Ana González de Recabarren, icónica activista contra la dictadura de Augusto Pinochet Ugarte, falleció este viernes en Chile a los 93 años sin haber encontrado el paradero de su marido, sus dos hijos y una nuera embarazada de tres meses que le arrebató el gobierno de facto en 1976.
«Confirmamos que Ana falleció», dijo a la AFP una vocera de la Agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos (AFDD), una fundación que González contribuyó a fundar para recuperar los restos de las víctimas del régimen militar (1973-1990) y exigir justicia.
Como pocos, González vivió el horror de la dictadura cuando en 1976 su marido, dos hijos y una nuera embarazada de tres meses se transformaron en detenidos desaparecidos del régimen que derrocó al presidente socialista Salvador Allende en 1973, dejando un reguero de 3.200 muertos.
Anita, como era conocida, que aunque hace años se alejó de la AFDD, siguió activa en su lucha, falleció sin saber dónde están los restos de su esposo, Manuel Recabarren, sus hijos Guillermo y Luis Emilio y su nuera Nalvia Mena. Ellos forman una lista de más de 1.000 personas que permanecen desaparecidas.
La ex presidenta chilena y actual Alta Comisionada de Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Michelle Bachelet, despidió a la activista en sus redes sociales.
«Hasta siempre, querida Ana González. Chile te recordará por tu gran valentía y por tu incansable defensa de los Derechos Humanos y justicia», publicó Bachelet en su cuenta de Twitter junto a un video donde con la voz entrecortada despide a la activista.
La socialista –la primera mujer que presidió Chile en dos ocasiones– también sufrió en primera persona el terrorismo de Estado instaurado por Pinochet. Su padre, el general Alberto Bachelet, murió en 1974 a causa de las torturas recibidas por mantenerse leal a Allende, y ella misma y su madre también fueron detenidas y torturadas antes de ser expulsadas en 1975 al exilio.
La diputada comunista Carmen Hertz, defensora de los derechos humanos que también perdió a su marido a manos de los esbirros del régimen militar, comentó el fallecimiento de González en su cuenta Twitter.
«Luchadora ejemplar contra la impunidad, su marido, dos hijos y nuera embarazada, resistentes antidictactoriales, militantes del @PCdeChile fueron secuestrados y asesinados por DINA en abril 1976, Honor y Gloria!», publicó Hertz, usando el acrónimo de la policía secreta de Pinochet.
Barrera impenetrable
La detención y desaparición de sus familiares impulsó a González a batallar para recuperar los restos de las víctimas y exigir justicia, acudiendo a miles de marchas a lo largo de los años.
«Recorrí comisarias, hice reconocimientos de cadáveres, exigí una respuesta de los militares. Fue en vano. Era una barrera impenetrable», reconoció en una entrevista concedida a la AFP en el 30 aniversario del golpe de estado que el 11 de septiembre de 1973 acabó con el gobierno de Allende.
González estaba convencida de que el nieto que llevaba en su vientre su nuera cuando fue secuestrada, fue adoptado.
«Siguen muriendo nuestros familiares sin que se haga justicia, sin que se conozca la verdad», lamentó Lorena Pizarrro, presidenta de la AFDD, de la que se distanció González en los últimos años aunque siguió participando en manifestaciones para conocer el paradero de los desaparecidos.
Familiares de desaparecidos insisten en que los militares de la época sellaron un pacto de silencio para evitar el hallazgo de restos y más pruebas del programa de asesinatos de opositores a Pinochet, delitos de lesa humanidad por los que un centenar de ex agentes cumplen actualmente condena en la polémica cárcel de Punta Peuco, criticada por el trato de favor que reciben.