Adolfo Paulón empezó a colaborar con la obra social Pami cuando se jubiló. Vivía en Buenos Aires y llegó a Rosario para estar cerca de sus hijos y sus nietos. Había sido empleado del Congreso Nacional y los médicos le recomendaron que la mudanza y el tiempo libre llegaran con nuevas actividades. Él es diabético y decidió ir a la obra social para ofrecerse como voluntario. Se encontró con otros jubilados y jubiladas y empezaron a trabajar juntos. Desde hace 15 años organizan talleres para mover el cuerpo, hacen festejos por el Día del Abuelo, reciben donaciones de libros que reparten en geriátricos y policlínicos y llegaron a organizar tres casamientos entre viudas y viudos. Desde el comienzo contaron con el apoyo de las autoridades, pero el año pasado todo cambió. La nueva gestión recortó la cantidad de profesores para los talleres y no les dio lugar para los cursos de verano, dejando a 750 inscritos e inscriptas sin actividades hasta marzo. Paulón también sufrió el ajuste en su salud. Es que pidió a la obra social la cobertura de un microinfusor de insulina que es indispensable para el tipo de diabetes que tiene. El aparato es importado, vale alrededor de 300 mil pesos y la Ley de Diabetes lo incluye. Pami se lo negó durante un año hasta que tuvo que ir a la Justicia. Esta semana la Justicia federal le dio la razón y pidió que la obra social se lo entregue.
Necesidad
A Paulón, un hombre de 74 años, le recetaron el microinfusor después varias descompensaciones. En las oficinas de Pami tuvo tres: dos colapsos con un preinfarto y otra con un ACV. El aparato que ahora le debe garantizar la obra social es una bomba para recibir la cantidad justa de insulina que necesita el cuerpo. Es indispensable para personas que tienen diabetes lábil, un tipo patología en la que los niveles de glucosa no son estables. Antes de ir a la Justicia, Paulón intentó por la vía administrativa. Con el endocrinólogo que lo atiende armaron un expediente con dos carpetas de argumentos. En el Pami Rosario lo revisaron y lo aprobaron. Al ser un aparato caro pidieron a la administración nacional que lo comprara a través de una licitación. Paulón ofreció pagar una parte con ayuda de los hijos. Pami a nivel nacional rechazó las dos licitaciones que se hicieron. Dijeron que la bomba había aumentado mucho por la devaluación del peso.
Después de meses sin solución, Paulón llevó todos los papeles a las abogadas Julia Canet y Carina Mazzeo. A fin de diciembre ellas presentaron un recurso de amparo para que la obra social se hiciera cargo de la compra. En enero pidieron que sea revisado durante la feria judicial por los problemas de salud de Paulón. Este jueves la jueza Sylvia Aramberri del Juzgado Federal N° 2 falló a favor y exigió a Pami que le entregue el microdifusor. “Sigo esperando que me llamen para dármelo. Espero que se apliquen sanciones porque esto es abandono de persona”, dijo a El Ciudadano.
Jubilados recortados
El año pasado el grupo de jubilados y jubiladas en el que participa Paulón tuvo por primera vez problemas para garantizar las actividades que organizan. La nueva gestión llegó con recortes. Del plantel de 12 profesores se jubilaron tres y otros seis fueron trasladados a tareas administrativas. Quedaron tres docentes para los 750 inscriptos que todos los años van a tai chí, gimnasia y una clase de actividad física postural. Tampoco les garantizaron que los cursos sigan en el verano como hacían todos los años en el Parque España. Las actividades empezarán en marzo en la Asociación Cristiana (Catamarca 1253). “Nos dejan sin actividad física, que es muy importante para nosotros. No es sólo moverse sino salir de la casa y encontrarse con otra gente”, explicó Paulón.
El trabajo de la comisión de jubilados y jubiladas del Pami es ad honorem. Además de los talleres, organizan concursos de cuentos, distinguen una vez por año al abuelo o la abuela más grande de Rosario y hacen actividades en distintas fechas. Tienen un grupo de WhatsApp que se llama “Los locos del Pami” para comunicarse y ayudar a otros en los trámites o cualquier problema que tengan. “A los que no usan el teléfono celular los llamamos al fijo”, contó Paulón.
La comisión se encarga cada año de la inscripción a los talleres. También reciben donaciones de libros para regalar en los policlínicos de Pami y en geriátricos. “Pedimos que no sean políticos ni dramáticos para que sirvan para levantar el ánimo. Los arreglamos y anotamos en la primera hoja un mensaje positivo. Las chicas hicieron con tela unas bolsitas y los entregamos para Navidad y Año Nuevo. A los directores de Pami también les mandamos. Este año les dimos uno que se llama « ¿Cómo trabajar en equipo?»”, recordó Paulón, que también recibe las donaciones de libro en su casa, en Tucumán 1318.
El año pasado juntaron plata para que una maratonista de 75 años de Rosario pudiera viajar a Europa a una competencia. Salió primera en su categoría. “Nos interesa que no estemos solos en su casa o se sientan un peso para la familia. Queremos que sepan que hay un grupo que estamos siempre atentos y dispuestos a ayudarlos”, agregó.