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Un año electoral que le cambió la cara a América latina

En 2018, con los recambios presidenciales en Colombia, Paraguay y, posiblemente en Brasil, la región consolidó su giro a la derecha y centroderecha, con una dinámica de polarización encabezada por una mayoría de gobiernos liberales y pro Estados Unidos

Las elecciones generales en Colombia, Paraguay, Venezuela, México y Brasil de este año consolidaron tanto el giro a la derecha en América latina como la creciente polarización entre una mayoría liberal, pro estadounidense y conservadora, y una minoría de gobiernos que se definen de izquierda y que, en el caso de Caracas y Managua, viven un clima de fuerte conflictividad social y un éxodo masivo de ciudadanos.

Como todo proceso político, el giro de la mayoría de los gobiernos latinoamericanos no se concretó ni en un mismo momento ni de la misma manera ni con la misma intensidad. Argentina marcó la vanguardia en 2015 con la victoria de Mauricio Macri y, al año siguiente, el juicio político –calificado como golpe institucional por el Partido de los Trabajadores (PT), la izquierda brasileña y latinoamericana y varios gobiernos de la región– encumbró a Michel Temer en Brasilia.

El giro continuó el año pasado, primero de manera gradual y parcial en Ecuador con la victoria de Lenin Moreno y su ruptura con su mentor Rafael Correa, y más tarde, de manera más clara, con la vuelta al poder en Chile de Sebastián Piñera.

 

Colombia se sumó a la lista.

 

En marzo pasado, Colombia se sumó a esta lista. Iván Duque, el delfín del ex mandatario Álvaro Uribe, no representó un cambio en la política económica de su antecesor, pero sí en el compromiso con los acuerdo de paz con la ex guerrilla Farc y, en menor medida, en su relación con la vecina Venezuela.

“Colombia define su política exterior a partir de parámetros bien específicos como el Plan Colombia (acuerdo de seguridad con Washington), tratados de libre comercio… y la situación de Venezuela, que para nosotros es muy complicada. Igualmente, creo que Duque se acercó demasiado a Estados Unidos, hasta innecesariamente”, explicó a SomosTélam Jorge Bustamante, consultor, docente universitario y ex titular del Departamento de Estadísticas de Colombia.

El Grupo de Lima, el conjunto de países americanos que se formó para denunciar con una sola voz lo que consideran es un quiebre del orden constitucional venezolano, fue creado el año pasado con Macri como uno de sus máximos líderes, pero ahora que el presidente está concentrado en la situación económica local, Duque parece haber recogido el guante.

La relación con el anterior gobierno colombiano de Juan Manuel Santos nunca fue buena, pero el propio gobierno venezolano reconoció recientemente en la ONU que al menos siempre mantuvieron un canal de diálogo abierto. Hoy ni eso existe.

El endurecimiento de la posición colombiana no sólo fue bienvenida por la Casa Blanca, sino que además fue copiada por sus aliados regionales, principalmente Argentina, Chile, Paraguay y Perú, los gobiernos que hace unas semanas pidieron investigar en la Corte Penal Internacional (CPI) si hubo crímenes de lesa humanidad en Venezuela en los últimos cuatro años.

La victoria del presidente venezolano Nicolás Maduro en las cuestionadas elecciones de este año, que fueron boicoteadas no sólo por varios gobiernos de la región, sino por la mayoría de la oposición venezolana, no hizo más que profundizar este nuevo escenario de creciente polarización latinoamericana.

 

Giro conservador

 

En Paraguay, en tanto, las elecciones no significaron un cambio de signo político, pero sí un giro aún más conservador.

El flamante presidente es Mario Abdo Benítez y su principal opositor es un correligionario colorado y su antecesor en el cargo, Horacio Cartes, según explicó a SomosTélam el analista político, ex legislador y ministro de Industria y Comercio del ex presidente colorado Luis González Macchi (1999-2003), Euclides Acevedo.

“En Paraguay las tendencias continentales llegan tarde. La lucha interna hoy no es entre izquierda y derecha sino entre modernidad y atraso. En política exterior, en cambio, Mario Abdo ya marcó su posición en torno a Venezuela en la misma línea que Argentina, Chile, Ecuador, Brasil; pero no creo que haya una coincidencia similar con respecto al FMI”, agregó el veterano dirigente.

 

La estocada final

 

La estocada final a las esperanzas de la izquierda sudamericana este año la está por dar el ex capitán del Ejército brasileño Jair Bolsonaro en la segunda vuelta presidencial del próximo domingo 28.

“Si Bolsonaro gana, vamos hacia una profundización de la política de Temer, con una relajación de los controles sobre las fuerzas de seguridad y un intento de privatización de varias áreas del Estado, por ejemplo”, adelantó a SomosTélam Patricio Talavera, profesor de la UBA e investigador especializado en política brasileña.

En materia de política internacional, el académico lo comparó con otro presidente. “Bolsonaro siempre fue contrario no sólo al Mercosur, sino también a Naciones Unidas. En ese sentido, la agenda de Bolsonaro se parece mucho a la de Donald Trump. Una vuelta hacia adentro, una visión más nacionalista. Por supuesto, habrá un aumento de la presión sobre Venezuela y un alineamiento claro sobre la política de Estados Unidos”, agregó.

 

Excepciones

 

En medio de este giro hacia la derecha y la centroderecha y de un clima de confrontación cada vez más fuerte entre aliados y rivales regionales, México y Bolivia se presentan como dos excepciones.

Bolivia pertenece claramente a la minoría que se reivindica de izquierda y defiende a ultranza a sus aliados en Venezuela y Nicaragua, pero su buena situación económica lo convirtió en un socio deseable para gobiernos liberales como el de Argentina, Perú y Paraguay.

México, en tanto, es a la vez la gran incógnita y la gran esperanza de este año.

“México suele ir a contracorriente. Durante el periodo de partidos de izquierda en casi toda Latinoamérica, México viraba a la derecha. Ahora que los países vuelven a la derecha, México se mueve a la izquierda”, destacó a SomosTélam Rodrigo Elizarrarás, consultor y analista político de Humint.

El 1° de julio pasado una abrumadora mayoría de los mexicanos eligió Andrés Manuel López Obrador y a su promesa de un gobierno con un discurso de género, a favor de la diversidad cultural y con un fuerte énfasis en las políticas sociales y la lucha contra la corrupción.

“Se percibe que estará más volcado a la política nacional que a lo internacional. López Obrador no es tanto un hombre de mundo como un hombre que se ha pasado recorriendo el país de punta a punta en los últimos 15 años. No lo veo siendo un líder que busque la integración o que se acerque más a los gobiernos del sur, salvo por dos o tres excepciones, con quienes tenga afinidades ideológicas y políticas”, agregó el analista mexicano.

López Obrador podría acercarse a Morales en Bolivia o Tabaré Vázquez en Uruguay, pero nada indica que quiera ser parte de la dinámica de polarización que ya instalada en la mayoría de la región.

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