Ana Paradiso / Especial para El Ciudadano
Mauricio Manchado, investigador del Conicet, estudia la problemática carcelaria. En 2006, movido por su trabajo de tesis de grado de la licenciatura en Comunicación Social, ingresó por primera vez a la Unidad Penitenciaria Nº3 de Rosario. Hoy, 12 años después, su compromiso con la investigación científica y la educación en la cárcel está intacto y sus proyectos siguen creciendo.
“Para quienes venimos del campo de las ciencias sociales es una responsabilidad muy importante poder instalar nuestras discusiones en términos de investigación en otros escenarios, tanto en la educación, como en la universidad y en los medios de comunicación” asegura Manchado con respecto a su labor científica, que tiene puntos de unión con su dedicación a la docencia y la extensión universitaria. Mauricio Manchado es investigador asistente del Conicet y actualmente estudia una dimensión de la problemática carcelaria vinculada al funcionamiento del dispositivo religioso, particularmente el evangélico y pentecostal, como una forma de gobierno y de gestión del encierro por parte del servicio penitenciario.
Con respecto a la educación, en el marco del programa “Los científicos vuelven a la escuela”, organizado por el Conicet Rosario, Manchado desarrolla desde hace cuatro años una serie de clases en escuelas secundarias de Rosario. “Lo que siempre trato de plantear es: qué cárcel estamos pensando y que cárcel estamos teniendo hoy. El título que elegí para las actividades de este año fue Cárceles de ayer, hoy y mañana. ¿Corregir, depositar, retener, imposibilitar o qué hacer con las personas encerradas?, “para pensar en los esquemas posibles del encierro que hoy se mixturan en la comunidad carcelaria de la provincia de Santa Fe” cuenta Manchado. “En las clases trato de historizar sobre el modo en que las cárceles se fueron conformando, con qué objetos, bajo qué prácticas, con que discurso, para poder pensarlas como aparecen en la actualidad. Entonces surge el cuestionamiento: si las cosas siempre fueron así, si hubo cambios a partir de la caída del Estado de bienestar, que estaba más vinculado a la idea de resocialización y de generar un sujeto que se vuelva a incorporar a los esquemas social y productivo, o si se piensa más como comienza a prevalecer desde los 70 en un esquema de cárcel mucho más depositaria, más incapacitante, con el objetivo de encerrar a la persona para tenerla durante un tiempo prolongado ahí, sin brindarle ningún tipo de herramientas posibilitadoras de otras trayectorias” señala Manchado.
La educación como derecho
Desde 2017, Mauricio Manchado tiene a su cargo, junto con María Chiponi, la Coordinación del Programa Educación en Cárceles de la Secretaria de Extensión y Vinculación de la Facultad de Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales (UNR), que tiene como objetivo que las personas que están privadas de su libertad puedan acceder a la educación superior terciaria: “Propongo poder pensar estos espacios desde una perspectiva de los derechos, dejar de suponer que acceder a la educación es un beneficio” señala al respecto el investigador. Haciendo dialogar a estos pilares que hacen a la producción de conocimiento, la docencia, la investigación y la extensión, Manchado asevera que pueden generarse una serie de intervenciones que traten de interpelar eso, y decir que también hay otras formas de construir una cárcel posible. “Entendemos que es una forma de castigo, que la sociedad moderna ya demostró que fracasó desde su propio nacimiento pero también sabemos que la cárcel va a seguir existiendo y todo demuestra que se va por más, se construyen más prisiones y se amplían las viejas. Entonces: “¿Qué otras formas de pensar la cárcel puede haber? ¿Qué otras prácticas se pueden instalar?” A partir de esas preguntas Manchado explica, tomando las ideas de Michael Foucault, su enfoque práctico: “Desde lo micropolítico, desde lo artesanal, desde un entramado vincular muy específico, un trabajo de muchos años, se pudo generar un vínculo con el servicio penitenciario que habilita y da lugar a prácticas que permiten este acceso a la educación”. “Hay una interesante concurrencia y un compromiso muy fuerte de las personas que asisten a estos espacios, se logró construir un vínculo de mucho cuidado. Funciona con otra lógica que se aleja de la punitiva que predomina en la cárcel” indica Manchado al respecto de la asistencia de los detenidos a los espacios que ellos plantean. “Trabajamos sobre todo en las reflexiones teóricas que venimos haciendo en el marco de proyectos de investigación, sumado a que mi procedencia es la comunicación, en los que me interesa la posibilidad de disputar sentidos. Desde el orden de lo material, participar de un taller puede significar salir del pabellón para estar en un espacio diferente, algunos dicen que los despeja un poco salir de ese espacio de encierro cotidiano. Pero para nosotros el desafío estuvo siempre en trabajar en el orden de lo simbólico, en discutir los sentidos que construye la cárcel, que no surgen caprichosamente, sino que el orden social en su conjunto viene creando sobre la población carcelaria un discurso que sostiene que es «el sobrante», que no van a poder hacer más que esto, van a ser ladrones toda la vida, el desperdicio social y la cárcel refuerza eso. Desde nuestro lugar tratamos de interpelar desde la posibilidad, desde que hay otra realidad que se puede construir y en este sentido las prácticas culturales y educativas son una herramienta potente para poder generar esos escenarios.
Cultura desde la prisión
El año pasado Mauricio Manchado participó en la producción de la serie documental El Feriante, que trata de poner en escena que en las cárceles también se construyen otras cosas, se posibilitan otros tipos de vínculos, de solidaridad, de amor, de compañerismo y de lucha. “La serie cuenta la historia de un hombre que, vinculándose en espacios culturales dentro de la cárcel, cuando sale puede incorporarse a un proyecto de extensión universitaria que se llama Ferias culturales, que le permite comercializar los productos que hacen sus ex compañeros desde la cárcel. Él puede lograr otro tipo de vínculos, otras redes, en donde lo económico es casi insignificante” relata Manchado.
“El desafío como investigador de ciencias sociales es ocupar ese espacio y dar lugar al debate, involucrarse en las problemáticas sociales” destaca Manchado y cuenta que hace pocos días le comunicaron que El Feriante fue elegida como mejor serie web documental del Festival Internacional de Series Web de Medellín, Colombia.
Conicet Rosario