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La película «Entre dos aguas» obtuvo el Astor de Oro

La película de Isaki Lacuesta obtuvo este sábado la distinción como mejor película del Festival de Mar del Plata. El santafesino Iván Fund se llevó un Astor de Plata premio especial del Jurado por "Vendrán lluvias suaves", film que se podrá ver, desde el próximo jueves, en las salas rosarinas

El film Entre dos aguas del director español Isaki Lacuesta obtuvo este sábado el premio Ástor de Oro a la mejor película dentro de la competencia internacional en el 33° Festival Internacional de cine del Mar del Plata que, con una gala austera, sin grandes nombres y pocos invitados internacionales, llegó a su fin. Realizada en el Teatro Auditorium y ante unas mil personas, se vivieron momentos de homenaje, respeto y recuerdo a los tripulantes del A.R.A San Juan ante el hallazgo, en la madrugada del sabado, de los restos del navío desaparecido hace un año.

Un pasaje de «Entre dos aguas».

La película del catalán Lacuesta retoma la vida de los hermanos Israel y Cheíto -sus protagonistas en La leyenda del Tiempo– que crecieron y armaron sus vidas con pocas elecciones en el horizonte: uno ingresó como cocinero en la Armada, el otro intenta evitar el negocio de la venta de drogas que lo tuvo preso. En un homenaje a la música flamenca (“Entre dos aguas” se titula el tema con que inicia el disco Fuente y caudal de Paco de Lucía), el jurado compuesto por María Alché, María Bonsanti, Valèrie Massadian, Lluis Miñarro y Andrei Ujica, eligió una historia en la que el documental y la ficción se resiginifican en una experiencia física y conmovedora. Israel Gómez Romero, además, recibió el Astor de Plata como mejor actor.

 

Judy Hill recibió el premio a mejor actriz por «What you gonna do when the world’s on fire?».

En el máximo podio también estuvieron Roberto Minervini que obtuvo el Astor de Plata a la mejor dirección por What you gonna do when the world’s on fire?, un film que ahonda en el racismo que sufren hoy en día los afroamericanos en Estados Unidos a través de tres historias connmovedoras. Justament Judy Hill la protagonista de una de ellas donde lucha por mantener a su familia a flote mientras sufre el inminente cierre de su bar y el desalojo de su madre de 87 años, recibió emocionada el Astor a la mejor actriz y fue ovacionada por el público al dedicárselo a su madre.

 

Entre las principales secciones Chuva é cantoria na aldeia dos mortos de Joao Salaviza y Renée Nader Messora y Vendrán lluvias suaves del santafesino Iván Fund compartieron el Astor de Plata premio especial del Jurado mientras que el director Federico Veiroj logró un Astor de Plata a mejor guión por Belmonte.

También durante la ceremonia que concluyó cerca de las 19 se premió a Fausto de Andrea Bussmann como mejor largometraje, mientras que el premio del público que votó al final de cada exhibición fue para If Beale Street could talk de Barry Jenkins.

El santafesino Iván Fund junto a parte de su elenco recibió un premio.

El eximio ingeniero de sonido Mark Berger, que el viernes brindó una masterclass, fue homenajeado con el premio Astor de Plata a la trayectoria. La lista de ganadores, en los rubros sobresalientes, continuó con El árbol negro de Máximo Ciambella y Damián Coluccio (mejor largometraje en competencia argentina), El Cementerio se alumbra de Luis Alejandro Yero (mejor cortometraje en competencia Latinoamericana), mientras que el premio a mejor cortometraje en competencia argentina fue compartido entre Mientras las olas de Delfina Gavaldá y Carmen Rivoira y Aquel verano sin hogar de Santiago Reale.

El ingeniero de sonido Mark Berger fue homenajeado con un premio a la Trayectoria.

Un festival de apuestas exitosas

El Festival Internacional de cine de Mar del Plata acaba de despedir una nueva edición. Se trata de una que apeló, en el medio de una turbulencia económico-cambiaria y con un presupuesto licuado en cuotas dolarizadas, a mirar para dentro, a confiar en los suyos y ofrecer una edición que será recordada por muchos motivos: por su búsqueda artística, los títulos ofrecidos, los invitados de gran prestigio que llegaron de todo el mundo, y por supuesto por las tantas actividades especiales que colmaron las salas de Mar del Plata durante una semana.

El Festival es un hecho histórico y cultural sin igual en Latinoamérica que trasciende a los gobiernos aunque sean ellos los que cada año deban garantizar su realización. Causa sorpresa, por ello, que en la ceremonia del sábado no se haya mencionado una sola palabra en relación a la 34 edición que debiera suceder en 2019. Durante todo 2018 muchísimas fueron las voces que alertaron sobre el peligro que corría el encuentro que hoy afortunadamente concluye con elogios. Las discusiones políticas en el plano de la llamada grieta son válidas y las formas de expresarlas un larguísimo tema de debate, pero ellas tuvieron asidero desde antes, en el durante, y hasta el último día y se hicieron sentir con virulencia en la apertura de un festival que fue terreno fértil para el reclamo de sectores de la industria del cine nacional en desacuerdo con la política de la actual Secretaría de Cultura de la Nación que preside Pablo Avelluto.

“La cultura también saca a la gente del barro”, dijo José Martínez Suárez, Presidente del Festival en una charla al paso con El Ciudadano. Afortunadamente primó esa lógica y el festival, con algunos recortes de jornadas y películas, y más austeridad en su puesta, continuó ofreciendo ese terreno para generar ciudadanía, para abrir nuevos mundos y expandir conciencias a través de uno de sus más eficientes lenguajes que democratiza y llega a todos y todas por igual.

¿En dónde reside el éxito de un festival internacional de cine: en el número de estrenos, en el peso de los invitados o en la cantidad de público que asiste a sus actividades? Seguramente en todo eso y más. Y ésta 33 edición mostró doscientas setenta y siete películas de cincuenta nacionalidades, en catorce pantallas simultáneas que, además, formaron parte de siete competencias oficiales.

Actividades especiales paralelas

Pero, desde hace algún tiempo, a los esperados estrenos se suman las actividades especiales paralelas. Éste año las más destacadas fueron el ciclo “Charlas con Maestros” que contó con la participación de Jean-Pierre Léaud, Léos Carax, Valeria Sarmiento, Patricia Mazuy y Lucrecia Martel, y la masterclass del ingeniero de sonido y ganador de cuatro premios Oscar Mark Berger sobre cómo funciona el sonido en una película.

Pero lo más significativo tuvo lugar entre los días domingo y lunes con el Foro: Cine y Perspectiva de Género que congregó a cientos de personas de todo el país en dos intensas jornadas de trabajo y discusión con un llamado colectivo a repensar, sensibilizar, concientizar y visibilizar la enorme desigualdad que existe hoy en la industria del cine con respecto a las mujeres y que concluyó con la firma de la Carta por la Paridad y la Inclusión de la mujer que no es letra muerta porque ya, en esta edición del festival, se comenzó a poner en práctica, por ejemplo, en la paridad de género de jurados.

Mirada de mujer e inclusivas

“Si nosotras miramos el mundo se transforma”, había expresado Nora Araujo la integrante del colectivo Mujeres Audiovisuales de Rosario en el Foro. Esa mirada estuvo atravesada en todo el festival donde la mujer ocupó un primer plano.

La cordobesa Cecilia Barrionuevo ofició de directora artística del Festival y se convirtió en la primera mujer de la historia en ocupar ese cargo fundamental para darle un horizonte curatorial -una mirada- al encuentro. Y fue en ese marco que el Festival abrió el encuentro con Sueño Florianópolis de la directora argentina Ana Katz y homenajeó a tres mujeres sobresalientes en sus carreras, por su talento, por ser pioneras y conmover con su obra: Narcisa Hirsch, Lucrecia Martel y Mercedes Morán.

Las películas con temáticas inclusivas no estuvieron solo en los márgenes de la grilla o en horarios extrambóticos lo que demuestra el verdadero avance del tema en la sociedad. Films como Bixa Travesti de Claudia Priscilla y Kiko Goifman, un documental sobre la cantante, performer y activista trans brasileña Linn Da Quebrada que denunció la sociedad machista, participó en la Competencia Latinoamericana. Cassandro el Exótico de Marie Losier hizo lo propio en la Competencia Internacional con un documental que retrató la vida del célebre personaje queer de la lucha libre mexicana. Y se vieron, entre otras del mismo tenor, Una banda de chicas de Marilina Giménez que, en forma de documental indaga en el rol de la mujer en la música argentina sobre bandas y solistas que siempre estuvieron a pesar de que el sistema comercial las ignore y donde se pudo ver y escuchar en el cine a Las Kellies, Kumbia Queers y Paula Maffía, entre otras protagonistas.

El cine francés, siempre cerca

Francia fue el País Invitado de Honor y su cine volvió a brillar. La familiaridad de los argentinos con su cinematografía quedó de manifiesta nuevamente con títulos emblemáticos como Besos robados (1968) y Los 400 golpes (1959) de François Truffaut y La maman et la putain (1973) de Jean Eustache, Alto, rubio y… con un zapato negro de Yves Robert (1972), y Los Fugitivos de Francis Veber (1986) con protagónico de Pierre Richard, otra de las figuras que volvió a la Argentina a cuatro décadas de su primera visita. Cada proyección de clásicos colmó una a una las funciones del inmenso Teatro Auditorium con capacidad para mil personas y era habitual, varias horas antes de las pasadas, ver colgado el cartel de “entradas agotadas”.

Apuesta por la historia

La apuesta del festival por el trabajo de restauración, permitió volver a mostrar Funeral Parade of Roses (1969) del cineasta Toshio Matsumoto con una calidad sorprendente, y The American American Dreamer (1971) de Lawrence Schiller y Kit Carson. Pero también La hora de los hornos (1968) de Pino Solanas y Octavio Getino, y El último malón, (1917) del santafesino Alcides Greca, un acontecimiento histórico que contó con la participación de la artista Maia Koening en la musicalización en vivo y en directo, y ante una multitud.

Otra de las actividades que el público, turistas y marplatenses, acompañó fue en gran escala, la presentación del libro Fotogramas de la memoria, encuentros con José Martínez Suárez del escritor Rafael Valles y la proyección de la comedia negra Los muchachos de antes no usaban arsénico (1976). No fue casual la elección de este film ya que el cineasta Juan José Campanella se encuentra trabajando en una remake que se conocerá en 2019.

Si bien no hubieron rosarinos en las principales competencias se destacó la inclusión del cineasta y pionero de la animación experimental Luis Bras, fallecido en 1995, quien fue reconocido con la proyección de una serie de cortometrajes realizados entre los años 60 y 80 dentro de la sección Panorama entre los que se vieron sus famosos Bongo rock (1969) y El ladrón de Colores (1982), films que lo transformaron en uno de los mayores referentes del cine animado del país.

Con aroma francés y mirada latinoamericana, la apertura del 33° Festival Internacional de Cine de Mar del Plata organizado por el Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (Incaa), tuvo su puntapié con la película argentina Sueño Florianópolis de Ana Katz y cerró este sábado con Roma de Alfonso Cuarón, una excepcional historia, con aires nostalgicos, sobre la infancia del propio realizador en el barrio Roma de México. El domingo será oficialmente la última jornada donde se proyectarán todas las películas ganadoras de forma gratuita para los miles de marplatenses y turistas que llegaron a La Feliz para disfrutar el fin de semana largo.

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