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«El sonido es el origen que me organiza narrativamente»

Dentro de las actividades especiales del 33° Festival Internacional de cine de Mar del Plata, la cineasta Lucrecia Martel brindó una conferencia en la que disertó sobre el uso del sonido en el cine como herramienta narrativa. En ese marco recibió el premio a la trayectoria

En el marco del 33° Festival Internacional de cine de Mar del Plata la cineasta Lucrecia Martel, una de las principales figuras nacionales del encuentro, presentó la master class titulada “Charla con maestros: Phonurgia”

Martel es a la gente de todas las edades lo que sus películas a los espectadores. Bajo una pesada y densa bruma, colas de más de dos cuadras fueron parte de la postal para ingresar a la conferencia que brindó el lunes y donde disertó sobre el uso del sonido en el cine como herramienta narrativa, en una actividad seguida por más de cuatrocientas personas.

Antes de comenzar, Cecilia Barrionuevo, directora artística del festival, le entregó el premio a la trayectoria. En ese marco destacó que desde La Ciénaga hasta Zama, la cineasta, “siempre nos sorprendió; en cada plano podemos encontrar una película entera, y esto es algo que no ocurre con las mayoría de las películas. Es una de las directoras más libres y más arriesgadas que hay en el mundo”.

Barrionuevo bromeó sobre el éxito en la convocatoria que desbordaba el Tronador Concert: “La próxima vez vamos a tener que trasladarnos al Luna Park. Entre el público estuvo José Martínez Suárez al que Martel se refirió como “un maestro del cine argentino”.

“El sonido es el origen que me organiza narrativamente”, dijo Martel, al tiempo que ahondó en la idea contando que abrazó ese sistema porque le permite «quebrar la trama que significa nuestra propia educación, formal y de participación en la sociedad. Eso genera un filtro de percepción y quienes quieran narrar o simplemente tener una existencia más feliz deben hacerlo. Ver cómo quebrar ese filtro que nos impide ver, escuchar de manera diferente”, explicó.

La cineasta se mostró sorprendida por el hecho de que se siga usando el sonido como forma de hacer más hincapié en la imagen. Y en relación con eso propuso: “Pensar al sonido para quebrar esa enorme referencia que tiene la imagen. Hay que sumergir a nuestro espectador en un universo sonoro que ponga en duda la verdad de las imágenes, que permita compartir la experiencia extraordinaria que nos da el cine de comprender que la realidad es una construcción”.

Sobre el escenario, con cierto gesto escénico, se acercó al público al que invitó a participar de una actividad a través de una serie de dibujos con el objetivo de observar la manera en la que se  representan las ideas y conceptos a través de las imágenes.

Martel se encuentra en este momento preparando el guión de su próximo proyecto junto a María Alché, un documental basado en el crimen del activista indígena Javier Chocobar ocurrido en Tucumán en 2009.

Actividades para todos los gustos

Además de las decenas de proyecciones simultáneas y de las competencias, el lunes comenzó con la última parte del encuentro del Foro Cine y Perspectiva de Género y continuó con la conferencia de Martel. Pero también se presentó la restauración de la película Señora de nadie de María Luisa Bemberg estrenada en 1982. Su protagonista, Luisina Brando, estuvo acompañada de Annamaría Muchnik en la presentación.

Por su parte el reconocido actor francés e invitado de honor, Jean Pierre Léaud, tuvo su primera participación en el festival recibiendo al público antes de la proyección del mítico film La maman et la putain. Un día más tarde, ofreció una Charla con maestros en el Museo de Arte Contemporáneo donde frente a varios centenares de personas explicó cómo fue el proceso de filmación del clásico Los 400 golpes: “François Truffaut nos hacía ensayar siete veces sólo con él. Después de esas siete veces con el cámara y ahí se iba sumando todo el equipo. Siete veces con el sonidista… siete veces con el asistente de guión”, dijo. Justamente, esa película en la que Truffaut debutó como director, lo convirtió en el ícono de la Nouvelle Vague con un personaje, Antoine Doinel, que retomaría en sucesivos trabajos.

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