por tentativa de homicidio. “Yo no le di pastillas. No me acuerdo. Estaba mal, perdida. No quería matarla, me quería perjudicar yo. ¡Mirá si la iba a querer matar! La tuve 9 meses en mi vientre, sufrí tanto para tenerla. ¿Para qué? Nada más me puse mal porque no tenía dónde llevarla, ¿dónde iba a pasar la noche? ¿Con qué le iba a dar de comer? Por eso me puse mal y me tomé las pastillas”, confesó.

El juez José Luis Suárez ordenó una junta médica de salud mental para saber si comprendió la criminalidad de los hechos. Mientras, Georgina quedó detenida en prisión preventiva por el plazo de ley. Se tardaron meses en realizar dos entrevistas y el informe de la junta médica recién llegó en junio. El informe concluye que probablemente estuvo imbuida de tal manera que no haya podido dirigir las acciones. Mientras, la defensora oficial y el fiscal del caso concursaron para el cargo de jueces y juraron en medio del trámite, por lo que debieron asignarle nuevo defensor y fiscal al caso.

La beba

Respecto de la pequeña, intervino la Subsecretaría de Niñez, Adolescencia y Familia y tras el alta médica aplicó una medida excepcional y la dio en tránsito a una tía de Georgina. A su vez, intervino el Juzgado de Familia N° 3, que fijó una restricción de acercamiento respecto de Georgina. Actualmente, a través de Defensoría civil se planteó una revinculación con la madre que aún está en trámite. Y con el sobreseimiento de Georgina es posible que la situación se resuelva.

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