Con el derrocamiento de Juan Domingo Perón en 1955, se impuso la tercera dictadura militar en nuestro país que contó con el breve liderazgo de Eduardo Lonardi, a quien lo sucedió en el poder Pedro Eugenio Aramburu. Rápidamente, los sectores populares comenzaron a denominarlo como “gorila” por su principal característica, la de ser antiperonista, a la que podemos agregar las de antipopular y antiobrera. Ese periodo gubernamental que se autodenominó Revolución Libertadora duró hasta 1958 y entre sus principales ejes de gobierno se propuso “desperonizar” a la sociedad argentina. La acción consistió en dar publicidad a una serie de actos de corrupción del peronismo, a lo que sumaron la prohibición de que las personas pronuncien los nombres de Perón y Eva Duarte, Evita, además de otras censuras simbólicas. Por supuesto, se proscribió al peronismo en las elecciones y éste demostró su poder en las urnas a través del voto en blanco. Sin embargo, cuando el régimen dictatorial ya no soportaba más la presión popular y llevaba la economía a una dura encrucijada, se convocó a elecciones. En esa oportunidad, la Unión Cívica Radical se presentó dividida entre la UCR Intransigente, liderada por Arturo Frondizi, quien hizo un pacto con Perón para recibir su apoyo electoral, y la UCR del Pueblo dirigida por Ricardo Balbín, que mantenía su sesgo antiperonista. En enero de 1958, Rosario estuvo agitada porque desde la Ucri y otros sectores sociales se convocó a un “voto antigorila”.
“Gente de radio”
Con las últimas elecciones de la década de 1950 se volvieron a dividir los partidos políticos al entrar en debate por la proscripción del peronismo. En Santa Fe, la Ucri llevó como candidato a gobernador a Carlos Silvestre Begnis y José Roberto González, como vice; mientras que en Rosario aún no se elegía por voto al intendente que seguía siendo designado por el gobernador. Silvestre Begnis recibió un enorme apoyo popular porque encarnó a “la nueva política” de progreso y modernización y, por esto, varios sectores independientes sostuvieron su candidatura. “Periodistas, locutores, actores, músicos, integrantes de la radiofonía rosarina expresaron su público apoyo entendiendo que la Intransigencia encarnaba un proyecto de desarrollo”, afirmaron las historiadoras Marisa Armida y Beatriz Filiberti. Como la radio se sentía parte esencial de esa sociedad, quienes producían sus contenidos no quisieron estar ausentes y entre estos se formó un grupo denominado “Gente de radio”. Ese grupo estaba compuesto por Raúl Granados, Luis Ángel Trucco, Angelita Moreno, Guillermo Strazza, Antonio Agri y Alfonso Amigo, entre otros. Se consideraban independientes de la filiación política de cada uno pero había algo que los unía y era el sentimiento antigorila y en oposición al gobierno de la Revolución Libertadora, además del favoritismo de los militares hacia la candidatura de Balbín. El peronismo, en cambio, no representó una alternativa popular al coquetear con un “peronismo sin Perón” y presentó sus listas con nombres camuflados como Unión Popular. Éste partido llevó a Oscar Albrieu como líder quien bajó su candidatura por la cantidad de votos en blanco que se asomaban.
Llegada a los barrios
La movida “antigorila” desde los medios de comunicación no tardó en llegar a los barrios. Silvestre Begnis logró que su figura política en Rosario, Luis Cándido Carballo, conforme una enorme cadena de locales partidarios en los barrios rosarinos. “Durante enero de 1958 una intensa actividad política comenzó a tener lugar en la ciudad”, afirman Armida y Filiberti, y agregan: “Junto a la proclamación de los candidatos sobrevinieron las denuncias acerca de los desmanejos de la administración municipal”. La dictadura militar dejaba una economía mala a nivel nacional y un descuido claro de los barrios rosarinos. Según las historiadoras, la Intervención de la dictadura en la ciudad había dejado múltiples problemas y varias organizaciones de la sociedad civil como la Junta Pro Adelanto de Rosario, auspiciados por la Federación del Comercio y la Industria y la Confederación de Sociedades Vecinales, quienes pidieron soluciones al anárquico crecimiento urbano. La provisión de agua potable, la pavimentación de calles, la extensión de redes cloacales, el transporte urbano y la recolección de residuos, fueron temas tratados pero poco resueltos. Silvestre Begnis triunfó y recibió el apoyo de distintos sectores obreros de la ciudad, los que fueron convocados a dialogar a pesar de las críticas al número de empleados públicos de la administración. En Rosario triunfó ampliamente la Ucri pero Silvestre Begnis designó a Francisco Lecchini como intendente y Carballo debió permanecer un tiempo como presidente del Concejo Deliberante. Con el tiempo, el desarrollismo impulsado por el gobierno de Frondizi fue perdiendo el apoyo popular. En la ciudad de Rosario ocurrió lo mismo.