Liliana Franco / Ámbito Financiero / Especial para El Ciudadano
El ministro de Economía, Amado Boudou, se mostró confiado en que, con el cierre del canje de deuda, la Argentina va a salir definitivamente del default, según explicó en una entrevista a ambito.com. Reiteró que la voluntad es avanzar para resolver la deuda con el Club de París pero anticipó que si el Fondo Monetario Internacional opera como una traba “no se va a poder solucionar este problema”. En este sentido, señaló que el gobierno no permitirá la revisión del artículo IV del FMI mientras sea “el envoltorio de un circo político-mediático”.
El ministro acompañará a la presidenta Cristina Kirchner a la reunión del G-20 en Canadá y, al respecto, anticipó que la Argentina no está de acuerdo con establecer un impuesto a los bancos y criticó los planes de ajuste del FMI que benefician “claramente al sistema financiero”.
—Finalmente se cerró el canje de la deuda; ¿con esta decisión se puede considerar que la Argentina ya salió del default?
—La verdad es que la aceptación que hubo en este tramo del 66% permite, cuando uno consolida la primera etapa del canje que se hizo durante el gobierno del presidente Kirchner y ésta que hemos llevado adelante ahora, (determinar que) el nivel de aceptación llega al 92,4%. Desde una perspectiva razonable esto implica que la gran mayoría de los acreedores de Argentina han accedido a la propuesta que presentó el país. En este sentido, yo creo que vamos a poder cerrar una página muy triste de la historia argentina que fue el default declarado por Rodríguez Saá el 2001 y que ha sido muy costoso para todos los argentinos.
—Con esta reestructuración, ¿baja un poco más la relación deuda-PBI?
—Va a seguir por debajo del 40%. Hay que recordar que en el 2002 era cercana al 170% y en estos momentos está por debajo del 40%. Y si uno limpia esta relación de activos en manos de agencias del gobierno es aún menor. Lo importante es que el proceso de desendeudamiento tiene que ver con el crecimiento del país, con que Argentina ha pagado con recursos propios gran parte de esta deuda.
—¿Qué nivel de carga fiscal tiene el canje de deuda que se acaba de cerrar?
—El impacto es muy pequeño, ronda los 260 millones adicionales para 2011 y 270 millones para 2012. Esto es en función de la quita, con las tasas de intereses menores que se pagan y también con que los intereses vencidos desde 2003 hasta la fecha los hemos cancelado con un bono a 7 años.
—¿Qué tasa de interés sería hoy apropiada para que Argentina tome deuda?
—Claramente por debajo de un dígito. El punto es que Argentina no tiene necesidad fiscal de tomar deuda, por eso nosotros pensamos que la emisión adicional era una forma de marcar una tasa para el sector privado, para seguir bajando las tasas de interés que se pagan en la Argentina. Seguimos con la idea de hacer esta emisión (Global 17) y vamos a encontrar el momento adecuado para hacerlo como hicimos con el canje.
—¿La etapa que continúa es resolver la deuda con el Club de París?
—Éste es uno de los temas que Argentina tiene que resolver y sin duda vamos a encontrar la forma de solucionarlo con una visión argentina.
—¿Por qué está trabado?
—Hay una serie de cuestiones, algunas que tienen que ver con la participación del FMI. El país no tiene una deuda con el Fondo, por lo tanto no va a tener ningún programa con este organismo, y si esto es una traba tampoco va a poder solucionar el problema del Club de París.
—¿La Argentina va a autorizar a que venga el FMI a efectuar la revisión del artículo IV?
—Nosotros bregamos porque el Fondo Monetario no sea el envoltorio de un circo político-mediático, como ha sido muchas veces en Argentina. Mientras hablemos de cuestiones técnicas, en términos técnicos, nos parece bien. Ahora, si el FMI pretende opinar sobre el sistema previsional o sobre el régimen laboral, cuestiones en las que no tiene ningún expertise (pericia) y ha fracasado en todas y cada una de las veces que hizo una propuesta en cualquier rincón del mundo, no lo vamos a permitir.
—¿Cómo define que está la situación con Brasil en materia de comercio bilateral?
—Es muy buena y justamente los reclamos que hay demuestran lo buena que es. Cuando se ve que los problemas son el 4% del volumen total del intercambio, queda claro que es muy pequeño el sector de conflicto. El comercio bilateral creció muy fuertemente y tenemos mucha expectativa en el desarrollo del comercio con Brasil. También vamos a ver cuestiones de crédito a ambos lados de la frontera.
—Desde Brasil viaja a Canadá para participar de la reunión del G-20. ¿Cree que se han establecido los suficientes controles para que no vuelva a darse una situación de crisis como la ocurrida? En este sentido, ¿cuál es la posición argentina que planteará en el G-20?
—Fue una crisis financiera que se convirtió en económica y el sector financiero recibió ayuda de todos los gobiernos, así que fue el que mejor la pasó. Todos los países del G-20 tienen una visión de transformar el sistema financiero pero las posiciones son distintas. Francia hace énfasis en cómo se retribuye a las altas gerencias de los bancos porque ellos ven que hay un problema muy serio de incentivos que tiende a propiciar que haya demasiada “creatividad” en lo que es la creación de derivados. Esta postura es resistida por los países anglosajones. Por otro lado, está la propuesta del impuesto internacional al sistema financiero. Está claro que es muy difícil de coordinar y tal vez genere más problemas de los que resuelva. Además, desde nuestra óptica puede aparecer encubierto un nuevo direccionamiento para los capitales que también puede ser nocivo para todo el sistema.
—¿En qué sentido?
—Hay varias propuestas de impuesto, pero la que más ha prosperado es la creación de un nuevo impuesto sobre el riesgo de los bancos. Hay un problema, que para Argentina es central y también para los países emergentes, que es el rol de las calificadoras de riesgo. Si la propuesta que se está enunciando es que los bancos con activos más riesgosos paguen un impuesto más alto, ¿quién va a evaluar cuáles son esos activos más riesgosos? Si se marca que los bancos que tienen deudas de países emergentes son más riesgosos que quienes tengan deuda de España o Grecia, va a generar que el nuevo flujo de capitales tampoco vaya hacia los países emergentes. Tal vez se convierta más en un mecanismo de asignación de recursos que en un impuesto y una medida que en apariencia es progresista sería muy conservadora y tendería a que prevalezcan los países más desarrollados. Fíjese que Argentina no tiene muy buenas notas de las calificadoras, sin embargo sus fundamentos macroeconómicos son buenos. Ahora bien, las calificadoras le dieron buena calificación, por ejemplo, a Lehman poco tiempo antes de su quiebre, a países europeos. La posición de Argentina en el G-20 junto con otros países es muy fuerte en contra de las calificadoras de riesgo, porque han demostrado un fracaso en la asignación de recursos.
—El presidente de Francia sostuvo que es tiempo de cambiar los organismos multilaterales como el FMI y el Banco Mundial. Si Sarkozy lleva esta posición a la mesa del G-20, ¿cuál será la postura de Argentina?
—Argentina ya viene planteando esta posición. De hecho, nosotros pretendemos que en las gerencias de estos organismos multilaterales haya representantes de los países en desarrollo. Porque si no se habla de que son organismos técnicos cuando, en realidad, son organismos políticos. Nos parece muy saludable que países como Francia hagan este tipo de propuestas, pero que se sepa que también Argentina, Brasil, China, India y Sudáfrica vienen planteando estas necesarias transformaciones con mucha fuerza.
—En estos momentos el FMI está recomendando a España y Grecia políticas de ajuste contenidas en el Consenso de Washington. ¿A quién beneficia la aplicación de estas políticas?
—Claramente, al sistema financiero. Cuando un país tiene una deuda que no puede pagar pero tiene capacidad de repago y entonces un organismo multilateral le provee los fondos para liberar las deudas con el sistema financiero y que queden en cabeza de un organismo multilateral del cual es miembro, ya pasa a tener otro estatus esa deuda. Y el acreedor “más riesgoso” salió del problema. Lejos de ser soluciones técnicas, son soluciones cortoplacistas que no van al fondo de la cuestión, y que hunden a los países en crisis más profundas porque le quitan de pago al propio país. Nadie puede creer que esto es inocente.