Un mes después del inicio de su movimiento, los primeros «chalecos amarillos» convergen este sábado sin incidentes hacia los Campos Elíseos de París en otra jornada de movilización nacional pese a las concesiones y los llamados a la calma del presidente francés, Emmanuel Macron. De nuevo, se contaron más de un centenar de detenciones y hubo otra vez lanzamiento de gases por parte de las fuerzas de seguridad.
En Facebook, principal canal de movilización del movimiento, los llamados a la manifestación en París y en otras ciudades francesas para este sábado proliferaron en los últimos días. «La última vez estábamos aquí por los impuestos, esta vez es más sobre las instituciones: queremos más democracia directa». Así lo explicó uno de los manifestantes, Jérémy, de 28 años, procedente de la ciudad de Rennes. Se acercó a la capital francesa con su familia «para protestar y hacerse oír», dijo.
La concentración en París se convocó para las 14 del sábado (las 10 en la Argentina) en la plaza de République, en el este de la ciudad. Una quincena de organizaciones de izquierda instaron a participar en la marcha.
Los gilets jaunes han conseguido pasar la línea de seguridad de la policía de los Campos Elíseos, esta mañana.#GiletsJaunes #Paris pic.twitter.com/gUJe6JlJo3
— Descifrando la Guerra (@descifraguerra) 15 de diciembre de 2018
Las autoridades temen que se vuelvan a producir disturbios, después de que la manifestación del pasado sábado culminara con un número récord de arrestos (casi 2.000), más de 320 heridos y daños y enfrentamientos en varias ciudades, como París, Burdeos y Toulouse. 136.000 personas salieron entonces a las calles de Francia.
El temor a los desbordes se funda en la espontaneidad y la falta de organización o conducción del movimiento. Cualquier grupo puede sumarse, incluso con intenciones diferentes a las de los convocantes. La ausencia de liderazgos, a la vez, le complica a Macrón las negociaciones: no tiene con quién sentarse a hablar.
Ante el panorama, el prefecto de París anunció un dispositivo reforzado de 8.000 efectivos de las fuerzas de seguridad y 14 vehículos blindados en la capital. En todo el país. el despliegue totaliza 69.000 efectivos. El sábado anterior fueron 89.000.
«Esperamos una movilización un poco menor, aunque con individuos más determinados» arriesgó el viernes último el secretario de Estado del Interior, Laurent Nuñez.
Las medidas de seguridad incluyen controles en los accesos de París y protección en los frentes de instituciones como el Palacio del Elíseo o la Asamblea Nacional (Congreso). Los comercios de artículos lujosos permanecían cerrados por miedo a saqueos. Las grandes superficies comerciales, en cambio, abrieron este sábado igual que los bares y cafés. Ninguno de ellos quiere sumar pérdidas de ventas a las que ya arrastran por las manifestaciones anteriores. Los bancos cubrieron sus fachadas con vallas protectoras.
Las autoridades de la ciudad de Burdeos cerraron el acceso a varios parques, bibliotecas y museos. En Aviñón estaba prevista una marcha blanca en memoria de un «chaleco amarillo» que murió atropellado en una rotonda durante la noche del miércoles pasado. Es la sexta víctima fatal en los alrededores de los cortes y piquetes y en las marchas.
«Poder desconectado»
«Hoy, nuestro país necesita calma, necesita orden», declaró el viernes en Bruselas Emmanuel Macron. «Aporté una respuesta» a las peticiones de los «chalecos amarillos», declaró el mandatario tras una cumbre europea. «El diálogo […] no se hace ocupando el espacio público y con violencia», se quejó el presidente, sin interlocutores claros con los que negociar.
El incremento de 100 euros mensuales en el salario mínimo o la anulación de un impuesto en las jubilaciones más bajas no calmaron la indignación de los «chalecos amarillos». Tampoco los llamados «a la responsabilidad» después del atentado de Estrasburgo el pasado martes, que dejó cuatro muertos y alimentó el miedo a nuevos ataques por parte de grupos radicalizados que se cuelan en las protestas ante la ausencia de conducción de las mismas.
Aunque no hay liderazgos reconocidos, algunos integrantes del colectivo pidieron calma en las protestas. Y otros «chalecos amarillos» decidieron desvincularse del llamado «canal histórico», que juzgan demasiado radical: pidieron conceder una «tregua» porque, afirman, ya se hicieron oír y «llegó la hora del diálogo».
«Este sábado será un día importante para ver más claramente el porvenir de este movimiento, si se desmorona o no», apuntó el sociólogo Michel Wieviorka, profesor de la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales de París. Según el profesional, es probable que «ante la llegada de las fiestas», con «el atentado de Estrasburgo» o las medidas de Macron, el «movimiento evolucione en los próximos días». El rumbo político de la indignación ciudadana es impredecible: «Una parte podría desvincularse. A partir de entonces, hay un riesgo de radicalización» de algunos grupos, añadió el investigador.
Las mujeres de la libertad
Mujeres vestidas como Marianne, el símbolo de la libertad en la república francesa, se sumaron en París a la marcha de los chalecos amarillos y enfrentaron los amagues de nuevas represiones.