Las muertes se acumulan en las paredes de Barrio Municipal. Los nombres de las víctimas están pintados para que nadie las olvide. Fueron años violentos. Unos 50 crímenes en la zona sur al menos desde marzo de 2016, cuando Mariela Miranda, madre del clan Funes, era asesinada por integrantes del clan Caminos y se desataba un espiral de venganza. Las muertes, las balaceras y las usurpaciones se sucedían sin reacción del Estado. Y poco más de dos años después, una intervención multiagencial intenta regresar “la paz al barrio”. Pero la pregunta de la abuela de Franco Carballo, un pibe de 21 años ajeno a las bandas que fue asesinado hace dos años pegó fuerte. La mujer miró al ministro Maximiliano Pullaro y le increpó. “Por qué no vinieron antes”.
El 27 de noviembre de 2016 Franco fue asesinado a balazos. “Era un pibe buenísimo. No estaba metido en nada, pasó uno en una moto y le tiró”, contó tras el crimen una vecina de barrio Municipal. El joven recibió dos balazos en el tórax que le quitaron la vida a las pocas horas de ingresar en el Heca. A los pesquisas le llamó la atención que la comisaría del barrio, es decir la 11ª, avisó a la Fiscalía recién seis horas después del crimen, que se enmarca en una disputa territorial de tres grupos antagónicos y que en más de una oportunidad dejó como saldo víctimas fatales que están lejos de la disputa. Como el caso de Carballo, que era un trabajador y no estaba metido en nada. Desde la Fiscalía aseguraron que Carballo fue asesinado en la puerta de su casa, ubicada en Grandoli al 4900, por dos hombres que se circulaban en una moto.
Carballo tenía un hijo de un año y trabajaba en una empresa de limpieza. La noche de su muerte esperaba a varios de sus amigos para irse a pescar, cuando dos sicarios en moto abrieron fuego hacia el grupo y mataron a Franco. “Tiraron al bulto y lo mataron. Hace dos noches hicieron lo mismo, pero por suerte no le dieron a nadie. Esto es un infierno, hay tiros todos los días”, detalló una vecina. Un hombre cercano a los Carballo dijo que es una familia humilde y laburante. Y que los vecinos estaban destrozados por la muerte del joven.
Veinte horas más tarde los atacantes aparecieron y enmendaron su error. La víctima fue su primo, tocayo y verdadero blanco, Franco Nicolás Carballo. Lo mataron de varios disparos en la cabeza y en la espalda, en Esmeralda al 4100 de barrio Tablada.
¿Por qué no vinieron antes? Una pregunta que se podría trasladar a todos aquellos que debieron irse de sus viviendas ante el desalojo narco y ante el temor a la muerte. O los padres de cada uno de los pibes a los que durante dos años mataron, mientras se miraba por las pantallas de televisión a una zona abandonada y estigmatizada repleta de laburantes a los que las balas siempre le pasaron cerca.