“Si vemos a alguien hablando solo por la calle, nos cruzamos. La sociedad es expulsiva, pero los centros de salud en Santa Fe no pueden decir que no”, explica la directora de Salud Mental, Liliana Olguín. La funcionaria asumió en marzo y los últimos dos meses relevó que la atención de personas con problemas subjetivos en centros de salud de alta complejidad creció. Al no existir más los manicomios como respuesta son otras partes del Estado las que deben atender siempre según los criterios de la ley de Salud Mental. Ya no hay pacientes sino usuarios y usuarias con derechos, pero garantizarlos podría ser más difícil que antes. La degradación del Ministerio de Salud nacional, que hasta pocos meses hacía un relevamiento de cantidad de casos e instituciones públicas y privadas, puso en aprietos una vez más al Gobierno de Santa Fe. Mientras avanza la reglamentación del Órgano de Revisión de la ley de Santa Fe, Olguín insistió en dar una respuesta de todas las áreas del gobierno. “Si no nos encontramos en el territorio, nos arrasa la crisis”, dice la directora.
— ¿Cómo impactan los tiempos de crisis en la contención en Salud Mental?
—En el tercer nivel de salud han aumentado la cantidad de asistencias. El impacto que tiene la falta de trabajo o la inestabilidad en la persona se siente. En el imaginario aún se piensa que se esos problemas resuelven en el Agudo Ávila y no es así. Hay entre 1.500 y 2 mil usuarios y usuarias en centros de salud provinciales y 7.500 usuarios y usuarias en múltiples dispositivos sustitutivos que a través de proyectos de producción, entretenimiento o arte buscan ganar autonomía.
— ¿Cómo impacta la degradación del Ministerio de Salud nacional a Santa Fe?
—Al no llegar las partidas de nación obliga a la provincia a hacerse cargos de las políticas sociales, incluida la de salud mental. Las personas son afectadas por la crisis. No sé qué va a pasar con el censo de población y de instituciones que estaba haciendo. Si no lo hace Nacional lo vamos a hacer desde la provincia. Mantenemos dos espacios para actuar si hay violaciones a la ley. Uno con la Secretaría de Derechos Humanos cuando una persona o familiar pide ver las condiciones en las que está un usuario o usuaria. Al principio fue difícil poder pasar la puerta de esos espacios privados. Hoy no hay tanto rechazo y podemos hacer las entrevistas y conocer cómo trabajan. Otro grupo vinculado con Iapos audita a las clínicas que trabajan con la obra social.
— ¿Cómo trabajan para dar respuestas?
—No es solo trabajo de la dirección provincial de Salud Mental. Es de todos los ministerios. La sustitución de lógicas manicomiales tiene que ser transversal. Tenemos que avanzar en la readecuación de los monovalentes (de una sola especialidad), sostener los dispositivos sustitutivos y crear nuevos. También tenemos que profundizar la capacitación de los profesionales en todas las áreas del Estado. Solo en Salud son 774 centros que tiene que estar listos. No es fácil sostener una lógica. Luchamos para hacerlo todos los días, pero no estamos solos dando respuesta. Está el programa Lazos, el plan Abre, el Nueva Oportunidad y la Agencia de Prevención de Consumo de Drogas y Tratamiento Integral de las Adicciones (Aprecod).
—En la parte pública en 2012, antes de la reglamentación de la ley nacional que prohíbe los manicomios, había 430 camas entre el Agudo Ávila, Oliveros y Mira López que debían reducirse. ¿Cuántas quedan hoy?
—En el 1990 había mil camas en Santa Fe. Hoy estamos en 230. El Mira Y López dejó de ser monovalente y el Agudo avanza en su adecuación. Estamos armando registros de salud mental en la provincia que nos permita tener estadística sobre las situaciones de los equipos de salud tomen cada día. Esa estadística nos puede servir para trabajos epidemiológicos, investigación y comparar situaciones con otras partes del país y el mundo. Muchas de los y las usuarias que estaban en los monovalentes hoy viven en las 15 residencias compartidas que son monitoreadas periódicamente por equipos de profesionales. Otros encontraron un lugar en los dispositivos sustitutivos. En algunos casos los proyectos productivos se están cooperativizando como el caso de los talleres que se hacen en el Centro Cultural La Toma “El horno no está para bollos” y “Cocinando sueños”. Es importante porque pueden ejercer el derecho al trabajo y llevar algún ingreso a su casa. El trabajo es un regulador psíquico.