Repasando algunos títulos de diarios europeos que refieren al paso de la Argentina a cuartos de final, La Gazzetta dello Sport puso en su portada digital: «Rossetti se equivoca, Argentina no». Fiel reflejo de lo sucedido ante la limitada selección de México. Es común enaltecer al rival de turno para, en definitiva, subir la cotización de la victoria obtenida. México fue un equipo «chivo», como dijo Maradona, porque Argentina jugó mal. Pero, dos regalos allanaron el camino para seguir en carrera.
El increíble yerro del asistente que contó con la complicidad de Rossetti en el primer gol de Tevez, que pretendió corregir al verlo en las pantallas del estadio, pero con buen tino el árbitro se mantuvo imperturbable. Y luego Osorio regaló una salida de arco insólita que sumada al desatino del gordo que ataja para México (Oscar Pérez) esperando el desenlace con las rodillas clavadas en el piso, fue demasiado para un especialista en hacer goles como Higuaín. Dos a cero en un ratito y con los verdes jugando mejor, fatal.
El otro partido, el del análisis, dejó mucha tela para cortar. En un comienzo normal México, ayudado por Rossetti que permitió moler a palos a Messi, fue el dominador. Fracasó el intento de Maradona de contar con Maxi Rodríguez y Di María (jugará bien algún partido) por los costados, y al dejar solo a Mascherano para aguantar el toque del rival. Verón es fundamental, es el equilibrio que cualquiera desea. Ante Alemania su presencia no debe discutirse. El Diez acertó con Otamendi y Heinze, muy seguro el primero, y el segundo atajó en la línea dos pelotas con destino claro de gol. Romero canchereó en la de Salcido, pegó en el travesaño luego que él la rozara con sus dedos, después sacó hasta las que iban afuera. Un señal de alerta en su camino. Demichelis siempre tiene algo para ofrecer, a los rivales claro.
Y Tevez fue el resto. Como antes aparecieron Messi para hacer jugar. Higuaín para despachar a los coreanos, Palermo para liquidar a los griegos, ahora fue el momento de Carlitos. Y con dos jugadas liquidó al humilde México, el primero lo hizo de vivo y el segundo con el corazón en el pie. Apareció justo, porque ésta Argentina de Maradona que todavía se encuentra en proceso de armado como equipo, se sostiene con sus figuras y Tevez vivió su noche (en Sudáfrica) soñada. Claro, ante Alemania de no mejorar la cosa se puede complicar.