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No binarias: seis personas van por el DNI sin género en Santa Fe

No se sienten varones ni mujeres. Se reconocen como no binarias o de género fluido. Hicieron el trámite en el Registro Civil de Santa Fe con el apoyo de las subsecretarías de Derechos Humanos y Diversidad Sexual. En noviembre la Justicia reconoció el primer caso en Mendoza

Camile no se siente varón ni mujer. No es algo que le pasa ahora, con 24 años. Cuando iba a la escuela en Venado Tuerto creía que la ropa y los peinados que usaba no eran ni femeninos ni masculinos. La adolescencia le puso primero una etiqueta de mujer y después otra de lesbiana. Camile nunca encontró comodidad. En una charla con un amigo dio con un nombre para lo que le pasaba. “Soy no binarie”, explica a El Ciudadano. Habla con la “e” del lenguaje inclusivo que en los últimos años popularizaron adolescentes y jóvenes para reconocer otras identidades sexuales y nombrar lo que queda afuera de la “a” y la “o”. A Camile la “e” no siempre le sale. Al hablar se traba, vuelve atrás y corrige. Es algo que le pasa también a su novia y a las personas que con quien está todos los días.

Camile vive en Rosario desde hace un año y medio y es una de las seis personas que a fines de 2018 hicieron el trámite en Santa Fe para que en el casillero de sexo del DNI no haya F de femenino ni M de masculino. Se convenció cuando a principios de noviembre vio en las noticias nacionales que la Justicia mendocina había reconocido a una persona de 32 años que no se identificaba como varón ni mujer. Fue la primera persona con DNI sin sexo en la Argentina. En argentina hay cientos de personas como Camile que se identifican como no binarias dentro del colectivo LGTBIQ. En Rosario un grupo armó en 2018 la primera asamblea de la ciudad y se reúne cada mes para discutir cómo avanzar en sus derechos.

Camile piensa que el lenguaje y el reconocimiento de todas las identidades sexuales es parte de un proceso de cambio que a la sociedad le llevará tiempo. Incluso más a los adultos. “Mucha gente te dice que no lo reconoce la Real Academia Española (RAE) como si consultaran el manual para todas las palabras que usamos. Cuando explicás por qué querés que te reconozcan con la “e” entienden que no sólo no les afecta en nada. Significa respetar a les que nos percibimos de esta manera”, explica a El Ciudadano.

En trámite

El pedido de Camile y de otras tres personas llegó de manera colectiva al Registro Civil de Santa Fe acompañado por las subsecretarías de Diversidad Sexual y de Derechos Humanos de la provincia. Desde el Estado asesoraron jurídicamente y aportaron fundamentos basados en la Ley de Identidad de Género de 2012 que reconoce el derecho a la identidad autopercibida. Otros dos pedidos entraron de manera individual, también avalados por las subsecretarías. Desde el Registro Civil informaron que darán una respuesta conjunta a todos los casos. Esteban Paulón, subsecretario de Diversidad Sexual, explicó sobre el pedido en curso: “Es un colectivo de personas que no se sienten cómodas e identificadas en la organización binaria de varones y mujeres. La ley es clara cuando dice que todas las personas tenemos derecho al reconocimiento de una identidad de género y no plantea que esa identidad tenga que ser binaria. El género puede ser fluido. La idea de autonomía y autopercepción no debe ubicarnos en un casillero de varón o mujer, sino que puede y debe ir admitiendo, visibilizando e integrando muchas otras expresiones del género y de la sexualidad humana”.

El caso de Mendoza fue el disparador. En noviembre la Justicia de la provincia andina reconoció a una persona que había pedido llamarse Gerónimo Carolina. Consiguió el cambio de nombre y que en el documento no esté definido el sexo. Cuando salió el fallo de la Corte Suprema mendocina, Eleonora Lamm, la abogada y funcionaria judicial que tomó el caso, explicó: “El género no es uno ni dos. Son tantos como identidades que hay. Esta es una persona no binaria. No es que se siente mal, pero no se identifica con ninguno de los dos géneros». El fallo llevó a la diputada de Río Negro, Silvia Horne, a presentar un proyecto en el Congreso Nacional junto a la Federación Argentina LGBT. Quiere eliminar la categoría «sexo» de los documentos de identidad argentinos. El proyecto de ley está escrito en lenguaje inclusivo, con la “e”.

De identidad

En septiembre de 2017 un grupo de personas formó en Buenos Aires la Asamblea No Binarie, el primer colectivo organizado para discutir y generar información sobre la identidad no binaria o fluida. En Rosario les siguieron los pasos en 2018. Noah tiene 24 años y es parte de la Asamblea No Binarie Rosario. Son 15 personas y hacen una reunión abierta por mes. Entre sus integrantes hay personas que iniciaron el trámite de DNI sin sexo. En la última marcha del orgullo de la ciudad estuvo a cargo de leer en el documento el fragmento sobre el incipiente grupo. “Las personas trans no se identifican con el género que les asignaron al nacer y les no binaries también”, explica a El Ciudadano.

Noah nació en Entre Ríos. Su partida de nacimiento dice “mujer”, pero si le preguntan se define como varón trans no binarie. Estuvo casi un año para cambiar por masculino su nombre y sexo en el DNI y en la partida de nacimiento. El trámite lo completó días antes del fallo de Mendoza. Si bien le gustaría tener un documento no binario, elige no pasar de nuevo por la burocracia provincial.

Su proceso de transformación empezó hace dos años y encontró la definición que buscaba en Facebook. Venía participando en un grupo de la red social que se llama Queer Geeks y sentía incomodidad con el género que había puesto en su perfil. No quería que diga “mujer” y decidió cambiarlo. Cuando buscó entre las opciones de Facebook encontró una que decía “género fluido” y buscó en internet qué significaba. Es no percibirse dentro de una sola de todas las identidades de género posible. En cambio, podía circular y fluir entre varias. “Ahí me di cuenta eso me estaba pasando”, explica a El Ciudadano.

La identidad no binaria o el género fluido tiene muchas formas y resiste los casilleros. Para Noah, mucho tuvo que ver con el lenguaje. “Cuando empecé a definirme como no binarie yo era una mujer heterosexual y estaba con un varón heterosexual. Para mi pareja y para mí fue un desafío y hoy elle está en un proceso de definición como no binarie porque no se identifica con la masculinidad que le impuso la sociedad”, cuenta.

En agosto de este año Noah empezó los trámites en el Centro de Especialidades Médicas Ambulatorias de Rosario (Cemar) para hacer un tratamiento hormonal. Quería cambios en el cuerpo. “Es testosterona, una hormona que el sistema binario define como masculina. Creo que las características son de la persona y no del género. A mi me agrava la voz, me crece la barba, tengo más energía y vello corporal”, dice y aclara que no todas las personas no binarias quieren tomar hormonas. En su caso, la transformación también incluirá la cirugía de reducción mamaria.

Reconocimiento en lenguaje

La identidad no binaria no puede pensarse por fuera del lenguaje inclusivo. En la X, la @ o la E es donde las personas que no se identifican como mujeres ni varones sienten que efectivamente son nombradas. Son elles, no ellas ni ellos. El lenguaje inclusivo, sin embargo, apareció después y puso en palabras una forma de pensarse. O, como dice la Ley de Identidad de Género, una forma de autopercibirse.

Noah y Camile pasaron por ese proceso y en las palabras encontraron la forma de definir quiénes son. “No nos sentimos cómodes cuando nos hablan en femenino o masculino porque no nos sentimos identificades. A veces terminamos aceptándolo porque en muchos espacios te discuten, te insultan o se burlan. Me han dicho que si quiero ser inclusive tengo que aprender a hablar braille. El braille no se habla, se escribe o se lee”, explica Noah y agrega: “No importa el aspecto físico que tenga o la ropa que use para que me nombren de una manera. Un día puedo usar un vestido pero eso no significa que me sienta ella. Promovemos que la gente pregunte qué pronombre es más cómodo para cada une”.

Para Camile, el cambio va a llevar tiempo. “Tenemos el chip marcado por la forma de hablar. Cuesta muchísimo. Luchamos para que haya una transformación, pero sabemos que va a llevar años. Defendemos la Educación Sexual Integral (ESI), para que el niñe pueda decidir y no tenga marcado de antemano un género”, señala Camile.

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