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Y un día «El Timbre» de la clase media volvió a sonar

La directora Alejandra Gómez habla del regreso de la recordada obra de producción local estrenada a finales de los años 90, que vuelve un poco más oscura y con un elenco renovado, integrado por Ofelia Castillo, Celia Parola, Mariano Raimondi, Juan Manuel Raimondi, Jonathan Cizmas y Fernanda Villa

Con la intención de revisitar una obra que sobre finales de los años 90 generó la atención de la comunidad artística local y de un público que comenzaba a atravesar una etapa en la que dejaría atrás el teatro de imágenes y más experimental de la post dictadura para encontrarse con otro que buscaba recuperar el texto, la actriz, dramaturga y directora local Alejandra Gómez repone este sábado El Timbre con un nuevo elenco.

La dramaturga y directora rosarina Alejandra Gómez.

 

Convencida de la vigencia que sustenta el material escrito y dirigido por ella, que muestra en tono de culebrón disparatado las rivalidades y el enfrentamiento de dos familias de clase media argentina enfrentadas que habitan en una aparente ficción, Gómez dirige ahora a Ofelia Castillo, Celia Parola, Mariano Raimondi, Juan Manuel Raimondi, Jonathan Cizmas y Fernanda Villa.

Personajes de novela

El Timbre desanda las historias de dos familias profundamente enemistadas que, inmersas en una falsa armonía, verán alterada esa paz por un anuncio imprevisto. “Es una noticia inesperada que hace sonar el pasado oculto de algunos personajes y las mentiras caen aniquiladas por su propio peso”, adelantó Gómez. Y continuó: “Esta obra no es ni una comedia ni un drama, ni tampoco un melodrama; es una obra que lleva al límite una exasperada realidad y la tensiona hasta un equilibrio final donde esa verdad latente alcanza finalmente su forma”.

Como una reflexión acerca de los modos y costumbres que caracterizaron por décadas a la familia tipo de clase media argentina, estas dos, los Vitiviri y los Fish, se vuelven a cruzar después de muchos años gracias a los designios del destino. “Irremediablemente estereotipados, los personajes se encuentran vegetando en un mundo inanimado como víctimas del destino del que por comodidad o resignación prefieren no correrse. Todo sigue igual hasta que un día los Vitiviri se enteran que su hija Roberta (Fernanda Villa) va a ser madre. El detalle es el padre del primogénito, Strobery Fish Jr (Jonatan Cizmas), que es hijo de Canela Jiménez (Celia Parola, la única integrante del elenco original) y Strobery Fish (Manuel Raimondi), porque en realidad existe un lazo de sangre entre ambas familias, secreto que Romulo Vitiviri (Mariano Raimondi) junto con su mujer Carola García (Ofelia Castillo) han sabido guardar a lo largo de dos décadas”, describe la dramaturga y directora.

Resonar en el presente

“Lo más interesante que siempre tuvo para mí El Timbre y que quizás en aquel momento le jugaba un poco en contra, es el tiempo: es una obra que dura 50 minutos y para finales de los años 90 eso era una rareza; ahora adquiere la impronta de un capítulo de una serie y eso, más allá de la temática que siempre tiene vigencia, la actualiza”, evaluó Gómez.

Con algo de las viejas comedias de Darío Vittori, un creador que quizás sin saberlo introdujo la disfuncionalidad familiar en el teatro y la televisión argentina de los años 70 y 80, esta versión renovada de El Timbre busca inmiscuirse un poco más en las profundidades de los vínculos que transitan los integrantes de estas familias de clase media.

“Seguramente en aquel momento causaba cierto impacto una obra con un texto tan en primer plano, de todos modos, esta no es la misma versión que la original donde reinaba cierto clima de parodia; esta es un poco más real y más oscura. En términos comparativos, aquella era una versión más televisiva y esta es indudablemente más teatral. De hecho, El Timbre siempre habló de los pliegues que hay entre la oscuridad de ciertas familias de la llamada clase media argentina, donde todo pasa en ese clima que supone un cierto canon de normalidad”, analizó la directora.

“Desde ese lugar y fusionando estos estilos parte un poco la propuesta estética retro que tiene esta versión, ahora situada en los años 90. Parados en esta década y tomando un poco la conducta neoliberal, la obra construye una gran ficción que es la familia, sostenida por madres resignadas y negadoras y padres sin carácter, lo cual lleva a la problemática de la identidad reflejada en este caso por los hijos. Una hija con identidad confusa y un hijo adoptado”, completó Gómez.

Y cerró: “El paralelismo que puedo encontrar entre una versión y otra y que es algo que el tiempo lamentablemente no ha podido modificar es lo que le pasa a la clase media con aspiraciones de ser algo que no es, y no porque no las puedan tener aspiraciones, me refiero a ese deseo de querer siempre más que se vuelve algo dañino y peligroso; es el típico argentino medio pelo. La resultante son estas madres autoritarias, estos padres sin carácter y estos hijos con sus identidad desdibujadas”.

Para agendar 

La nueva versión de El Timbre que se conocerá este sábado a las 21 en el Cultural de Abajo, de Entre Ríos 599, continuará en cartel en esa misma sala los restantes sábados de febrero y marzo

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