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Ganó en Tucumán y le dijo adiós al maleficio de visitante

Newell’s llegó a Tucumán angustiado y estresado. La tabla hace tiempo que preocupa y en algún momento ya no va a poder girar en descubierto. Salir a jugar es un suplicio, mucho más cuando la lejanía del Coloso le deja más sólo que nunca

Newell’s llegó a Tucumán con lo justo. La cuenta bancaria en rojo y los hinchas golpeando la puerta con enojo pidiendo al menos cobrarse una alegría en un año para el olvido. Con un DT interino para salir del paso, mientras busca uno que a esta altura tiene que tener una espalda bien ancha.

Para peor, con poca plata en la billetera, las inversiones de riesgo del mercado le salieron mal. Piris en el banco con ganas de irse; Leal desanimado en Rosario; Oviedo y Bíttolo lesionados; Grimi sin siquiera haber podido pisar la cancha, todo mal. Sólo Alan Aguerre respondió. Y es justo decirlo: poco se esperaba de él cuando llegó al Parque.

A Bidoglio no le quedó otra opción que romper el chanchito. Apostó a los pibes, esos ahorritos guardados para los momentos dónde la necesidad obliga a recurrir a planes de emergencia. Aunque en la previa, uno sabía que igual era difícil que alcance.

Newell’s llegó a Tucumán angustiado y estresado. La tabla hace tiempo que preocupa y en algún momento ya no va a poder girar en descubierto. Salir a jugar es un suplicio, mucho más cuando la lejanía del Coloso le deja más sólo que nunca. Pero sacó coraje, se coló en la fiesta de San Martín y se dio cuenta que el rival todavía estaba distraído con el clásico ganado. Formica, pícaro para los partidos embrollados, empezó a encontrar huecos. Y le mostró al resto de sus compañeros que se podía salir de perdedor.

De pronto, el miedo escénico de jugar afuera desapareció. La roja a Moreira presentó un panorama alentador. Sólo faltaba el gol, casi nada frente a la oferta que presentaba el outlet defensivo rival, aunque para Newell’s seguía siendo mucho.

Fydriszewski malgastó opciones y empezó a pedir que lo saquen. Pero Bidoglio lo dejó un ratito más. Intuía su capacidad dentro del área. Y el Polaco le cumplió. Fue de córner, ese mal que sufre Newell’s y esta vez le dio una sonrisa.

Con la ventaja y la posibilidad de romper la racha adversa de visitante, Newell’s entró en pánico. Los nervios lo hicieron retroceder, Fydriszewski falló una y otra vez, y la sensación de angustia volvió. Pero esta vez la chance no se iba a escapar. El equipo le debía una sonrisa al hincha, aunque fuera un mimo en medio de tantos cachetazos. Y los pibes dieron la cara. El Polaco obligó a colgar la bandera de perdón a los hinchas que se lamentaron cada chance perdida. Y Alexis le dio el cierre perfecto a una noche soñada. Al final, la solución era romper el chanchito de los pibes. No era tan complicado.

El Uno x Uno de la Lepra

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